'Tiempos de imprudencia'

Algeciras

Dicen que hay tres cosas en la vida que nunca vuelven atrás: la flecha lanzada, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida. Puedes, luego, si te arrepientes, intentar, en la medida de tus posibilidades, reparar el daño causado, si es que aún es posible, pero lo hecho, hecho está. Aunque diga el refranero, también, que rectificar es de sabios... siempre y cuando, claro está, la rectificación parezca voluntaria y basada en argumentos, y no algo forzado, fruto, únicamente, del hecho de que los demás te hagan ver que has metido la pata.

Sin embargo, aunque todos sabemos que eso es una verdad como un templo, que en la vida real no es posible "rebobinar" la película, y que la flecha lanzada y la palabra pronunciada no tienen vuelta atrás, ahí siguen un montón de semejantes tirándose a las piscinas sin mirar primero si hay agua, soltando por la boca la primera barbaridad que se les ocurre y haciendo promesas sin tener ni siquiera la voluntad ni la capacidad de cumplirlas.

Algunos de esos temerarios inconscientes lo son, además, con cargo y sueldo público, y cada día comprobamos que esa circunstancia, lejos de acercarles a la prudencia, les aleja irremediablemente de ella... Total, todos y cada uno de esos imprudentes saben que los platos rotos del estropicio que causen, con sus palabras y con sus actos, no los van a pagar ellos de su bolsillo.

En épocas de incertidumbre, las imprudencias temerarias se multiplican, y en los últimos días hemos tenido varios ejemplos. Uno de ellos tiene que ver con el hecho de considerar que salir en la tele prestigia los currículums, y que cualquier personaje famoso está capacitado para gobernar un país por el simple hecho de aparecer de vez en cuando en el Sálvame o en el Hola. Luego, claro está, pasa lo que pasa... que acabamos acusando de infanticidas a los habitantes de Nueva York e incluso a los Neandertales.

Pero no pensemos que los experimentos temerarios son patrimonio exclusivo de nuestro país... Al revés, es una especie de plaga que se extiende por el mundo a la misma velocidad que el que es, junto con la incultura, uno de sus más eficaces combustibles: las redes sociales.

Uno de los ejemplos más cercanos, y más cansinos, lo tenemos en el Brexit. En la tarde-noche de ayer, el Parlamento británico volvió a ser escenario del penúltimo acto de una tragicomedia del absurdo, un "ni contigo ni sin ti", un tira y afloja viciado del que ni sus mismos promotores saben ya cómo salir, y que algunos de los miles de los ciudadanos que ahora se lamentan, echándose a las calles para pedir un segundo referéndum, podrían haber evitado cuando todavía tenían en sus manos ese arma tan poderosa llamada "voto".... Cuando aún se estaba a tiempo de no lanzar la flecha, ni pronunciar la palabra, ni perder la oportunidad.