Los chalecos amarillos de las kellys

Palma

La legislatura agonizante del tercer Pacto de Progreso tendría sentido ni que fuera por las ‘kellys’.

Con raíz en Balears, las camareras de piso han alcanzado un protagonismo similar al de los ‘chalecos amarillos’, con la ventaja de que no han ejercido otra violencia que la sufrida por ellas mismas cotidianamente, debido a sus duras condiciones de trabajo.

Aunque Pablo Iglesias se descastó en un chalé, recurrió en su mitin de Palma a las kellys para simbolizar el desigual reparto de la riqueza.

Sin embargo, las kellys no han sido solo fuentes de un lamento colectivo.

Los trabajadores de hostelería de Balears cerraron un convenio con una subida cuatrianual del 17 por ciento, gracias a la sensibilización de las hoteleras locales por la peripecia de las kellys.

Hasta Rajoy se emocionó al escuchar en el Senado las duras condiciones de una kelly, aunque por supuesto era una camarera canaria y no balear.

Como de costumbre, no hay que dormirse en los laureles.

Balears se ha retrasado en la lucha por las kellys que abanderó cuatro años atrás, para ser superada en sensibilidad por comunidades vecinas como Valencia.

Tan oportuno como oportunista, Iglesias nos ha recordado que kelly ha de ser una palabra clave en la campaña autonómica.