Sociedad

Doble o nada

El juego de las Chapas se mantiene en la Semana Santa ribereña aunque se ve afectada por la invasión generalizada del juego en la vida cotidiana

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Aranda de Duero

Mientras llueve mansamente en el exterior, en el interior de uno de los dos locales arandinos con permiso oficial para celebar el Juego de las Chapas también la espera es tranquila. Se espera a los jugadores que solo tienen dos días al año para poner a prueba su suerte en uno de los juegos de azar más tradicionales y genuinos de la Semana Santa. inspirado, dicen, en el sorteo que hicieron los soldados romanos para repartirse las ropas de Jesús de Nazaret.

Un juego de reglas extremadamente simples, aunque la primera, que se respeta escrupulosamente, es previa a la mecánica del juego: la norma sobre toda norma es que este divertimento sólo está permitido en Semana Santa. Así es legalmete (la Junta de Castilla y León otorga autorizaciones puntuales cada año a los establecimientos que lo solicitan, tres en la Ribera burgalesa este año, dos en Aranda y uno en Roa) pero también así lo viven y los respetan los aficionados. Que según los escasos parroquianos que esperan compañeros de juego en este local, antes eran muchos más. Quedan lejos los “corros” de dos centeneres de personas, que se juntaban en naves del polígono industrial, en el margen de una legalidad que antes no existía y cuya ausencia otorgaba a este juego un halo de clandestinidad que añadía ese cierto atractivo de lo prohibido a los jugadores que lanzan al aire su suerte.

Porque este es el gesto, casi único, al que se encomiendan los jugadores: el lanzamiento de dos monedas antiguas, con faz y envés. “Caras y lises”, cara y cruz. El jugador elige apostar el dinero que pone en el corro a una de las dos imágenes. Y lanza los discos de metal. Para ganar una vez finalizado el tintineo de las monedas al caer, ambas tienen que mostrar la imagen elegida. Si por el contrario las dos deciden rebelarse y muestran la contraria, el jugador pierde todo lo apostado. Si no se han puesto de acuerdo y cada una muestra una imagen, vuelta a empezar, se tira otra vez. Pero si las dos monedas se acoplan a la apuesta elegida incialmente, el jugador se embolsará el doble de lo apostado. Así de simple. Doble o nada.

“Es como el 'Bote,botillo' antiguo de los pueblos” aclara uno de los pacientes espectadores. “Aunque el 'baratero' en ese caso tiene más opciones, porque al jugarse con dados de seis caras tiene más probabilidades de llevarse una parte. En las Chapas todo se juega al 50%”

Los presentes recuerdan con nostalgia tiempos mejores, mientras esperan que haya más público y más hipotéticos jugadores que quieran probar suerte, antes de comenzar la partida. Comparten anécdotas y recuerdos, como aquella vez que, aseguran, varios atracadores, armas en mano, irrumpieron una partida donde corrían muy alegremente los billetes. “Pasó hace más de veinte años. Ya sabes. Donde se huele dinero, allá van” Pero parece que la cosa ya no es igual “Esto ha ido bajando con los años. Es un juego al que eran aficionados personas mayores. Y los jóvenes ahora tiene cada día y a todas las horas muchos juegos disponibles, desde internet y el teléfono móvil hasta las máquinas y los salones de juego. ¿Qué les queda para jugar a las chapas, que es una vez al año? No hay dinero para tanto”

 
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