El limbo de las víctimas de violencia de género, sin hogar y con consumos o problemas de salud mental
Las mujeres sin hogar víctimas de violencia de género, pero que, además, sufren consumos o problemas de salud mental no son aceptadas en los recursos específicos. Su única alternativa acaba siendo la red de personas sin hogar
En los centros del Samur Social, según trabajadores y asociaciones, no reciben la protección que necesitan: "sufren abusos, conviven con sus agresores o mantienen relaciones tóxicas"
El Ayuntamiento de Madrid está trabajando en ello. Están haciendo una investigación para buscar posibles soluciones y se plantean crear un nuevo recurso específico para ellas
Madrid
Si eres víctima de violencia de género, sin hogar, y además sufres problemas de consumos o de salud mental, no hay un recurso específico donde puedan alojarte. Estas mujeres "no entran dentro del perfil" de la red de recursos para víctimas de violencia de género. No es compatible tener problemas de consumo de alcohol o drogas o de salud mental y convivir con niños. Hay, eso sí, centros donde pueden recibir asistencia sanitaria, por ejemplo, pero no alojamiento. Acaban, por lo tanto, en la red de personas sin hogar, derivadas a los centros del Samur Social - el servicio del Ayuntamiento de Madrid que atiende emergencias y a personas sin hogar -.
"Esas mujeres pierden su condición de mujer para meterse en el cajón de sastre de la red de personas sin hogar", cuenta un trabajador del Samur Social. No tienen otra alternativa que acabar en estos centros, a pesar de ser víctimas de violencia de género. Según los trabajadores y organizaciones como la Asociación Moradas, que trabaja con ellas, las mujeres no reciben la protección que necesitan en la red de personas sin hogar.
Sufren abusos, mantienen relaciones tóxicas o en muchas ocasiones afianzan la relación de dependencia con su agresor. "En los recursos de la red no solo no están protegidas, sino que están con luminosos. Abusan de ellas y trafican con ellas", cuenta ese trabajador. En la Asociación Moradas organizan rutas y reuniones, tratan con ellas de igual a igual. Laura Carrasco, la presidenta, cuenta que es habitual escuchar, sobre todo, una frase: "Prefiero que me viole uno, a que lo hagan 37". "Nos lo dicen muchísimo", dice Carrasco, "por un lado sienten protección porque el resto de hombres sin hogar que están a su alrededor ya saben que ella tiene dueño y van a tener cuidado para no enfrentarse a él. Y ella lo prefiere, prefiere que le pegue uno solo, que la viole uno solo, a que lo hagan 37".
Como en los centros aumenta la vulnerabilidad que sufren en muchas ocasiones abandonan la intervención y acaban en situación de calle. También sufren agresiones sexuales en los centros, a veces por parte de su propia pareja. "Siguen conviviendo con sus agresores y cuando hay una agresión por parte del hombre en el centro, lo sancionan y lo expulsan, pero la mujer va a irse detrás de él porque la violencia de género es así", cuenta Laura.
"Su seguridad no está garantizada"
También hablan los datos. Existe, según varios estudios e informes, una relación entre la violencia de género y la situación de sinhogarismo que sufren las mujeres. En un centro abierto, el de Geranios, de las 19 mujeres alojadas, diez han sufrido violencia de género. Según los últimos datos, a nivel estatal, de una encuesta que el INE hizo en 2012, el 26% de las mujeres sin hogar contestaron que habían acabado en situación de calle por la violencia ejercida hacia ella o hacia sus hijos e hijas. De esos, solo un 2,3% habían accedido a recursos específicos para ellas. "Nosotras lo percibimos, nos lo cuentan, llegaríamos a afirmar que casi el 99% de las mujeres en situación de calle han experimentado algún tipo de violencia. También que esa situación de violencia es parte de la causa del problema de salud mental o de consumos que tengan".
Además, según el Observatorio Hatento de la Fundación RAIS, el 60% de los delitos de aporofobia son contra mujeres y, de esos, el 19% son agresiones sexuales. "La seguridad de las mujeres en la red de personas sin hogar no está garantizada. No tienen reconocido su derecho a la intimidad, la atención a las necesidades de higiene íntimas y, además, coinciden con sus agresores", dice Laura López, de RAIS, una Fundación que trabaja para erradicar la situación de sinhogarismo.
Asociaciones como Moradas y también los propios trabajadores del Samur Social han alertado sobre esto a las instituciones en más de una ocasión. "Lo decimos en los foros técnicos", dicen desde Moradas, "pero muchas veces nos callan. Nos dicen que eso ya lo trataremos en otro momento o incluso nos lo niegan".
No existe un protocolo específico
El Ayuntamiento de Madrid es consciente de esta situación. Confirman que no existe una red especializada para atender estos casos y que tampoco pueden entrar en la red para víctimas de violencia de género, así que, dicen, acaban en la red de personas sin hogar. "Hemos planteado crear ese recurso", dice Maria Jesús Utrilla, técnico del Samur Social, "pero aún no existe". "Es mejor que estén en un centro a que estén en la calle, pero es verdad que los centros son mixtos y allí también existe la violencia machista, la ventaja es que cuentan con trabajadores que las protegen", asegura Utrilla.
Reconocen que no existe un protocolo específico de violencia de género en los recursos del Samur Social para tratar este tipo de casos, cada vez más habituales, pero sí un "protocolo de detección". "Se está haciendo un trabajo en los centros con grupos de formación, atención y detección, de manera que se pueda desarrollar una conciencia y un cambio de actitud. También en las entrevistas que hacen los trabajadores hemos incorporado ítems para que puedan detectar si han sufrido situaciones de violencia o si las están sufriendo". Una vez que ese problema es detectado "se intenta que la mujer tome conciencia, porque muchas veces no lo ven como un problema. Ven más como un problema tener una adicción, por ejemplo. Si la mujer no considera que tiene un problema, de nada sirve tener un protocolo".
También saben, como cuentan las asociaciones, que hay mujeres que abandonan los centros para seguir a su agresor, pero creen que, en ese caso, es complicado que la administración actúe. "Es una mujer libre. No es quizás la decisión que nos parece buena, pero es la que puede tomar. Con una situación de culpabilidad, baja autoestima, falta de medios económicos y con la amenaza de que pueden seguir agrediéndola, toma la decisión que puede tomar... Y en muchos casos es irse con su agresor".
Conocen el problema y, aseguran, están trabajando en ello "haciendo una investigación para ver cuál es la mejor forma de actuar". El área de Equidad y la de Igualdad están trabajando coordinadas para abordar el problema. La directora general de prevención y atención frente a la Violencia de Género, María Naredo, dice que son conscientes de la traba que esto supone, pero que ahora están "intentando paliarla". Están colaborando con Aires, una asociación que trabaja con personas sin hogar, haciendo una investigación "para hacer un diagnóstico sobre el sinhogarismo femenino, ver cómo impacta la violencia machista y cuáles son las principales necesidades que ahora no se están pudiendo garantizar en la red". Están, también, valorando la posibilidad de crear un recurso específico para ellas.
Sara Selva Ortiz
Redactora de la sección de Nacional. Antes trabajó en el equipo de Hoy por Hoy, en Economía, en Informativos...