Sociedad
ESCUELA RURAL

La escuela rural resiste en Aragón

Tras una década de cierres, el departamento de educación prevé mantener todos los centros abiertos para el curso que viene

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Tras años de duras dificultades, el próximo curso da un respiro a la escuela rural aragonesa. El departamento de educación, salvo novedades de última hora, no prevé el cierre de ningún centro. Estas buenas perspectivas contrastan con datos más recientes: entre 2009 y 2015, 29 escuelas rurales cerraron por falta de alumnos. La mayoría, 11 se registraron en la provincia de Teruel, 10 en la de Zaragoza y 8 en Huesca. La peor cifra se registró en septiembre de 2014, el último del gobierno PP-PAR de Luisa Fernanda Rudi cuando 10 municipios perdieron la escuela. Con la llegada del gobierno Javier Lambán, la bajada de la ratio de 6 a 3 alumnos por centro ha evitado el cierre -según datos del ejecutivo- de hasta 100 centros rurales.

Pero, además de por la bajada de la ratio, las buenas noticias se deben al esfuerzo de los alcaldes para atraer a familias con menores a sus localidades. Un ejemplo está en Vencillón, en la comarca de La Litera. Su alcalde, Ramón Capel, ha impulsado un “Plan contra la Despoblación” para dar continuidad al colegio y al que se ha acogido ya una familia con 4 hijos en edad escolar. La iniciativa pretendía atraer a una familia numerosa y ofrecerle la antigua vivienda del médico, rehabilitada y con un precio de alquiler de 600€ anuales. De este modo, han conseguido evitar el cierre de la escuela infantil, y frenar el descenso de población que traería una pérdida de servicios como el centro de salud. Marinela Maesa, madre de la familia, asegura que han decidido cambiar su lugar de residencia, con el fin de evitar la pérdida de servicios en Vencillón y frenar la despoblación.

Recuerdo de la escuela rural

La escuela rural ofrece atención personalizada, la convivencia en comunidad o el arraigo, aunque en muchas ocasiones, no son motivos suficientes para mantener a sus alumnos. Unos valores que, sin embargo, sí ensalzan quienes dieron allí sus primeros pasos y, hoy, han tenido la oportunidad de volver.

Jorge es periodista en Calatayud y fue al CRA de Atea, en Daroca, en los años 90. Un poco antes, en los 80, Victoria lo hizo en Aniñón, donde ahora tiene una consultoría de marketing. El primer recuerdo de ambos pasa por la convivencia entre los alumnos. Ambos avanzaron en su formación y pudieron ir a la universidad: hasta allí, están convencidos, llegaron perfectamente preparados.

 
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