Vacas, cambio climático y animalismo
Miguel Pérez

Jerez de la Frontera
Por un lado las vacas, las que se destinan a alimentarnos, a nutrirnos, a quitarnos el hambre, las que conviven en nuestra dehesa, en nuestro bosque mediterráneo.
Por otro, el cambio climático, y el gran reto de frenar sus efectos. Se trata de una de las grandes asignaturas que sí o sí tenemos que superar, y cuanto antes, el tiempo corre en nuestra contra.
Y por último, el animalismo, la corriente que defiende que los animales tienen los mismos derechos que las personas. El animalismo cree justificarse por la compasión a los animales, por entender que estos están desvalidos y que por tanto necesitan de una sobreprotección humana.
Los animalistas más radicales han encontrado su coartada: las vacas son maltratadas porque los ganaderos tienen la extraña manía de no tratarlas como humanos. Además nos dicen varios estudios que contaminan más que los coches, con lo cual ya tenemos la ecuación perfecta que encuentra al ganadero como el culpable, el maltratador, el contaminador…
Desde COAG estamos seguros que los propios animalistas se quedarán perplejos cuando comprueben de primera mano con cuanto cariño se tratan las vacas. Lo mismo se puede decir del resto de la ganadería extensiva.
En cuanto a la contaminación, es difícilmente creíble que una vaca perjudique el medio ambiente más que un coche, hay variables a favor del animal que aunque se miden, no se dan a conocer… intencionadamente. No demonicemos a la ganadería, utilicemos el sentido común para entender que no sólo hablamos de leche o carne, detrás hay familias que trabajan en armonía con el medio ambiente.




