El Sporting no da el nivel
Osasuna vuelve a echar por tierra las opciones del equipo de acercarse al playoff dándole un baño de realidad

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Gijón
Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. El tiempo va demostrando cuál es la realidad del Sporting: este equipo no da el nivel. Ya puede José Alberto López exprimir este equipo, retorcer el sistema de juego, buscar desesperadamente alternativas... Cuando la naranja no tiene más jugo, poco importa la fuerza con la que la aprietes contra el exprimidor. La plantilla perpetrada por Miguel Torrecilla con la connivencia y el aplauso del consejo de administración da para lo que da: para estar en mitad de la tabla. Cada vez que se encuentra a un rival de verdadera entidad, al Sporting se le ven las carencias. Osasuna demostró ser mucho más equipo, ganó 0-2 y se impuso en todas las facetas del juego. Fue otra oportunidad perdida para, no lo olvidemos, acercarse (que no meterse) en los puestos de playoff. Grave y lamentable.
No se le puede reprochar al Sporting la actitud. Este equipo, desde la llegada de José Alberto López al banquillo, lo intenta. Lo intenta siempre. Otra cosa es la aptitud. No le valió de mucho el inicio impetuoso ante Osasuna: el Sporting no fue capaz de generar ni una ocasión clara de gol. El equipo llegó a trompicones, con Aitor García empecinado en marcar el gol del siglo desde distancias siderales, Ivi López poco participativo y Djurdjevic siendo el de las tardes desesperantes, el que vivía en fuera de juego permanente y se perdía en situaciones absurdas. En una de ellas, una mano innecesaria, vio la quinta amarilla, que le impedirá viajar a Las Palmas.
El equipo navarro, con mucho más poso y veteranía, empezó a inclinar el partido a su favor. Controló por completo el centro del campo, en el que de los rojiblancos solo sobrevivía Cristian Salvador. Los otros dos elegidos, Nacho Méndez y Hernán Santana, no existieron. Enfrente, Rubén García, Roberto Torres y Brandon dejaron en evidencia a la defensa del Sporting, en la que se echaba de menos a Babin. Para colmo los planes se alteraron ya en la primera parte con la lesión de Peybernes, que recibió un golpe en un costado y tuvo que retirarse.
En todo caso, con Peybernes en el campo tampoco funcionó una defensa que regaló el primer gol. A la salida de un córner un jugador visitante cabeceó en el segundo palo y Oier, bastante libre de marca, conseguía el gol, que en ya se veía venir.
José Alberto rehizo el equipo al descanso. Dio entrada a Álex Alegría, pasó a jugar con dos puntas y dejó atrás una defensa con tres centrales. El cambio alteró a Osasuna, al que le costó leer el nuevo escenario. El Sporting amagó con mejorar, pero pronto volvió a la realidad. El riesgo que se temía era que le pillaran a la contra, y así fue en varias ocasiones. En un error calamitoso de la defensa rojiblanca llegó el segundo tanto osasunista, obra de Roberto Torres. El delantero navarro aprovechó una falta de entendimiento grave de Canella y Cordero; ninguno se animó a despejar ese balón y sirvieron en bandeja la asistencia.
Ya no era el marcardor; era la sensación. El Sporting era incapaz de hacer algo más que correr. El Molinón se fue vaciando hasta presentar un aspecto tristísimo cuando el árbitro señaló el final del partido. Álex Pérez arrastró a sus compañeros al centro del campo para despedirse de un público que ya se había ido, nuevamente frustrado y harto de estar harto.

David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...




