Diablos, mascaritas y vaquillones: esencias del Carnaval en Guadalajara
Las fiestas de Luzón, Almiruete y Villares de Jadraque están declaradas de Interés Turístico Provincial
Guadalajara
La provincia de Guadalajara cuenta con un amplísimo y variado catálogo de fiestas populares, muchas de ellas relacionadas con el Carnaval. Buenos ejemplos son los Diablos de Luzón, los Vaquillones de Villares de Jadraque y las Botargas y Mascaritas de Almiruete, declaradas de Interés Turístico Provincial e incluidas en el libro '101 cosas que hacer en Guadalajara'.
101 cosas que hacer en Guadalajara - Diablos de Luzón, Mascaritas de Almiruete y Vaquillones de Jadraque
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"Son todas propuestas obligatorias que debemos ver y conocer al menos una vez en la vida", destaca Ángel de Juan, uno de los autores del libro. "Son expresiones muy propias de la cultura de Guadalajara, parte de nuestra esencia, y en los últimos años se han ido haciendo más famosas y atrayendo muchos visitantes".
Los más llamativos son los Diablos de Luzón, cuyos protagonistas asustan y hacen correr a los asistentes, que no pueden evitar acabar manchados de hollín. "Es un disfraz único, emblemático y completamente diferente del resto", explica Javier López, uno de los organizadores. "En los últimos años ha aumentado mucho el número de diablos y además hemos conseguido implicar a jóvenes y a mujeres, así que hemos conseguido garantizar el futuro de la fiesta".
Cuernos y cencerros llevan también los Vaquillones de Villares de Jadraque, aunque en este caso el traje incluye una capa roja que les diferencia de los diablos. Además portan careta y sgorro de paja. "Suelen ser entre diez o doce personas las que se visten y, como es habitual en estas fiestas, tratan de asustar a los asistentes, especialmente a las mozas y los chiquillos", explica De Juan.
La de Almiruete (pedanía de Tamajón) es la más colorida de las tres fiestas. "Aquí portan trajes blancos, gorros coloridos, muy similares a los que llevan los danzantes de Majaelrayo o Valverde, que son pueblos cercanos. El entorno es magnífico, con el Ocejón detrás, y llama la atención el ruido ensordecedor que hacen y que se oye a varios kilómetros a la redonda".
Las botargas son las primeras en salir y las encargadas de recoger a las mascaritas, con las que después recorren el pueblo. "En la plaza sueltan juncos de pelusa, que es un símbolo de fertilidad. Es muy recomendable y en los últimos años se ha convertido en la imagen más icónica del Carnaval en la provincia".