Grijelmo pide evitar la "despoblación de las palabras"
El periodista y escritor burgalés ha recibido el Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades
Valladolid
El periodista burgalés Álex Grijelmo, Premio Castilla y León de las Ciencias Sociales y Humanidades, ha reclamado que no se permita también la despoblación de las palabras para que el "castellano hermoso perviva en los libros y en la memoria". "Se marchitan los pueblos; y con ellos multitud de términos que fueron aventados en nuestros campos: hoz, zoqueta, gavilla, almiar, rastrojo, hacina, parva, bieldo, criba, acequia, reguera, garrucha, noria, cangilón, arcaduz", ha enumerado en su discurso de agradecimiento, al tiempo que ha añadido topónimos de localidades que ha advertido de que también pueden quedar "abandonados", como "Herramiel, Lozanquillo, Busnela, Ahedillo, Gobantes, Villorbe, Tabanera...".
Grijelmo ha señalado que, probablemente, tanto él como las personas que le escuchaban, formen parte de "una de las últimas generaciones que pronunciarán los vocablos más hermosos" de la tierra castellana, pues al tiempo que "las aldeas se despueblan de sus vecinos, también se quedan vacías de sus palabras". No obstante, aunque la gente se vaya "sin remedio", Grijelmo ha abogado por "intentar que no se pierda el castellano hermoso" porque los campos de Castilla y León van "asociados con esas palabras, con esos recuerdos y con esa herencia cultural que se va perdiendo".
Por ello, ha reivindicado que aunque la gente "se vaya sin remedio", al menos no se debe perder el castellano, pues "las palabras dormidas estarán esperando a que un día alguien las despierte al abrir unas páginas o al relatar un recuerdo". Así, ha citado unos versos del poeta Tino Barriuso dedicados a su hijo: "Intentaré enseñarte la lengua de Castilla para que aprendas, hijo, lo que tu pueblo olvida". Esta lengua, ha defendido en definitiva Grijelmo, se compone de unos elementos que "marcan una manera de vivir y de habitar la Tierra".
El premiado ha empleado como ejemplo unos versos del vallisoletano Francisco Pino para explicar que las palabras se pueden asociar a los campos, a los recuerdos, a la "herencia cultural que se va perdiendo". "No me busques en los montes, por altos que sean, no me busques en el mar, búscame aquí en esta tierra llana con puente y pinar, con almena y agua lenta, donde se escucha volar aunque el sonido se pierda", escribió Pino en su poema 'Esta Tierra'.
Según Grijelmo, "el mayor invento del ser humano son las palabras", ya que sin ellas "no habría existido ninguno de los demás", pues "marca el camino de todo conocimiento" y además su tecnología "apenas ha cambiado", mientras los soportes han evolucionado notablemente, "desde la tablilla de arcilla" hasta las pantallas que todo el mundo lleva actualmente "en el bolso o el bolsillo".
De hecho, el periodista y divulgador ha destacado que muchos vocablos "apenas han tenido transformación en ese recorrido", pues las escribimos y pronunciamos "igual que los romanos" hace miles de años, como fortuna, audio, déficit, homicida, multa, disciplina o dúplex. "Constituyen una herramienta de la razón, pero se hallan tan imbricadas en el pensamiento que es imposible pensar sin ellas", ha incidido Grijelmo, que se ha preguntado "cómo razonar, cómo distinguir" sin las palabras, y ha señalado que si un urbanita va al campo sólo vería árboles, pero si está acompañado por un lugareño "verá robles, álamos, tejos, endrinos...".
También ha definido Grijelmo la palabra como "un órgano de la visión" y ha reflexionado que con ella se puede "humillar, herir, consolar, hacer sangre, alimentarse, mentir y decir la verdad". Igualmente, ha llamada la atención sobre el hecho de que la civilización ha avanzado enormemente en investigación y así se ha enviado una sonda a un cometa para intentar desentrañar los agujeros negros, o se ha descubierto que la tierra hace miles de años estaba "invadida por el hielo", pero aun no se ha averiguado "a ciencia cierta" de dónde provienen vocablos como "gaznate, chiripa o cazurro". Pero sí que ha dejado claro que se sabe que este idioma al que se llama castellano no se extendió tanto con las armas, sino a través de "la cultura, las relaciones comerciales o las migraciones".