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El Sporting logra un punto meritorio, pero que sabe a poco

Los rojiblancos se quedan a las puertas de su quinta victoria consecutiva, que se les escapó en los minutos finales en La Rosaleda

Mariño y Babin intentan despejar un balón en La Rosaleda. / LaLiga.es

El Sporting de José Alberto López ha conseguido muchas cosas, algunas de ellas impensables. Por ejemplo, sumar 13 puntos de 15, que son números de campeón. Y también ha conseguido que algo que sería objetivamente bueno, como empatar en el campo del Málaga y encadenar el quinto partido consecutivo sin perder, sepa a poco. El punto de La Rosaleda, aunque seguramente haya sido justo, deja mal sabor de boca, por el enorme lastre del principio de temporada y por el desarrollo del partido, con un Sporting que estuvo muchos minutos por delante en el marcador. La rabia era mayor entre los rojiblancos cuando en los últimos minutos Robin Lod estrellaba un gran lanzamiento de falta en el palo, pero la sensación quedó matizada cuando Diego Mariño salvó el empate al filo del minuto 90. El punto es bueno, aunque por desgracia esta jornada volverá a alejar al Sporting de los buenos. Es lo que tiene haber tirado por la borda media temporada.

A este Sporting poco se le puede reprochar. Desde luego, muy poco en resultados. Nadie espera un fútbol espectacular, pero con los mimbres que tiene José Alberto (al que algunos discutían hace algún tiempo el apodo de 'SuperLópez') ha logrado hacer un equipo competitivo y que tiene claro a lo que juega. En Málaga supo sufrir; lo hizo durante la primera fase del partido, ante un rival que tuvo una posesión de balón abrumadora, que empezó generando muchas llegadas, a través de centros laterales y balones parados, botando hasta siete córners. Fiel a su estilo, de esperar y salir rápido (esta vez con menos pelotazos que en el clásico asturiano, dando la razón al entrenador en que jugar directo no tiene que provocar necesariamente tortícolis), el equipo gijonés aguantó, consciente de que tendría su momento.

Las escasas llegadas del Sporting al área del Málaga en esa primera mitad generaron consecuencias. Un elevado porcentaje de las que tuvo en la primera mitad acabó en penalti: uno lo señaló el colegiado, por una falta indiscutible de Adrián sobre Cristian Salvador; el otro, en el que Luis Hernández se llevó por delante a Álex Alegría, no se atrevió a pitarlo. Pocas veces más se dejó ver el Sporting en la zona de peligro malaguista, más allá de una buena jugada que no finalizó Alegría por poco, de alguna bonita acción individual de Nacho Méndez y de algún buen centro de Aitor García desde la banda.

Fiel a su estilo, frío como un témpano, Djurdjevic se atrevió a lanzar el penalti señalado, solo cinco días después de fallar uno en el derbi. Lo colocó en el mismo sitio  que el anterior (raso y buscando la base del poste izquierdo), solo un poco mejor que aquel, con algo más de carrera y un poco más de potencia. Munir le adivinó la intención, pero no llegó a tocarlo como hizo Champagne en el derbi. El Sporting se adelantaba pronto ante un equipo con escasa capacidad goleadora y al que jugar en casa se le está haciendo cuesta arriba.

Los jugadores del Sporting celebran el gol en La Rosaleda.

Los jugadores del Sporting celebran el gol en La Rosaleda. / LaLiga.es

A un rival tocado, hay que intentar hundirle. Y para no sufrir como en el derbi, el Sporting salió del vestuario en la segunda mitad con la intención de dar un paso adelante y sentenciar el partido. Peybernes estrelló un balón en el larguero tras una falta colgada al área y Munir empezó a tener trabajo. Muñiz reaccionó pronto y sacó al campo un segundo delantero.

Esto empezó a generar problemas en el Sporting, porque el Málaga inclinó el campo hacia la portería de Mariño. Aún así los rojiblancos dispusieron de una contra muy clara para marcar: Alegría, que protagonizó un partido soberbio, asistió a Aitor García, que cometió su recurrente error de disparar desde una zona absurda cuando, a su izquierda, entraba solo Djurdjevic. Siendo eso verdad, la reacción del serbio fue también un clásico: protestas exageradas y un festival de patadas contra los elementos cuando, instantaneamente, José Alberto López le sustituyó por Pablo Pérez buscando un poco más de presencia entre líneas.

Expulsión incomprensible

Pero el gijonés no pudo hacer nada, porque a los dos minutos de su entrada al campo, el árbitro Pizarro Gómez decidió cargárselo. Convirtió una simple falta en zona de tres cuartos en una roja absurda. Pérez llegó tarde, pero buscó la pelota y la falta no llevaba dureza. Pero el árbitro, desde muy cerca, optó por expulsarle.

Las fuerzas se equilibraron solo unos minutos después, cuando el impecable Álex Alegría, revitalizador del ataque rojiblanco, pesadilla para los rivales y saco de los golpes en La Rosaleda, forzó una falta y, en consecuencia, la segunda amarilla a Diego González.

Momento de la expulsión de Pablo Pérez.

Momento de la expulsión de Pablo Pérez. / LaLiga.es

Con el duelo otra vez igualado, llegó el mazazo para el Sporting. Solo tenía que aguantar el equipo ocho minutos más el descuento. Pero Luis Hernández volvió a mostrar la baza que tanto disfrutó la grada de El Molinón durante varias temporadas y un saque de banda del madrileño superó a toda la defensa rojiblanca. Gustavo Blanco protegió con el cuerpo y, con su gran calidad, marcó con un disparo a la media vuelta ante un Babin que, a su espalda, hacía lo imposible por frenarle.

Los últimos instantes fueron un carrusel de emociones. Pudo ganar el Sporting, con un bonito lanzamiento de falta de Robin Lod que se estrelló en el palo. Y pudo perder, pero Diego Mariño salvó el empate ante Seleznyov. Tuvo dos llegadas más el Málaga antes de que el árbitro señalara el final de un partido en el que el Sporting volvió a sumar. Pero ninguno de los dos equipos se fue plenamente satisfecho.

David González

David González

Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...

 
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