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Jódar | Semana Santa

José Andrés Godoy Cano pregona una Semana Santa en Jódar de arte

Hace un repaso por los ocho desfiles procesionales y los dos Vía Crucis penitenciales

Momento en el José Andrés Godoy recoge la placa conmemorativa / Ildefonso Alcala

Jódar

l pregón oficial de la Semana Santa de Jódar alcanzaba la 37 edición organizado por la Unión Local de Cofradías, coordinado por la Real Cofradía del Stmo. Cristo de la Expiración y María Stma. del Calvario en su Mayor Dolor, corría a cargo de José Andrés Godoy Cano, con presencia del alcalde de Jódar, José Luis Hidalgo, la primera teniente de alcalde, María Teresa García, el párroco de la Asunción y anterior pregonero, presentador del pregonero en esta edición, Pablo Luis Armero, y el cronista oficial de la ciudad, Ildefonso Alcalá Moreno, presentador del acto, y actuación de la ‘Banda de Música Pedro Gámez Laserna’, que interpretaba cuatro marchas procesionales.

El acto contaba con una escasa presencia de público, que apenas superaba las cien personas, con mínima representación de las cofradías y grupos parroquiales locales, a pesar de tratarse del pregón oficial de la Semana Santa galduriense.

Ildefonso Alcalá, en su presentación, hacía referencia al esplendor de la Semana Santa de Jódar y a la conmemoración de la concesión del título de ciudad, “… Por invitación del coordinador de la Unión Local de Cofradías, Pedro Sánchez Álvarez, me encuentro de nuevo, tras muchos años, en esta tribuna. Hoy con dos grandes amigos como protagonistas. Jódar inicia su Semana Santa, con el esplendor que la caracteriza y en un año, tan especial, como este, en el que celebramos el centenario de la concesión del título de ciudad…”.

Como viene siendo tradicional, el pregonero del año anterior, en este caso Pablo Luis Armero, ejercía de presentador del pregonero de este año. Lo definía como un cristiano sencillo y cercano, “… Desde niño, junto con sus hermanos Juan y Antonia, ha vivido su fe en la comunidad parroquial de Fátima. Una fe basada en el evangelio, que, una vez casado con su esposa María Jesús, ha querido transmitir, con la dulzura que lo define, a sus hijas María Jesús y Andrea. Me atrevo a decir, que si en algo se manifiesta su fe, es en la manera que vive su matrimonio y el ser padre. Con entrega ilimitada, con ilusión, alegría y orgullo, por la familia que Dios le ha regalado. Su misma profesión es, para José Andrés, una vocación y una entrega: Enfermero…”.

Momento del pregon de José Andrés Godoy

Momento del pregon de José Andrés Godoy / Antonio Plaza

José Andrés Godoy, titulaba su pregón ‘Pasión y amor de una Madre’, en el que hacía un recorrido por la Semana Santa Galduriense, remontándose a sus primero contactos con el mundo cofrade de la ciudad y a todas las facetas en las que ha participado.

Pregon de Semana Santa de José andrés Godoy Cano

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XXVII PREGÓN DE SEMANA SANTA 2019

Pasión y amor de una Madre

¿Conoces tú mi pueblo?

¿Conoces tú mi gente?

¿Conoces tú mi anhelo?

Conócenos y vente.

Reverendísimos señores párrocos y señor pregonero anterior, ilustrísimo Sr. Alcalde, integrantes de la corporación local, juntas de gobierno, cofrades y hermanos de Jódar, señoras y señores:

Antes del inicio de este pequeño acto, he de agradecer, con mis primeras palabras, a D. Pablo Luis por la presentación realizada. Grato es el tiempo que puedo compartir con él, mientras las anécdotas de tiempos pretéritos discurren por la mesa con el asomo del sorbo de un café con leche. Largas caminatas han sido las que han acompañado nuestro compromiso de amistad, al igual que nos daba cobijo el polvoriento camino, los campos pasan a nuestro lado, mientras la suave melodía de nuestras historias discurrían permitiéndonos un pasatiempo barato y agradable: andar con un amigo. Por todo ello... gracias, por todo esto, presentación incluida,… gracias, por todo lo que nos queda… gracias.

Desde Andaraje a Fátima,

desde los huertos a los llanetes,

  • Presentación y agradecimientos:

en esta semana… y la siguiente.

Semana de Pasión de aromas,

de sones de tambor y clarinete,

de sonido de llamador y campana,

de sentimientos que crecen.

Crecen de domingo a domingo,

viendo a Jesús presente,

acompañando a nuestra Madre,

con sufrimiento creciente.

Con Cristo seguros vamos,

que todos lo comenten,

que seremos seguidores de Él,

y manantial de esa Fuente.

Lo que cuesta intentar escribir alguna palabrilla para daros a conocer la Semana Santa de Jódar. Pero antes de comenzar hemos de hacer referencia a una cosilla: celebramos este año el centenario de la concesión del título de ciudad a esta que es nuestra ciudad de Jódar

He de decir que cuesta de manera inmensa enlazar, con objetiva mirada, cada uno de los momentos que se representan en los días de la Semana grande.

¡Lo que cuesta mostrar el arduo trabajo de cada hermano, cada directivo, cada voluntario, cada profesional, cada párroco para conseguir ensalzar la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor!

¡Lo que cuesta dejar en el candelero alguna referencia que por la importancia que tiene en mi vida, en nuestra vida cofrade, olvidé mencionar creando gran frustración en mi soliloquio recordando aquel pequeño concepto, tan importante, archivado en la memoria a destiempo! Esa memoria que nos impide recordar el qué, el cómo, el cuándo y el dónde cuándo requerimos esa información, pero que nos deja correr la información en los momentos más inadecuados de todos, cuando era importante, y ahora representa un comentario que nos muestra lo que pudo ser y lo que no será.

Intentaré por todos los medios, y algún que otro recurso lingüístico, mostrar qué sentimientos me produce la Semana Santa y en especial la Semana Santa de Jódar, ya que hemos venido para ello y podré tener un momento para poder hablar mientras vosotros escucháis. Pero antes de nada me gustaría que escuchéis una de las letras que más me han llamado la atención. Ha sido versionada en múltiples ocasiones

Oh, la saeta, el cantar

al Cristo de los Gitanos

siempre con sangre en las manos,

siempre por desenclavar.

Cantar del pueblo andaluz

que todas las primaveras

anda pidiendo escaleras

para subir a la cruz.

Cantar de la tierra mía

que echa flores

al Jesús de la agonía

y es la fe de mis mayores

¿Oh, no eres tú mi cantar

no puedo cantar, ni quiero

a este Jesús del madero,

sino al que anduvo en la mar!

Esta pequeña obra de arte Machadiana, mundialmente conocida, ya no sólo por él, sino por la ayuda prestada por Joan Manuel Serrat, puede ser llamada la banda sonora de la Semana Santa. Para mí fue un gran impacto la primera vez que tuve la oportunidad de escucharla, aunque fue un terrible dolor de cabeza la primera vez que la canté, ya hace mucho tiempo, en el coro de Fátima… ya ha llovido mucho, pero estaría bien que lloviera más.

El inicio de mi época cofrade empezó hace mucho tiempo. El EURO aún no había llegado a nuestras vidas y, la verdad, no se le esperaba. Por aquel entonces, se iniciaron algunos actos que han ido evolucionando.

Una de las cosas que llamaba la atención era el hecho de que en las estaciones de penitencia, en la presidencia, en la parte principal de la comitiva penitencial, acompañaban representantes de las demás cofradías, convirtiendo esta parte del grupo en un collage de imágenes de las distintas cofradías en una estación de penitencia… poco a poco ha ido desapareciendo esta imagen de los recorridos procesionales, alguna vez acompaña algún representante de alguna foránea cofradía, pero desaparece en el olvido esta imagen de convivencia…

Por aquellos días mi hogar era compartido por cinco individuos. Éramos cinco personas. La Petra La Norra, Andrés el Rejilla junto a los tres vástagos que han nacido de la unión del amor de estas dos personas, Juan, el mayor de los tres, Antonia, la única hija, y el que os habla, el más pequeño de la familia.

De estas personas, cuatro orientaron mi vida a lo que soy ahora: un enfermero, un devoto de mi pueblo y un amante de mi hogar, ahora creado conmigo, mi esposa y mis dos niñas…

Algo curioso y un poco personal... voy a intentar describir esta relación que tengo con la Semana Santa.

Mucho atractivo tiene para mí este periodo de tiempo.

Una semana… una semana parece que es poco tiempo, pero… os voy a contar algunas cosillas… La primera y más importante, por lo que se ha creado tras ello, fue una salida procesional. Una salida procesional en la que, a través de mostrar opiniones enfrentadas en una conversación de religiosidad popular, empecé a conocer a la conductora, la guía, a mi compañera y actual esposa y madre de mis dos hijas… me refiero a María Jesús. Creo que si aquel año no hubiera estado bajo el paso, con mi costal, mi faja y mi maltrecho cuerpo, probablemente no hubiera alcanzado uno de mis mayores proezas… conocerte y enamorarme de ti. ¿se va viendo lo importante que ha sido la Semana Santa para éste que os habla?...

Como iba diciendo, todo empezó hace mucho tiempo. No era aún hermano de la cofradía que este año encabeza el cartel y ya estaba representándola en distintos recorridos penitenciales… de estas cosas la culpa fue de mi hermana: sí culpa tuya, no intentes esconderte hundiéndote en el sillón, ella fue la que me dio el empujón para procesionar, ella fue la precursora del ánimo que me insufló para conocer otro aspecto de la Semana Santa que desconocía… la Semana Santa por debajo, ya que empecé los ensayos con la Virgen del Calvario en su Mayor Dolor en un paso múltiples veces reconstruido, solucionando sus pequeños errores con mucho amor, mucha dedicación y muchos puntos de soldadura, sobre todo de esto último. Pero era increíble como esa pequeña unión de unos maderos y unos metálicos soportes, se iban transformando en lo que sería el primer paso procesional llevado por las mejores ruedas que puede tener una cofradía… sus hermanos.

Pero… mis recuerdos en Semana Santa, van un poco más lejos…

Al lanzar mi memoria hacia atrás tengo el recuerdo de aromas que no corresponden con el azahar sevillano, ni con el incienso, mis recuerdos aromáticos son a una vieja alacena en la pared de una casa de adobe con suelo de arenas y piedras que, cuando la escoba pasaba por su superficie, acariciando el sinuoso suelo, levantaba más arena de la que se llevaba. Recuerdo el sabor de una galleta María, ofrecida en la casa de mi abuela y disfrutándola en la compañía de mis primos mientras los tambores sonaban y el sonido acompasado se acercaba al lugar donde nos deleitábamos con el sorbo de un vaso de agua…

Mucho tiempo ha pasado ya desde aquel entonces… sin embargo, hubo también alguna que otra persona importante y que puso su pequeño granito de arena para que estemos donde estamos…

Recuerdo mi primer ensayo… no teníamos ni costal… no sabíamos lo que era un costal… ese primer ensayo lo hicimos en la cochera de una persona amante de su Virgen del Calvario, me estoy refiriendo a Antonio Pastrana… seguro que estarás haciéndole algún truquillo a la cohorte de ángeles que están en alabanza continua a Nuestro Señor… y seguro que estarás por ahí buscando costaleros, entre ellos tendrás a Mateo Serrano Cano devoto mariano de la Expiración, porque hay que decir que Antoni iba a la caza y captura del costalero, no cejaba en el empeño de una búsqueda mayor.

Quiero aprovechar para comentar que ha habido mucha gente que ha colaborado intensamente con la creación de lo que hoy conocemos como la Semana Santa de Jódar. Hay mucha gente que se queda en el tintero, hay mucha gente que nos ha dejado, pero que, en cierta manera, están por aquí ayudando a sobrellevar el peso de un paso… o de un trono, que la semántica no tenga carácter distanciador, o colaborando con la banda en ensalzar la sinfonía que nos evoca a una pasión certera, de sufrimiento bien llevado, o como nazareno cumpliendo la estación de penitencia con alegría como un siempre bien amado penitente, o como dulce espectador que sabe aguantar la mirada mientras el desfile pasa por un lugar complicado… pero hay otra gente que ha sido una influencia muy directa sobre mí. Pasé algún tiempo, no todo el que me hubiese gustado, con dos personas muy importantes en estos aspectos semanasanteros: José María Balboa (del que creo que me inició en el gusto por la conservación artística) y D. Manuel Agudo, el antiguo párroco de la Asunción de Nuestra Señora con el que era costumbre el paseo en la lonja de la iglesia. Cada uno de nosotros podemos poner a cada uno de ellos en primer o segundo lugar, yo los equipararía, colocándolos a un mismo nivel. José María Balboa era un artista podemos decir que lo era con la madera, pero también con la fotografía, podemos decir que también lo era con la palabra, pero también con el alma. Siempre estaba para solucionar aquellos pequeños (o no tan pequeños) problemas que podíamos tener con el paso, con la pintura, con una imagen, con un adorno de metal, con una pieza… cuando sus manos trabajaban se podía descubrir como los ángeles guiaban sus dedos para conseguir la realización de tan deseado proyecto. Era un placer verle trabajar.

Y de D. Manuel, ¿qué puedo decir de él?. Era amigo, como ya he dicho con anterioridad, de pasear por la lonja de la iglesia al acabar una misa. Éramos muchos los que le esperábamos para poder departir con él de unas y otras cosas. Durante su último periodo se inició la actualización o legalización de estatutos de las distintas hermandades, junto con la aparición de las cuadrillas de costaleros, por lo que, con lo amante del orden que él era, hubo de empezar a sufrir todo el trasiego que se avecinaba cuando el calendario cuaresmal iniciaba su camino.

Aprovechando que os hablo de los estatutos os puedo comentar una anécdota:

Mientras se tramitaban los correspondientes a la Expiración y Calvario (a los estatutos me refiero) estaba yo estudiando segundo año de Enfermería en Jaén… que viéndolo desde este punto, sí que ha pasado mucho tiempo… pues aprovechamos que me podía acercar de vez en cuando por el Obispado (de las veces que pasaba por allí, casi me daban llave), para solucionar cualquier problema que pudiera ocurrir con los trámites documentales. Allí conocí a una gran persona: D. León Suárez Palomares, delegado episcopal de Hermandades, una persona agradable y entusiasta de su labor. Intentaré no perder el hilo… como decía... iba yo casi todas las semanas al obispado, o al seminario, allí donde él estuviera para intentar agilizar los trámites y tal era la presión ejercida y de forma tan intensa... que un día de verano llamo en vacaciones (en vacaciones de él)... pero… ¿Quién te ha dado este número de teléfono?, me preguntó, algo enfadado. Usted D. León, me dijo que iba a pasar las vacaciones con su hermana y me facilitó el teléfono para recordarle… algo que, en ese tiempo, sería importante, pero con los acontecimientos que después han ocurrido en mi vida, pues dejó de ocupar ese necesario espacio en la memoria que debe ser ocupado por cualquier otra cosa... Al final, conseguimos la actualización de los estatutos… seguro que no fue por falta de insistencia...

Como he dicho, mucha gente ha pasado por aquí, mucha gente nos ha dejado, todos impactaron de una u otra forma en nuestra vida, en nuestro espíritu cofrade… espero que puedan disfrutar de la Semana Santa en vivo con la presencia de Dios Hijo y la compañía de todos aquellos que siempre serán la quintaesencia del sentimiento cofrade.

Hay historia y momentos. Un momento de importancia fue la primera salida en falso que hice como porteador de una imagen. Aquel año, intentamos procesionar, pero el tiempo no acompañaba. El ulular del viento y la fuerza del soplo aéreo provocaba que la imagen mariana corriera peligro al ser vapuleada por el impulso que este invisible enemigo imprimía sobre el rojo manto de la imagen. Fueron las primeras lágrimas de una salida inexistente, aunque no fueron las últimas. En estos menesteres estaba yo, (o sea lagrimeando) y mi amigo Miguel me dice: pero… ¿no estabas aquí por el ejercicio? Ciertamente, uno llega aquí por sus propias razones, pero se suele quedar por el amor a sus imágenes y la agradable compañía de un grupo de amigos.

Amigos se conocen a lo largo de estos años. Amigos que, por los designios del destino o por el deseo de Nuestro Padre, te acompañan durante parte de tu vida o durante toda ella.

Por aquellos tiempos se vivía de una manera intensa el aprendizaje de la Semana Santa. Os pongo un ejemplo de cuatro amigos: Un tal José, un tal Luis, Un tal Ildefonso, un servidor, un par de reproductores de video y un fin de semana.

Por aquel entonces había una publicación periódica que incrementaba su tirada en tiempo de cuaresma, me refiero a “El Correo”. Este diario iba acompañado de distintos productos en torno a la Semana Santa Sevillana, y ese año tocaron videos por aquel entonces eran 52 hermandades con un video de cada una de ellas… y decidimos grabarlos. Qué cantidad de videos… que cantidad de entradas… y de salidas… y de nombres impronunciables e irrecordables de lo largos que eran… comenzamos el viernes y acabamos el domingo… terminamos hechos polvo… por aquellos tiempos era muy importante conocer.

Pero no ha sido lo que más tiempo me ha llevado. Una vez, digamos que fue en torno a enero, nos dedicamos a realizar los cuidados mínimos que conlleva una salida procesional… nos llegó una parte metálica del paso de cristo y me tocó a mí pues pintarla… y la pinté… me dijeron que con minio (una base protectora o imprimación que evitaba la oxidación de esta pieza)... y minio yo le di. Por esos días casi todo lo hacían los hermanos y devotos: lijaban, pintaban, barnizaban, esculpían, tallaban, etc.

Llegada esa Semana Santa (digamos que en abril) salimos de estación de penitencia, pues bien, el color predominante en las blancas camisetas de los costaleros era… el naranja… creo que el minio, la pintura protectora, no se llegó a secar hasta el año siguiente... yo sigo convencido que la culpa era del estado de conservación de la pintura… aunque, seguramente, alguien piensa que fue debido a las manos de pintura que se le dieron, ¿no es así Ildefonso?...

No me quisiera encuadrar dentro de los de “cualquier tiempo pasado fue mejor…”, pero sí que me quedaría con unos detalles: había dos establecimientos que tradicionalmente eran usados en Semana Santa como sitio de reunión cofrade: El Perfil y el Nenúfar y antes el Nono. Uno en su vertiente cervecera y otro en la vertiente cafetera. En ellos se abrían interesantes debates acerca de los pequeños detalles que diferencian cada uno de los compuestos de una vestimenta mariana, el estilo con el que un paso se decora, etc… Momentos que nos hacían vivir un poco más intensamente la larga espera que conlleva algo más de 11 meses sin Semana Santa.

Con la Expiración he podido experimentar la Semana Santa desde varios puntos de vista.

  • · He participado como directivo, (desde un preboste primero), con Seba Ferreiro, que era el segundo, realizando actividades, como una obra teatral…, hasta el último puesto de responsabilidad que tuve hace ya algunos años, de secretario. Tras ese servicio a mi cofradía permití que otros hermanos tuvieran el honor y placer de poder compartir este tipo de experiencias dentro de una junta directiva.
  • · También de costalero. Durante largos años (siempre pocos) he observado una estación de penitencia desde debajo de un paso. Observar el quejido crujir de la madera mientras nos acompaña con el sonido de una marcha o haciéndonos compañía en una levantá a fuerza… son experiencias a vivir y plenamente recomendables.
  • · De nazareno o penitente, participando en el desfile procesional, embelleciendo el recorrido de la estación de penitencia, con el silencio, la seriedad y el compromiso, puesto que todavía intento continuar ejerciendo y espero poder hacerlo en unos días…
  • · De mano de obra, porque es necesario y porque siempre falta gente. Es importante tener una colaboración activa en cada una de las actividades que realiza nuestra Cofradía, la participación nos ayuda a comprometernos más con el sentimiento positivo
  • ·

Siempre he creído que la Semana Santa era una acción de gracias a Nuestro Salvador así que espero que me podáis perdonar que tenga un pensamiento un poco individualista con alguna de las cosas que voy a comentar por aquí.

Por su amor nació el Hijo,

por su amor correspondido,

por su amor nos trajo a Dios,

y por su amor ha fallecido.

Falleció y resucitó,

se condenó y ajustició,

se mató y crucificó,

se alabó y se repudió

Que nadie en la sala lo diga,

que ni por casualidad se mencione,

que Jódar no es afectiva,

que Jódar no es creyente.

Creyente de cirio y encuadre,

creyente de Faja y costal,

creyente de corneta y timbal,

creyente de Jesús y de su Madre

A una Madre

Con regocijo, alegría y ternura, Paz tú eres,

mientras le acompañas Esperanza adonde fuere,

con sus azotes, tú Caridad y Piedad, que tú sientes

ante su público escarnio Fe y Amor falleces

y le recoges en sus caídas Amargura que puedes

en el Calvario con tu Mayor Dolor le pierdes

y con Dolores y Soledad tú también mueres.

La realidad de una sola Madre a quien quieres,

en siete momentos de pasión, con grandes deberes,

acompañando al hijo del Gran Padre en sus menesteres

y en Jódar, sintiéndonos contigo parte en tus quehaceres.

Domingo de Ramos

A mí siempre me ha gustado decir que la Semana Santa de Jódar no comienza el Domingo de Ramos, yo creo que es el final de la Semana Santa, es el culmen de tantas cosas como se ha realizado al cabo de tanto tiempo. Voy a tratar de explicarme...

Para cualquier visitante la semana santa empieza su camino el domingo de ramos. Sin embargo, en esta fecha, el domingo de ramos, es cuando finaliza el camino de todo un año de andadura, todo un año de actividad, todo un año de trabajo, de sorpresa de emoción y de satisfacción.

La estación de penitencia de este día viene marcada por la juventud. Viene marcada por la rayada túnica hebrea. Viene marcada por el sonido de los primeros acordes musicales que despiertan el ánimo a la gente que nos encontramos ahí.

Primera estación de penitencia. Primera salida procesional. Primer paso que se recorta en la sombra de la puerta en la salida del templo parroquial, y en ese momento se funden las dos parroquias en una sola, porque el pueblo se siente unido ante la primera marcha, el primer himno nacional que nos va a marcar la piel con la erección del vello, mientras unos cortos pasos hacen avanzar el paso de Cristo hacia la lonja de la Iglesia. Aunque este hecho va a repetirse con posterioridad durante el transcurso de la semana, es en ese momento donde nos damos cuenta que ya está todo aquí, que ya ha llegado, mientras la luz del domingo baña las andas del paso, mientras Dios se asoma a ver a su Hijo desde las alturas, mientras las fuerzas de quien porta al rey del mundo van impulsando los sentimientos al grupo parroquial de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén y María Santísima de la Paz en dar los primeros pasos en la Semana que en ella empieza, dan la salida a los siete días intensos que procuran hacernos rememorar aquellos últimos días del Cristo humano.

Podemos acercarnos y mirar, ver como con los leves movimientos del andar, del racheo de unas zapatillas sobre la calzada nos acerca a otros momentos… nos inspira a esos instantes en los que el esfuerzo diario nos ayuda a conseguir los objetivos fijados, un esfuerzo que esas personas realizan de forma altruista, un esfuerzo para intentar emular la gran carga que Nuestro Señor llevó a sus espaldas, mientras que por sus ojos pasa el corto transcurso del tiempo que le queda en este mundo. Sabedor de la alegría con la que es recibido y temeroso por los momentos de gran sufrimiento que le quedan por pasar hasta que se reúna nuevamente con el Padre,… y tras Él aparece su madre, aparece Nuestra Madre, se vislumbra La Madre. Durante toda esta semana al paso de Cristo lo va a acompañar una imagen mariana por norma.

Este día está dedicado al recibimiento de nuestro Señor a su entrada a Jerusalén. Como he comentado, entre vítores, alabanzas, ramas de olivo y palmas es recibido por el llano pueblo, no lo reciben reyes, no lo reciben potentados, no lo reciben mandamases... lo recibe el pueblo, la gente humilde, la gente de Jódar mientras acompañan al grupo parroquial en la estación de penitencia, mientras “La Borriquilla” inaugura esta manifestación de oración y de amor de unos hijos a un Padre que siempre esperan poder ensalzar con una oración de esfuerzo, con una oración de trabajo, con una oración del sentimiento de alabanza a un padre y a un hijo que todo perdonan.

El domingo de ramos es el anuncio de que todo lo que le sigue es arte, es esfuerzo, es oración, es penitencia, es la gratitud de un pueblo a la salvación por nuestro padre, pero también es el reconocimiento a tanta gente que le dedica tanto tiempo a contribuir que la Semana Santa de Jódar esté considerada entre las más impactantes de nuestra provincia.

La Entrada a nuestra Semana Grande,

Virgen de la Paz, niños con turbante,

amor Materno, mecido con arte,

lágrimas de Pasión, mirada “pa Lante”

Tu hijo a lomos de asno galopante,

los olivos y palmeras en la calle,

con alegría y entusiasmo, gigante,

UNA SEMANA DE DOLOR QUE SE EXPANDE.

El Martes Santo es en Jódar día penitencial, el Santísimo Cristo del Consuelo y la Merced recorre las calles del Jódar nuevo, de la barriada de Fátima. Su muerte derrime y nos mueve a la oración siguiendo las catorce estaciones de su pasión. También los broncos sonidos invaden el conjunto histórico desde el castillo, penitencia ante una cruz desnuda: Lignum crucis.

Miércoles Santo

Mientras la noche llega el sonido nos capta la atención. Somos capaces de ir descubriendo esos nocturnos sonidos de los metales mientras el tambor retumba en la calle. Está llegando.

Verde esperanza inunda la calle. Verde esperanza inunda el pueblo. Verde esperanza inunda el alma. Esta noche procesiona la Oración del Huerto y la Esperanza.

Comenzamos con los momentos inquietantes de Nuestro Señor. La noche bajo el olivo llega e impregna el ambiente de soledad, de incertidumbre mientras se aproxima el gran momento. El gran momento del sufrimiento, la cercanía de la pasión pública comienza a mostrarse en su rostro, un rostro dubitativo, un rostro meditabundo pero también un rostro con convicción, con el conocimiento pleno de lo que está por acontecer.

Nuestra oración del huerto es el conjunto escultórico con el número más alto de figuras, ya que hasta cinco de ellas encumbran este miércoles santo… y detrás, en la soledad de su paso, María…

Con seriedad y respeto Cristo es llevado a mostrar su rictus pasional por las calles de Jódar. El paso, con la silenciosa marcha de la obra venida de los talleres de Francisco Palma Burgos, cuya belleza destaca en la noche que promedia la semana de pasión. Seguido por palio de esperanza y plata cuyo reflejo acerca la imagen mariana al momento de casi la asunción de nuestra Señora, mientras su mirada nos inunda de gran amor que esta madre demuestra a su hijo y nos hace llegar mientras nos sentimos compungidos por los terribles grandes momentos que están por llegar.

Costaleros llevan a la madre impidiendo que ésta se aleje de forma desmesurada de su hijo.

Piel morena, rostro dolido, mirada baja, imagen que nos acerca al dolor sentido por el momento que está pasando su hijo… y sudó sangre, tal era el gran pesar del conocimiento de los momentos que le esperan mientras su mirada se dirige a las alturas, orientada por la mano del Ángel Confortador…

De rodillas con los brazos de acogida, abiertos y semi-extendidos en acogida del tiempo siguiente, con gran temor por el sufrimiento que va a tener en los días venideros, pero con gran valentía ya que, aunque su palabras pedían apartar de Él, de sí, este cáliz, dejaba a su padre la decisión por la que había llegado a esta tierra de sangre y escarnio público con su palabra: “Pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.

¿Qué terribles imágenes ha pasado por sus ojos?, esos ojos de dulzura, de perdón, de transigencia con el destino que ya estaba concebido para sí, mientras, orante, se sobrepone de tan terribles momentos que está sufriendo.

Y mientras tu madre espera. Espera que todo esto pase. Espera la ayuda de tus discípulos. Espera que los habitantes de Jódar le echen una mano, que puedan levantarlo del suelo y animarlo, salvarlo de tanto sufrimiento, espera que el niño que fue vuelva. Aunque sabe ya desde años atrás que su hijo, que el Hijo de Dios está aquí para este sacrificio. Que gracias a Él obtendremos el perdón, se nos limpiará la mancha que nuestros primeros padres nos dejaron desde el nacimiento, nos ayudará a recobrar el amor, la tranquilidad de que el Padre se ha reconciliado con nosotros.

Mientras tanto buscas consuelo entre tus amigos, tus allegados, y durmiendo los encuentras, cuántas veces nos hemos encontrado a nuestros amigos como durmiendo ante cualquier problema que nos afecta, pero sólo duermen ellos, todo el pueblo está en la calle, a tus pies, en espera de poder acompañarte en tu camino de entrega, en tu camino de oración para evitar que la traición de uno de tus discípulos te llegue estando a solas, durante tu estación de penitencia no te dejamos solo, ni a tu madre, a nuestra madre que nos hacemos hijos suyos para intentar conseguir que su dolor sea menos en espera de poder conseguirlo y con la mirada puesta en la gracia de Dios padre.

Orando en el huerto tú estás,

a tu muerte tú irás

solo en tu camino estarás

solo en la cruz te verás

Con gloria a nosotros volverás

momento de penuria pasarás

por un tiempo este mundo dejarás

para volver aquí te quedarás

Jueves Santo-Viernes santo y Madrugá

Hay tres días en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi, y el día de la Ascensión.

En estos dos días que tenemos por delante realizan su estación de penitencia la mayoría de las cofradías de Jódar, la mayoría de las imágenes principales del martirio de nuestro Señor.

Mientras Jueves Santo aparece, la incertidumbre, el nerviosismo y la intranquilidad se vislumbran en el transcurso de un día tan ajetreado como el que nos espera a continuación.

Digo día y no días porque el Jueves Santo y Viernes Santo están estrechamente unidos por la madrugá. Este día de duración extensa concentra en su periodo a cinco cofradías.

Columna y Azotes

La mañana del Jueves Santo está centrada en Nuestro Padre Jesús en la Columna y Azotes y María Santísima de Caridad y Piedad una de las hermandades más jóvenes y una de las cofradías más longevas en portear los pasos sobre los cuerpos devotos de los integrantes de esta cofradía.

Con el cuerpo bendecido por los azotes de un sayón a los pies de un Poncio Pilatos con la mirada retirada del Hijo del Hombre, dirigida al pueblo que está presenta en su estación de penitencia. Un soldado romano con afilada lanza en su mano que bien podría ser Longinos con la lanzada que le daría la puñalada de gracia en el momento de comprobar el fatídico resultado de la crucifixión.

Trasladado por sus hermanos, estos dos pasos ensalzan con esplendor la pasión de Nuestro Señor. La mañana de Jueves santo se ilumina con la refulgencia del Paso de misterio que antecede a María Santísima de Caridad y Piedad que con brillo plateado va recogiendo los suspiros y duelos que Jesucristo deja escapar con cada uno de los movimientos de látigo que va provocando profundas heridas por las que obtendremos el perdón de Nuestro Padre.

Y mientras la Madre del perdón, la luz de nuestra vida, camina tras él derramando lágrimas de madre que no entiende todo lo que está pasando con su hijo, con el sacrificio que está ocurriendo delante de ella.

Su pasión y gran amor, de la madre a su hijo, derramada cuan manto de piedad sobre los cofrades que portan con arte la pesadez del alma de esta madre que desespera con cada uno de los movimientos de la mano que porta con dureza el sanguinario látigo que va dibujando las marcas de la pasión en el ensangrentado lienzo de la piel de Nuestro Señor, la gubia del látigo provoca sinuosas tallas en el maltrecho madero del cuerpo de Jesucristo y mientras Él deja escapar un ahogado gemido marcado en sus labios.

Poco a poco nos vamos acercando al terrible momento del desaliento que provoca la expiración de nuestro señor, aunque más adelante será tornado todo en alegría y júbilo, pero eso será un poco más adelante, con la resurrección de Él.

La mañana del Jueves Santo se va alejando del cénit de nuestro sol sobre nuestro pueblo, mientras es observable el sufrimiento de los penitentes por la sucesión del día, el sol es un acompañante asiduo al desfile procesional de esta congregación de hermanos ya que no quiere dejar de observar la belleza del ritmo del desfile que desde la cruz de guía hasta el último músico de palio que loa con música, esfuerzo y trabajo además de la pasión mostrada por los integrantes de esta hermandad. Mientras la Gran Madre muestra sus mayores pesares, mientras sigue caminando al encuentro de un hijo por el que siente dolor y amor. Amor inmenso, el amor de la madre que observa el maltrato sufrido por su hijo, por las descarnadas torturas que sufre bajo el terrible instrumento de dolor que es el pecado.

Por el pecado, por nuestro pecado, por la rotura del contrato establecido con Dios Padre en una antigua época en la que se antepuso la debilidad del placer fácil de vivir para el disfrute del momento.

Por el pecado de la desidia, de la inoperancia, de la ausencia del sacrificio, por todo ello, por todo esto, cada latigazo dado por nosotros en cada movimiento realizado por el sayón, movimiento que es transmitido al artefacto de dolor que empuña con enérgico pesar para todos nosotros.

La mañana ha pasado ya, con la caricia de la tarde, Columna y azotes regresa al templo, siempre en compañía de Caridad y Piedad, dejándonos con ganas de poder seguir acompañando a esa Madre y a ese Hijo hasta el fin de su camino y sólo nos queda contemplar, tras la última nota musical correspondiente al himno nacional, la estación de penitencia finaliza para esta cofradía, no sin antes celebrar el esfuerzo realizado.

Azotes en tu cuerpo tienes,

cada marca es una expiación

cerca están los jóvenes,

cerca en tu corazón

Y mientras tú, madre

compungida en espera,

ya estará con el padre

y todo con Él queda

Humildad

Silencio en la tarde de Jueves Santo. Antesala de la Madrugá, inicio de la noche más larga, no por el curso horario de la misma, sino por el hecho de esta concentración de actividades devocionales en la calle. Jueves Santo día del Amor fraterno, oraciones ante los Monumentos eucarísticos de nuestras iglesias. Día de la Caridad.

Con el inicio de la noche al descender el sol por la Serrezuela, ocultándose de la mirada de un pueblo fiel a sus tradiciones, se cubre la plaza de España de morado color de servicio. De servicio al Padre, de servicio a la Madre, de Servicio al amado hijo que queda expuesto al pueblo que desea su muerte.

El Santísimo Cristo de la Humildad es expuesto a Jódar es admirado por la imagen maniatada sosteniendo el báculo de poder y la corona de espinas que le dieran los romanos para intentar humillarlo públicamente, y muestran la grandiosa imagen de un Cristo que espera la fatídica muerte que está a la vuelta del día, sin prisas, porque el final de su vida será el renacimiento del pacto hecho con Dios.

Mirada descendiente, cabeza con ligera inclinación, torso al descubierto, muestra de la sencillez de la persona que ha vivido sin ostentación de ninguna forma, sólo cubierto por una sencilla túnica, una capa, un cetro y una corona. Una corona de dolor que será su compañía hasta el momento de su crucifixión , corona que lo muestra como rey de un pueblo que desea su nueva llegada, rey de unos seguidores que , en ese momento, le han dejado abandonado, pero ese pueblo no es el de Jódar. este pueblo te acompaña , está siempre a tu servicio, alaba cada uno de los pasos que das, eres escoltado por esta población mientras realizas tu estación de penitencia, mientras vuelves a ver estas calles que desean que tus cargadores te elevan por encima de todos y alcanzar mayor gloria en cada uno de los pasos que dan, mientras el susurro de un sonoro racheo nos hace recorrer una descargar de forma ascendente por la espalda y nos provoca que nuestra piel, nuestro vello, se erice, se encrespe, comenzamos a sentir el horror del martirio que estás sufriendo por todos nosotros.

Mientras, tu Madre, nuestra madre, sigue tus pasos con la belleza inusitada que le hace destacar por encima de las demás mujeres. Lagrimosos ojos de perla y diamante, humedecidos por el agua del sufrimiento nos muestran que el amor de una madre está muy por encima de los sentimientos terrenales que tenemos todos aquellos que con gran alegría nos acercamos a tus pies.

Nuestra Señora de la Fé y el Amor, amor siempre demostrado, amor siempre contemplado, amor siempre sentido, en espera de que estos sentimientos te ayuden a superar el gran trauma de la próxima certera muerte de tu hijo.

Fe en las palabras del Padre, fe en los comentarios que nos ha hecho Jesús de su resurrección, pero sigues siendo una madre apenada, dolorida por la pérdida que va a ocurrir dentro de poco tiempo.

Y sigues esperando a que pase este dolor rápidamente. Y continúas caminando tras de tu hijo, caminando sobre las almas de tus hermanos que acompañan tu fe y tu amor hasta el cierre de tan penoso tiempo, hasta que las puertas del templo nos dejan con la sola mirada de la oscurecida madera que te resguardará durante un año más de las admiradas estrellas que desean nuevamente acariciar tu palio con el resplandor de su luz y de la luna de nisán

Y en la lonja quedamos. Sorprendidos del momento ocurrido, de la belleza que ha pasado por nuestras calles, de la música acompañada de la dulce mecida de quien porta a las imágenes. En espera del siguiente momento y deseando haber acompañado a esta madre un poco más, porque todos sabemos el mal que le espera, el mal que ya mismo acabará con la vida del hombre bueno, del mal que está producido por nosotros mismos y que, gracias al cordero inmaculado, gracias a su cercano sacrificio, el Gran padre nos volverá a acoger.

Tú eres fe y amor

tú eres hermosura y dolor

tú eres madre y honor

tú eres pasión y temblor

Y tu hijo en espera sangrante

siempre con pie adelante,

siempre erguido, gigante

y con mirada deslumbrante

Viernes Santo

Madrugá

Ntro. Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Amargura.

El nocturno silencio del oscuro camino que une el Jueves con el Viernes Santo es interrumpido por el lastimero bramido del sollozo de unos arraigados tambores que desgarran la noche precediendo el despertar de la adormilada población que espera con deseo la tenue luz rojiza de un tardío amanecer que bañará en tonos ocres el aclamado acto de la limpieza de la bendita faz del Salvador del Mundo.

Nuestro Padre Jesús Nazareno inicia su estación de penitencia antes de que las primeras luces del alba del Viernes Santo logren acariciar el suave terciopelo que cubre la talla de esta imagen en nuestra localidad.

Como es de tradición el recorrido procesional es iniciado en el final de las hermandades precedentes, imponiendo su impronta y ayudando a que la población esté completamente desperezada de las emociones vividas hasta este momento en el que ha llegado el día de la muerte de Nuestro Señor.

Tras Él continúa La Madre, mirada ascendente con el espíritu dolorido y corazón sangrante. Como techo de palio, el mejor Gloria del que dispone la humanidad, un veteado celeste con borlas de amanecer y cordón soleado con el resplandor del día.

María acompaña a su Hijo hacia el Gólgota. Él con faz cabizbaja, no por aprensión, no por vergüenza, sino por el cansancio de una escalofriante semana que lleva como hilo conductor la muerte de ese terrenal cuerpo y, tras un tiempo, la resurrección del mismo.

La frente decorada con las joyas realizadas con una rama de espino, calzado con las zapatillas de una vida de proclamación de la bondad del padre y su piel cubierta por una túnica que no será ni suya, ni dada de herencia a su madre, ni a sus devotos acompañantes, sino que será un apremio a los pies del tormento de cruz que en breve será el pesado final que le deparará a este dolorido cuerpo.

Cuerpo encorvado por el peso del artífice del martirio, por el peso del arbóreo pedestal en el que dirigirá sus últimas palabras, y con Él su madre.

Madre en la amargura del conocimiento de una separación cercana, una mortal separación que le hace contener sus manos junto a su pecho, mientras acompaña a su hijo en el último paseo matutino por la plaza de España, queriéndose despedir del fruto de sus entrañas, mientras los portadores de tan maravillosas imágenes le muestran a su pueblo que todavía sigue Jesucristo vivo, mientras la mecida que realiza el cordón que ciñe sus cintura parece que intenta evitar el corto viaje que aún resta para culminar el Gólgota.

Una pequeña parada, un pequeño descanso, mientras unas fieles nos acercan a rememorar el momento en que la faz, la Santa Faz que es mostrada en la Santa catedral de Jaén, se manifiesta milagrosamente con la simple limpieza de su rostro con un paño limpio. Y el pueblo alaba. Alaba con aplausos, alaba con los pasos tras de las imágenes de la madrugada del Viernes Santo que le acompañarán hasta que la última flor que adorna estos pasos desaparece tras el cancel de la lonja de La Asunción de nuestra Señora.

La música que ofrece el tañido del canto de las aves diurnas que no desean perderse el antiguo acto de la Verónica, como es conocido en Jódar y entre el amanecer de este nuevo día, tras una noche en vela, esperando que el momento de la crucifixión no ocurra y que el cuerpo militar de Roma, se dé por satisfecho con el sufrimiento que está padeciendo el Hijo del Hombre a manos de un sector militar que maltrata con saña a aquel que sólo ha dado perdón y amor en esta vida.

Y mientras la madre lo acompaña. Y ella le sigue. Y su pena no tiene fin. Y su amor inunda la ciudad, porque el amor de una madre hacia su hijo es inmenso e inmensa es la pena que siente al saber lo que va a ocurrir antes de que acabe el día.

Nuestro Padre Jesús Nazareno,

va camino al Gólgota, con bravura,

mientras se escucha un resueno,

y acompaña la madre de la Amargura

Jesús de mirada de consuelo,

amor de hijo con locura,

lleva arriba tu cruz de duelo,

que pronto acabará tu tortura.

Expiración y Calvario

La crucifixión es el castigo que, en época romana, se hacía para conseguir un alto padecimiento. Pero no era un castigo común.

En la tarde de Viernes Santo el Santísimo Cristo de la Expiración nos muestra su agónica imagen de una persona que está dando su último suspiro. Está dejando el suplicio de una vida de persecución. Está acercándose cada vez más al Padre, a nuestro Padre Eterno que desde el trono del cielo observa cómo Su Hijo se va acercando cada vez más a presidir la Gloria sentado a su derecha.

La nublada mirada de Jesús nos muestra cuánto amor ha repartido entre todos nosotros, todos los habitantes de esta Tierra que va a permitir que su último aliento de vida se pierda entre las brisas de este mundo y de paso a nuestra Redención.

Cristo, en una imagen única muestra una postura retorcida por el dolor manifestado al intentar capturar ese último suspiro para aclamar con sus últimas palabras el amor que siente por todos sus hermanos, nosotros, y el amor que transmite El Padre.

El cuerpo quebrado por tanto inmenso sufrimiento recibido, permite mostrar cada uno de los momentos en que Jesucristo ha sido lacerado por el castigo proporcionado por una malintencionada gente que busca con el tormento a este Hijo apaciguar a un pueblo que se siente maltratado por el imperialismo romano.

Y junto a él, su madre. Y junto a Él nuestra madre. Y junto a Él la persona que no le ha abandonado en toda la Semana de Pasión que nos está mostrando este pueblo de Jódar a través de su valiosa y artística imaginería, de arte, de esplendor, de oración comunitaria en público, de catequesis en la calle.

Arte por la música que acompañan a nuestras imágenes, arte por el dominio de la técnica de los que debajo de las imágenes dan vida a estos momentos, arte por el uso del exorno de los adornos florales multicolores que embellecen con mesura el momento de pasión que se representa en cada cofradía.

Mientras, la Virgen del Calvario en su Mayor Dolor, se deshace en lágrimas al contemplar los últimos segundos de Nuestro Señor. Con la cara ya maltrecha por el dolor, con la mirada desesperada inclinada hacia un lado y las cejas arqueadas en la que su rictus nos deja adivinar que la pérdida le sobrepasa, que ya no puede más, que el dolor manifestado por su hijo ha colmado el recipiente en el que se guardan los temores de una madre. Jesucristo muere. El último momento de vida es recogido en esta maravillosa talla, toda expresión del último momento eterno captado por las manos de su autora, segura de conseguir expresar el Gran Momento de una forma tan especial, de una forma tan reconocible, de una forma tan cruda y real, que hasta parece que la imagen se está elevando en sus pies para poder captar esa última agónica inspiración y poder, así, realizar el acto de la expiración que le llevará a estar junto al Padre antes de finalizar el día.

Las marchas de las bandas que acompañan a esta cofradía nos hacen rememorar los momentos de nuestra niñez en los que nuestra compañía era juntos a un cristo expirante a través de las calles de Jódar.

La mirada al cielo. Cristo busca entre las nubes a Nuestro Padre para que le pueda acompañar en estos últimos segundos. Y mientras se dirige a Él, y mientras se dirige a nosotros en esas siete palabras que son siete expresiones que intentan reforzar los lazos que ya ha unido con el sacrificio que está ocurriendo en este instante. El último aliento que Nuestro Señor exhala está lleno de amor a la humanidad, a esta humanidad hermana que cada día pierde el concepto de unión que nos mostró Nuestro señor al declararnos a todos como hermanos.

Y Nuestra Madre muestra el desconsuelo de la desaparición de la última luz en los ojos de Jesús. Coronada como Reina del Cielo y Tierra acompaña en el último movimiento de Su Hijo y Éste nos presenta a la humanidad como hija suya. La Madre más bella, nuestra Madre. Ella fue la primera en ser llevada por anderos en nuestra ciudad, la cofradía de los jóvenes, la que impulsó nuevos bríos a la Semana Santa de Jódar. Mi cofradía de La Expiración.

Momentos de desaliento, de tristeza, de desapego por el fin temprano de un joven hijo a manos de la insensatez que es característica común en el conjunto de los seres humanos.

Y Cristo se eleva, Cristo se acerca a Dios, Cristo fallece en la cruz en la que lo clavamos cada día, con cada pecado que nuestro ser es capaz de realizar, pero no nos abandona, ni Dios Hijo, ni Dios Padre, ni el Espíritu Santo, ni esa madre que es testigo de la caída del templo de Jerusalén, el cuerpo ya inerte de Nuestro señor.

Madre del Calvario,

madre buena y amada,

mantén en custodia el sudario,

que tus lágrimas baña.

Cristo de la Expiración,

muerte consagrada,

emprende ya la acción,

deja mi Alma salvada.

Jesús Yacente y Nuestra Señora de los Dolores y Soledad

Y Cristo ha fallecido. En una sepultura de cristal es mostrado. Una anatómica imagen que nos muestra cada uno de los sinsabores de tan corta vida disfrutada por un ser de corazón inmenso. Muerto por nosotros. Las palabras se hacen hechos, mientras el toque de oración invita al silencio y resuena hasta en el altar del magno templo que tenemos en Jódar.

Cristo yacente recostado está. Parece que en el próximo paso dado se va a levantar de un apacible sueño que le va a recuperar de una semana tan larga como la que ha vivido. Pero no. No será en este momento cuando se levante de entre los muertos para mostrar la gracia de Dios, para mostrar que Él es el verdadero Hijo de Dios. Para mostrar que nos redime del pecado, aunque nosotros seguimos cayendo en el error de seguir usando el camino fácil de una vida llena de obstáculos que ya ni saltamos, ni esquivamos, sólo nos dirigimos directamente hacia ellos pensando así que el obstáculo milagrosamente desaparecerá y nosotros continuaremos nuestro camino sin carga. Pero no es así.

Cristo ha muerto. Ha fallecido por nuestra causa, se ha sellado nuevamente el pacto con Dios, con un sello de sangre, con la sangre derramada de su propio hijo, porque somos incapaces de valorar la existencia del Hijo de Dios entre nosotros.

El recorrido de esta estación de penitencia es sobrio, es solemne, es silencio, es ternura, es el camino de la muerte, no sólo del Hijo de Dios, sino del Hijo de una madre que le ha acompañado durante toda su vida.

Una madre que compungida por el Dolor y la Soledad, queda tras el féretro del Buen Pastor, del amado hijo, que ha sido capaz de dar su vida en tributo para la salvación de todo el género humano.

De negro luto la Virgen lo acompaña. Y el Hijo iluminado por hachones, perfumado por incienso, extensas humaredas concentradas con el que revivimos tiempos pretéritos en nuestra niñez, en la que se veía todo de un tamaño mayor, viendo las densas humaredas que ahondaban por entero los tiempos cristianos. Mientras, las columnas de humo elevan el aroma a nuestro Padre, aroma que llegará como sacrificio incruento del orante servidor que muestra esta inmolación a Nuestro Padre, halago en forma de humo, de incienso quemado, de aromas eternos en esta Semana Santa que nos conducen a encontrarnos con una espiritualidad más cercana a Él, al hijo que yace elevado sobre el túmulo lecho sobre el que descansará Nuestro Señor, tas estos momentos de silencio, de ausencia de palabra y enseñanzas de aquél que nos transmitió la enseñanza de las bienaventuranzas, sin movimiento de aquellas manos que partieron el Pan en la última cena, sin los pasos que dio mientras se acercaba a su amigo Lázaro para que pudiera continuar con una vida de servicio al Padre, sin movimientos respiratorios, siendo sus últimos momentos de intensidad desmesurada con el dolor contiguo de cada una de las respiraciones en la cruz, y con el cuerpo tendido, yacente, en espera de que el momento de la resurrección haga volver a Jesucristo entre todos los que vivimos con una oración dirigida a Él con la esperanza de contar de nuevo con sus enseñanzas, con su amor, con su presencia en este mundo que intenta revivir la pasión de Nuestro Señor de forma continua, hasta que nuevamente compartamos el pan y el vino, rememorando la última cena pero esta vez en el banquete de la Gloria con la presencia de Nuestro Padre.

El camino llega a su fin. La esperanza con la que el Cristianismo finaliza con el fallecido cuerpo de Nuestro Redentor. La muerte recibe en sus fríos brazos al Hijo del Hombre que ha servido de tan especial forma a la encarnación de Dios.

Con pesadez y cansancio por los momentos de dolor que son vividos cada Semana Santa despedimos al Redentor del mundo, mientras damos nuestro grave pésame a la madre que ha acompañado durante todo este tiempo a Dios Hijo. Vemos como la vida va abandonando a esta madre que ha sido la fortaleza del Hijo, le empujó a dar testimonio de Dios incluso antes de lo que estaba escrito, en una boda, en Canaán y ahora se encuentra sola, sola pero con la compañía de todo el pueblo de Jódar que acompaña de luto a Jesucristo, sabiendo que la resurrección está cerca.

Madre de los dolores y soledad

déjate por tus hijos confortar,

déjanos ese vacío llenar,

permítenos a ti abrigar

Que tu hijo ha fallecido,

en nuestras manos ha caído,

el mundo queda perdido,

y nuestro corazón compungido.

Domingo de Resurrección

En el Domingo de Resurrección, el astro rey vuelve a mirarnos con tez clara, procesiona Jesús Salvador Resucitado.

Todo fue cumplido, pero sólo quedaba una cosa: la Resurrección, cumplir la palabra que fue dada con anterioridad, resurgir de entre los muertos para dar testimonio de la alegría de volver a estar con el Padre.

Renovar la ilusión de una situación mejor, de poder sentir el cálido amor de la presencia del Padre… y del Hijo… del Espíritu Santo… de la Santísima Trinidad en compañía de la Virgen Madre de los Remedios que nos recibirá en el último peldaño de la entrada al cielo.

Nuestro Jesús Salvador Resucitado avanza por la ciudad de Jódar mostrando las marcas de su pasión, como más tarde se las mostrará a Tomás para que pueda él confiar en la resurrección de Jesús y sea testimonio del milagro de Dios a través de su Hijo. Sobre la losa, alzándose con renovado espíritu, con mirada clara, con la ausencia del dolor vivido en toda la pasión. Vemos a una imagen relajada, portando un estandarte que publica la propia resurrección, mientras la luz que desprende el paso y acompañando la claridad del día, nos anima el corazón y nos ensalza el alma.

Cristo ha resucitado. Cristo ha vencido a la muerte. Cristo vive entre nosotros y espera que todos aquellos que lo tenemos en nuestro corazón, podamos compartir la eternidad junto a Él.

El sonido de la música ya no es fúnebre, ya no es oscuro. Ahora el sonido es claro… alto… de alegría por la resurrección de Nuestro Señor. La gente se agolpa para vivir tan espectacular momento de la resurrección mientras es coronado por inmaculado color blanco del penitente que comparte este momento pasional

La Semana Santa va desapareciendo y Jesús va encontrándose con nosotros. En esta última parte de la catequesis externa que pretende ser la Semana Santa Galduriense nos muestra que nuestro fin no es la muerte, no es el cese de la respuesta vital de nuestro organismo, que la resurrección existe, que es la terminación de nuestro servicio al Padre, que estaremos conviviendo con ellos en la parte final de nuestra existencia y que, si Nuestro Padre ha sido capaz de enviar a su único Hijo ante los hombres, que le han dado muerte, por el simple hecho de renovar con nosotros el anterior “contrato” y que permite la resurrección en cuerpo y alma de Su Hijo y si, además, este Hijo suyo, Jesucristo nos ha mostrado que la mayor muestra de amor del Padre no es sólo el perdón, el perdón de todos y cada uno de los pecados que cometemos, sino el hecho de resucitar al finalizar nuestra existencia. Que la tierra prometida al pueblo de Dios no está en esta tierra, sino con Él, y que seremos capaces de alcanzarla en el último momento y estaremos en compañía también de los ángeles, que compartirán con nosotros las oraciones dirigidas a Dios.

Éste es el último recorrido procesional. esta es la última estación de penitencia, tras la acogida por el templo de esta Imagen ya el tiempo parece detenerse puesto que ya sí... que ha terminado todo, pero no es este el final, mientras se va entornando la puerta del templo, mientras el acceso a la Asunción de Nuestra Señora va clausurándose; la nueva Semana Santa del año contiguo va aproximándose con las ganas necesarias para volver a mostrar a esta ciudad cómo amamos a Cristo, como amamos al Padre, como amamos a la Madre del buen consejo y como el esfuerzo que resta para que las nuevas estaciones de penitencia sean una realidad y no un futuro que se observa ante la lejanía de 12 meses, de 51 semanas de preparativos para que la oración externa que realiza la ciudad de Jódar sea del gusto de Dios y catequesis para el grupo de gente que, cada año más, se van acercando a conocer la experiencia de tener el contacto con Jesucristo de forma tan próxima como la que hemos observado durante estos ocho días.

Bandas, nazarenos y costalero

 

No me gustaría finalizar la exaltación a la Semana de Pasión sin haceros unas referencias. Una de las características que se nos presenta en la Semana Santa de Jódar es la calidad y arte en la lectura de la partitura.

¿Qué puedo decir de las bandas de mi pueblo?

¿Qué puedo decir del acompañamiento musical en Semana Santa?

Permitidme unas palabras…

En cualquier cultura humana la música es una parte primordial de la misma.

Los sones de tambores y cornetas nos elevan al éxtasis pleno mientras que ese solo de viento interminable provoca que el músico alcance la gloria con sus pulmones, con sus dedos, con su concentrada mirada en la larga nota que permite acercarnos más a la alabanza clara.

No sólo la música es corneta, no sólo es buscar esa alta nota que nos anima a soplar para permitirle al músico, al artista, llegar con nuestro suspiro a finalizar la marcha… también nos marca la melodía, el sinuoso movimiento de las notas en el pentagrama de los distintos metales que nos llevan a asumir una conversación entre los distintos instrumentos, acompañamos la dulce danza digital con las caricias que el intérprete musical realiza con las válvulas. La mirada acompaña a los movimientos laterales que las agrupaciones musicales realizan en un baile coordinado para embellecer aún más el recorrido penitencial.

Pero no todo es melodía sincrónica, no todo es armonía, cuando la belleza de una interpretación es ofrecida por el esfuerzo, el grave sonido de un tambor que nos recuerda que estamos en momentos de juicio, momentos de muerte, momentos de pasión, ver elevar las mazas y baquetas por encima de la cabeza, sentir la penetrante mirada de un indeterminado músico con cubierta faz, el penitente andar descalzo con túnica y cordón como únicos adornos de esta música, mientras observamos lo que parece una asincronía de sonidos.

Pero aún mayor gloria tenemos. Una cuadrilla melódica que no sólo nos acompaña en Semana Santa ya que a lo largo del año nos deleita con la arquitectura de la interpretación de las partituras musicales que nos acompañan en cada momento importante. En fiestas, en conciertos, en celebraciones y, en estos momentos de pasión.

Tenemos la suerte de comenzar con el deleite de los sones pasionistas una vez finalizado este breve comentario que os voy hoy a decir a cerca de la Semana Santa de mi pueblo, así que continuemos para poder sentir esos placenteros sonidos.

Hay dos figuras en nuestras cofradías que quisiera marcar a fuego de palabra en los corazones de los presentes. Sé que son muchos los oficios que rodean una estación de penitencia: carpinteros, bordadores, veleros y demás artistas. Pero hay dos trabajos voluntarios que son de suma importancia en el desfile procesional.

Como primero, y no o adelanto por importancia, sino porque es el primero que se ve, quiero agradecer el trabajo desarrollado por los nazarenos, por los penitentes, ya acompañen a la cofradía con cera, con insignias o son la compañía del amor que sienten por sus titulares. Sois la imagen de la hermandad, con vuestra compañía nuestras imágenes no se sienten solas, representáis el camino de luz que conduce a Cristo, como podéis comprender, una imagen de suma importancia.

Y el costalero. Pregones, actos de exaltación, conferencias, charlas… todos estos actos no han intentado nada más que agradecer el arduo trabajo que desarrollan debajo de un paso, de un trono. El sacrificio es grande, y grande la recompensa, ya que portan a Jesús o a María, mostrando la catequesis externa que es un desfile procesional.

Me siento orgulloso por este trabajo tan importante dentro de la Semana Santa y espero poder disfrutar de tan maravilloso arte que se desarrolla en los desfiles procesionales de Jódar.

Sólo unas palabras para terminar

¡Continuemos viviendo en Semana Santa!

Muchas Gracias.

 
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