El Sporting empieza a despedir la temporada
Los rojiblancos pierden también en Las Palmas, demostrando todas sus limitaciones, y se quedan a la friolera de nueve puntos del playoff
Hay acciones del fútbol que lo explican todo, que son el reflejo de la temporada de un equipo. La imagen de Ivi López estrellando en la barrera la última falta del partido contra Las Palmas, en el minuto 93, con todo el equipo (Mariño incluido) buscando a lo loco salvar un punto contra otro equipo igual de mediocre es la metáfora perfecta de un Sporting desesperado y desesperante, que no da el nivel, que se estrella cada día con todas sus limitaciones, con las carencias de la plantilla perpetrada por Miguel Torrecilla y a la que cuesta pensar que haya un entrenador en este planeta que pueda sacar mucho más jugo de lo que se ve. Más lejos que nunca del playoff y sin soluciones futbolísticas, cuesta pensar en que a este equipo le quede algún otro objetivo que sumar pronto algunos puntos para no complicarse la vida. Y eso, en la jornada 26 y con el quinto mejor presupuesto de la categoría, es una vergüenza que debería sacar los colores al presidente Javier Fernández (que acumula méritos para confirmarse como uno de los peores presidentes de la historia del Sporting), al director deportivo que tiene disculpas para todo menos para su propia incapacidad y a todos los, teóricamente, responsables de este ridículo.
No mucha reflexión se puede pedir a los jugadores, porque quien fichó a muchos de ellos debió advertir antes el bajo nivel que tenían. Y sí debe hacerlo José Alberto López, que últimamente está perdiendo el pulso del equipo. Debe hacerlo, entre otras cosas, porque con las ganas que le tienen algunos incluso a dentro, algún otro mal resultado puede hacer que el dedazo del presidente, basado en el clamor popular, empiece a temblar. Ojo a los movimientos internos de sillas.
La imagen del Sporting en Las Palmas no fue ridícula, pero vuelve a quedar la sensación de que lo que se vio fue lo máximo para lo que da el equipo. Y esta vez enfrente tenía a un rival que no es capaz de avasallar a nadie. Vuelve a quedar el poso de que, aunque el equipo de José Alberto tuvo la posesión durante la segunda mitad, lo único que provocó fue el nerviosismo de la grada. No vale de mucho tener la pelota si el rival te la cede porque se acongoja y se echa atrás y si arriba eres un equipo más blando que un disfraz de Bob Esponja.
Esa blandura en ataque también la demostró en la primera mitad, cuando Álex Alegría y Aitor García perdonaron dos ocasiones clarísimas. No se puede perdonar lo imperdonable. Más y mejores ocasiones tuvo el equipo amarillo, aunque también desperdició algunas y otras probó al que volvió a ser el mejor jugador del Sporting en el partido: el portero Diego Mariño. Como decía el propio meta al acabar el partido, eso no era una buena noticia.
Nada pudo hacer Mariño en el gol de Las Palmas, que llegó después de una falta en campo contrario. La perdió Cristian Salvador, Blum se coló entre dos futbolistas del Sporting, buscó en largo a Rubén Castro y tres jugadores amarillos se plantaron ante un solo defensa del Sporting. Castro cedió a Galarreta, que puso la puntilla a la jugada. Que con 0-0, fuera de casa, a los veinte minutos de partido, el rival te pille en un tres para uno demuestra la absoluta falta de criterio y de madurez del equipo. A la contra, Las Palmas remató al Sporting.
El Sporting sigue despidiéndose progresivamente de sus ilusiones y sus objetivos. Semana a semana ve reducidas, ya casi minimizadas, sus opciones de meterse entre los buenos, unas veces por partidos desastrosos, otros porque no da para más. El equipo está a nueve puntos del playoff, una distancia que ahora marca el eterno rival, y a diez del descenso. Hay quien piensa que lo peor que le puede pasar al Sporting es pasar varios meses en tierra de nadie. Que todo el mundo se ponga las pilas, que torres más altas cayeron.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...