8 de marzo. La eterna lucha de la igualdad frente al privilegio
Una cuestión de derechos. Javier de Lucas (08/03/2019)
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Valencia
Que el Feminismo significa “Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre” y no el antónimo de machismo, debería ser hoy cuestión de sentido común. Pero sabemos que el sentido común es el menos común de los sentidos: también hoy hay quien sostiene que la tierra es plana, que las vacunas no salvan millones de vidas, o que el cambio climático es un invento de izquierdistas apocalípticos.
El fantasma del feminismo como guerra entre hombres y mujeres es una mala pesadilla que sólo predican quienes precisamente nunca se preocuparon por la multisecular y muy real guerra del patriarcado contra las mujeres, que construyó y aun pretende hacerlo una relación de subordiscriminación para la mitad del género humano, sólo por el hecho de haber nacido mujer. Quien divide no es el feminismo, sino los que, de forma más o menos vergonzante, defienden un mundo de privilegios, basado en el mero hecho de haber nacido hombres y en el monopolio de poder que hemos construido a partir de esa condición y que tenemos que aprender a desmontar.
Por eso, nosotros, los hombres, tenemos que empezar por ser conscientes de lo injustificado de privilegios cotidianos: por ejemplo, no saber lo que es pasar miedo por caminar sola, de noche, desde la parada del bus o el metro a casa, o el ser objeto continuo de cosificación. Por no hablar de desigualdades insoportables en el salario, en el acceso a las más altas responsabilidades profesionales o políticas o en la negación de ejercer determinadas profesiones.
Hoy, 8 de marzo, es otra ocasión para reconocer que el feminismo es sencillamente la eterna causa de la igualdad contra la discriminación y la dominación. Es el mismo mensaje que anima la noción de derechos humanos y de democracia: por eso, no se toman en serio la democracia, ni los derechos humanos si no se es feminista.