Sobre el adelanto de elecciones

Santa Cruz de Tenerife
Las filtraciones de ayer desde el Gobierno, sobre un posible adelanto de las elecciones, se producen cuando quedan dos días de incertidumbre ante la previsible derrota en los Presupuestos, cuyas enmiendas a la totalidad se debaten hoy en el Congreso. La ruptura de los independentistas con Sánchez, y la consiguiente renuncia de éste a conducir el diálogo a través de mecanismos no constitucionales -como la figura del relator o la mesa de partidos- han colocado a Sánchez en una posición muy difícil: el bloque de partidos articulado en torno a la moción de censura contra Rajoy se ha deshecho, y su recomposición no parece que sea posible.
Es en ese escenario, de abandono de Sánchez de su política de diálogo con los partidos independentistas, cuando se produce la manifestación convocada por PP y Ciudadanos, exigiendo elecciones, que podrían dar como resultado un Gobierno de ‘las tres derechas’, mucho más intransigente con los independentistas.
Por eso amenaza ahora Sánchez con la convocatoria inminente de unas elecciones que siempre se ha negado a convocar. Ya sabe –algo que desconocía hace unos meses- que los presupuestos de 2017 no pueden volver a prorrogarse, y que tiene la obligación legal de convocar elecciones si no consigue hacer aprobar su proyecto.
¿Podrían ceder Esquerra y el PDCat a la amenaza de elecciones? Podría ocurrir, pero Sánchez ha calculado mal. No son Esquerra y PDCat quienes hoy gobiernan Cataluña. Quienes manda desde Waterloo, es Puigdemont. Y no va a ceder. Ha puesto el listón en el derecho de autodeterminación. Un asunto que ni Sánchez se atrevería a afrontar. Instalado en el deseo de una confrontación entre Cataluña y España que justifique sus excesos y su huída, Puigdemont cree que para sus intereses –para su imagen en Europa y para ‘radicalizar’ el proceso independentista- es mejor un Gobierno español que aplique mano dura. A Puigdemont, la amenaza de Sánchez le da igual.




