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Celta de Vigo

No Aspas, no party

Sin Aspas el Celta perdió 6 partidos y solo marcó un gol en jugada

El Celta no levanta cabeza sin Aspas / Lavandeira jr EFE

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Minuto 16 del partido Valladolid-Celta. Los pucelanos intentan salir con el balón jugado y Olivas se la entrega a Míchel que viene a recibir de espaldas casi a la frontal de área propia. Se le escapa el control hacia el área donde está Boufal que se la entrega a Pione y este marca desde fuera del área con un buen zurdazo. Ese gol tras pérdida del rival, que no en jugada elaborada o en construcción ofensiva, es todo el bagaje que el Celta ha tenido sin Iago Aspas para marcar al margen del balón parado. El 22 de diciembre al Celta le tocó la lotería de la desgracia y se lesiona su mejor jugador. Al acabar el partido, Hugo Mallo deja claro que la baja de Aspas era, para ellos, como la de Messi para el Barça.

El Celta decidió deshacerse de Guidetti, Beauvue o Borja Iglesias porque consideraba que no necesitaba un delantero suplente. Si hacía falta o era menester se podía tirar de Dennis Eckert. En el mercado de invierno, desde el 22 de diciembre tuvieron tiempo para poder reforzarla con otro 9 como había pedido meses atrás Mohamed. Al principio era un no, después de las primeras derrotas de la cuesta de enero fue un sí; después pasó a ser un puede si se pone a tiro algún delantero. En medio también se pasó por la fase de ceder a Eckert y decir o decidir que la solución era Manolito Apeh caso de hacer falta como aseguró Miñambres antes de que moviese ese peón Cardoso. Siguieron cayendo las derrotas y el Celta se va a por Sergio León y acaba fichando a Boudebouz. Lo de la lámpara y el sofá de Benítez versión 3.0. Iago Aspas recae, después fuerza en Getafe y se resiente; esta semana no entrena con el grupo aunque va convocado para ver si puede asustar al Levante solamente con su presencia o salir en versión milagro. Aspas fuerza en el calentamiento y se resiente.

El balance desde aquel infausto 22 de diciembre es durísimo. El Celta ganó un partido y perdió 6 en los que marcó 8 goles. En el partido que marcó dos goles lo perdió 4-2. En el resto marcó 1 por partido. El de Getafe, mermado y renqueante, salió al campo unos minutos pero ya con 2-1 y con diez jugadores. Pero el quid de la cuestión no está solamente en el fondo sino en la forma. De esos ocho goles del Celta solamente el de Pione Sisto fue en jugada. Y para eso no fue en una jugada elaborada sino recuperación tras pérdida grave. Los otros siete goles se distribuyen en cuatro de saque de esquina, dos de penalti y uno tras lanzamiento de falta lateral y remate posterior. Mérito enorme de la pizarra y del laboratorio Cardoso y de los que ficharon a jugadores con altura solventando un déficit que tenía el equipo. Pero Maxi deambulaba viudo por el campo y Brais se empequeñecía porque no podía tirar paredes con el que más sentido tiene a la hora de hacerlo. Poco más hay que añadir. El Celta genera muy poco peligro y no intimida a los rivales sin Aspas. Esa es la realidad del ataque del Celta. Lo fía todo al golpe de castigo y a la precisión de Brais y Hugo Mallo a la hora de ejecutar los centros.

Hay otra estadística demoledora. Al margen de los “extraterrestres” Maxi (9 goles y 5 asistencias) y de Aspas (11 goles y 2 asistencias), Brais Méndez se ha convertido, por méritos propios, en parte del tridente. Asumiendo seguramente más responsabilidad de la que le tocaría tener. Pero la poca productividad del resto de jugadores, incluidos fichaes estrella, todavía pone más en valor al internacional con Luis Enrique. El de Mos lleva 5 goles y 7 asistencias. Y aquí viene lo duro. Sumando aquellos que han jugado de extremos, media punta, falso delantero o segundo punta en algún partido, solamente pueden igualar la cifra de Brais Méndez. Boufal (2-3), Pione (2-1), Hjulsager (0-3), Emre (0-0), Jensen (0-0), Eckert (0,0), Apeh (0-0) y Beltrán (1-0). En total 5 goles y 7 asistencias. Pues claro que el Celta tiene un problema también en ataque.

Pero esto no es casual. Ya avisamos el 23 de diciembre que, la temporada anterior, cuando se lesionó Iago Aspas al final de Liga había sido un desastre. El Celta hempató en casa con un flojo Valencia (1-1) y con un descendido Dépor (1-1) y había perdido 4-1 en Villarreal y 6-0 en el Bernabéu. Datos más que significativos y para tener en cuenta. Aspas volvió en la última jornada ante el Levante y marcó dos goles y Maxi marcó otros dos. En la primera vuelta del año pasado, el Celta perdió a Aspas un partido y perdió 0-1 con el Villarreal en casa. Es decir, avisados estaban de lo que podía suponer perder a su mejor jugador. Por su goles, por lo que genera en sus compañeros y por lo que intimida a las defensas rivales. Pero decidieron no reforzar la delantera. El Celta lo fía todo a la vuelta de Aspas y, mientras, a que el balón parado nos dé esperanzas de sobrevivir en la oscuridad. Ahora se confirma una nueva recaída de Aspas y varias semanas sin poder contar con el mejor jugador. Ya lo dije yo el 22 de diciembre: No Aspas, no party. Y parece que fue ayer.

 
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