Horarios absurdos
Al Numancia le ha tocado recibir al Málaga el lunes 18 de marzo a las 9, un horario totalmente perjudicial para todos
Soria
Ya tocaba. No porque tuviera que ser así, ni mucho menos. Sino porque demasiado tranquilos estábamos al respecto, esquivando la situación, sin que dependiera lo más mínimo de la afición o del club. Pero ha llegado. El Numancia jugará un lunes a las 9 de la noche. Será el 18 de marzo, ante el Málaga, en la trigésima jornada. Hay que jorobarse, por no utilizar una expresión más gruesa que seguro que ustedes tienen en mente. Es ridículo programar un partido a esas horas. Absolutamente absurdo. Por muchos motivos. Un lunes a las 21. No tiene sentido. Ni justificación. En las últimas jornadas esa franja se había suprimido en Segunda división, no así en Primera, donde hay equipos que están hasta el gorro de jugar los lunes. Y con razón.
La excusa es la manida frase “son las televisiones”. Y un cuerno. No me vale la excusa. Y se lo explico. Se justifican en desparramar los partidos a diferentes horarios para que las televisiones puedan ofrecer todos en directo sin que se solapen y que el público pueda verlos todos. ¿De verdad alguien se cree que alguien se va a meter entre pecho y espalda los ahora 10 partidos de la jornada de Segunda división? ¿En serio? A ver, que sí, que frikis futboleros los habrá que lo hagan. Pero serán pocos. No veo el problema de mantener varios encuentros a la vez en la parrilla de la jornada. Si yo tengo interés en ver al Numancia, veré al Numancia contra el Málaga, no al Albacete contra el Extremadura o al Mallorca ante Las Palmas, por mucho que sea también aficionado mallorquinista. Si tengo mucho interés, existe el multifútbol, donde van saltando de uno a otro encuentro. O ya lo veré en diferido, o lo grabaré, que ahí está la opción. Decir que cada partido va a una hora distinta para que puedan verse todo es una tomadura de pelo.
Entonces, ¿a quién beneficia esta disparidad de horarios? ¿A las televisiones? Habida cuenta de que el aficionado de turno querrá ver a su equipo y no tanto a los demás, no creo que tanto. ¿A los clubes? Ingresan dinero por concepto de derechos a principio de temporada en función de clasificación y no tanto por las audiencias, así que no tanto, tampoco. ¿A los aficionados? No me hagan reír. Son los últimos en la lista de intereses. Importan un bledo, un comino, un mojón. Es la última preocupación de las altas esferas. Es más, con estos horarios la afluencia a los estadios es notoriamente menor, lo cual, por cierto, repercute en los ingresos de los clubes, a los que se les paga menos si la grada de general, la que está en frente de los banquillos, no ofrece una imagen de lleno.
Al final es una pescadilla que se muerde la cola. Que sí, que las televisiones con sus ingresos a los clubes son casi el principal sustento de estos, pero las consecuencias de estos horarios no son, en conjunto, ni mucho menos beneficiosas para nadie. Y son tantos años con esto que ya mosquea la cerrazón en seguir con este planteamiento. Doctores tiene la iglesia, dicen, pero doctos, lo que son doctos… Ah, y aún tendremos que estar agradecidos porque no nos hayan puesto este horario en pleno diciembre o enero con temperaturas más puramente invernales.