Promesas y gestos electorales

La opinión de Ángel Santiago Ramos (5/4/2019)
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León
Deberían tener consecuencias de peso las promesas incumplidas de los políticos, especialmente abundantes en campaña electoral. En la mayoría de los casos no pasan de ser meras ocurrencias que suenan bonito y ganan titulares durante unas horas.
Ahí puede situarse el vocerío del candidato socialista a la alcaldía de León, José Antonio Díez, con su oferta de transporte público a todos los empadronados de la capital. Es una baladronada electoral muy cara de poner en marcha y que iguala a ricos y pobres en un aguinaldo social que no debiera serlo. El medio ambiente no justifica los desvaríos sociales.
Claro que es peor ser candidato y caminar con el honor perdido. Es lo que lleva a la espalda el alcalde de Hospital de Órbigo, al que su partido no incluye en la penúltima regeneración derivada del Caso Enredadera. La bajada telefónica de pantalones de Enrique Busto, miembro de una mesa de contratación de servicios, ante el empresario Ulibrarri deja un tufo de presunta corrupción que la dirección socialista trata de tapar escandalosamente.
En campaña electoral también sirven los gestos para medir la temperatura democrática. El PP eligió el Hostal de San Marcos como marco trasero para el acto principal de la visita de Pablo Casado a León el pasado domingo. Un hostal cerrado sine die por obras de un proyecto desnortado del gobierno del PP y cuya historia reciente incluye el haber sido el mayor campo de concentración del franquismo en nuestra provincia.
Los populares leoneses prometen parar su campaña electoral por Semana Santa, pero no reparan las enormes heridas contra la humanidad que padecieron más de 10.000 prisioneros tras los muros de la hermosa fachada renacentista .
Ajeno al pasado, el alcalde Antonio Silván regaló ese día –como siempre- una enorme sonrisa para la foto de la familia popular.




