'Huellas en la nube'
Hasta hace no mucho tiempo, cuando una persona fallecía, eran pocas las huellas físicas que quedaban de su estancia entre nosotros, además de su recuerdo
Firma Rosario Perez, "Huellas en la nube"
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Algeciras
Hasta hace no mucho tiempo, cuando una persona fallecía, eran pocas las huellas físicas que quedaban de su estancia entre nosotros, además de su recuerdo. Como mucho, nos recordaban el vacío de su ausencia sus ropas, sus objetos personales, las fotos de aquellos carretes que habíamos llevado a revelar, su letra a lápiz o bolígrafo en alguna que otra postal, en alguna que otra carta...
Ahora, sin embargo, nuestro mundo digital ha multiplicado hasta el infinito el rastro imborrable de aquellos que nos dejan, haciendo más llevadero el duelo para algunos; complicándolo y amplificando su impía crueldad, para otros.
Ahora, en estos tiempos en los que la tecnología nos permite tener miles y miles de fotos, atesoradas en nuestro ordenador, nuestro teléfono o eso que llaman "la nube", la inmensa mayoría de nosotros vamos dejando un rastro digital de nuestro paso por este mundo que apenas controlamos, y que sigue ahí, cuando nos vamos, ganándole la partida virtual a la muerte y al olvido.
Aquellas efímeras conversaciones telefónicas que antes manteníamos, de vez en cuando, con la gente que queríamos se quedan ahora grabadas para siempre en forma de interminables mensajes gratuitos de Whatsapp, a veces con cortes de audio o de video que en su día no borramos por inercia o por pura pereza, y que, de alguna forma, se quedan a vivir en la tarjeta de memoria de nuestro móvil, hasta que seamos capaces, si lo somos, de sacarlos de ahí.
El móvil... Ésa es otra. Los que lo usamos con frecuencia y almacenamos en él toda nuestra agenda de contactos, profesionales y personales (o sea, hoy en día la inmensa mayoría de nosotros) sabemos lo duro que resulta borrar un número que ya no existe, el de una persona que ya no está. Igual de duro que conectarte a Facebook, una mañana cualquiera, y que la red más cotilla e insensible del mundo te recuerde, sin tú habérselo preguntado, que hoy era el cumpleaños de esa amiga de la Universidad que se fue antes de tiempo, demasiado antes de tiempo, justo cuando por fin empezaban a irle bien las cosas, en el amor y en el trabajo...
Como si nos hicieran falta Facebook o la memoria del Whatsapp para recordar que la vida no es justa, que las putadas no avisan, que sólo existe el Carpe Diem, el aquí y el ahora, la importancia de aprovechar el tiempo que tenemos, mientras lo tenemos... Al menos, antes de acabar dejando un puñado de fotos, nuestras voces grabadas, algún video lleno de bromas y risas compartidas, y una huella invisible e imborrable, que no necesita de nada de eso, para aquellos que realmente nos quisieron, en algún lugar del corazón.