Gente complicada
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Córdoba
Hemos pasado la Semana Santa en Almería, alojados en un hotel rural muy bonito y agradable, donde todo estaba perfecto, sin posibilidad de pega, salvo que seas una persona complicada. Y de eso quiero hablar. Una mañana desayunando, me llamó mucho la atención una persona que llegó arrasando y poniendo pegas a todo. En primer lugar llegó tarde, cuando el desayuno ya debería cerrar, a lo que nadie del hotel le puso problemas. Llegó muy agitada, preguntando muy alto si no había tostador, donde estaban los platos, discutiendo con su pareja, que había llegado antes y se había sentado fuera, porque ella quería sentarse dentro, y en definitiva, quejándose por casi cada cosa que veía. Y así era todas las mañanas.
Y me dio que pensar… Como no suelo tenerlos cerca, a veces se me olvida que esa gente existe y el infierno que debe ser tenerlos alrededor. Gente complicada, para la que todo es un problema, que no saben disfrutar de las cosas porque están siempre regodeándose en lo malo, que tienden a la discusión y que crean mal ambiente allá por donde van. Gente que vive cabreada, ofuscada, frustrada, y que son un calvario para los que les rodean, pero sobre todo para ellos mismos. Porque no puedes ser feliz viviendo así. A veces pienso, cuando esas personas sean muy mayores y miren atrás, hagan un recorrido por su vida, y vean que se la han pasado discutiendo, refunfuñando irasciblemente, sin disfrutar y amargando la vida a los que tienen al lado. Y ahí ya no habrá vuelta de hoja, porque el tiempo no da marcha atrás.
Gente desagradecida, que no valora lo que tiene, que parece ignorar que la mitad del mundo se muere de hambre o en guerras crueles. Quizá si vieran más allá de su ombligo, si fueran conscientes de otras realidades, esa gente complicada dejaría de quejarse por no tener tostador.