Barbatona, puerta grande o enfermería

Sigüenza

De los creadores de No todos los días tiene servidora ocasión de besar a un exministro comiendo churros, llega a los mejores cines: Nunca me había recogido del suelo un alcalde médico de profesión.

El día ya había comenzado regular. Después de un madrugón solo al alcance del dominguero profesional, emprendíamos camino a Barbatona, localidad próxima a Sigüenza (Guadalajara) Como íbamos bien de tiempo, vimos pertinente parar en el primer bar que encontráramos para cubrir nuestras necesidades básicas, por este orden: pis y café. Error. “Está cerrado” nos dicen desde dentro. Carretera y manta pues. Con el GPS echando humo, ALTO, la autoridad. Dos guardias civiles nos cortan el paso y nos dicen que no, que hay que dar la vuelta, que la romería ha comenzado y la carretera está cortada. Vuelta por donde veníamos dirección Alcolea del Pinar. Y como si de una película de Monty Python se tratara, otro benemérito motorizado en el nuevo cruce de caminos nos indica que tampoco podemos pasar por ahí y que hay que volver a Sauco. “Somos de la prensa” gritamos a coro por si servía de salvoconducto, como cuando quieres entrar gratis en un concierto municipal. Ya llevábamos perdida una hora y el candidato a punto de llegar a la ermita. Pánico en el túnel. “A ver cómo mandamos las crónicas si allí no hay cobertura” nos lamentábamos los plumillas. 4G, divino tesoro.

Al tercer intento, y unos kilómetros extra después, el agente de la primera vez vuelve a darnos el alto y pregunta:

• “¿A dónde se dirigen?”

¿Nos está vacilando?, pensamos. Somos los mismos del autobús que pone PACO NUÑEZ CANDIDATO A LA PRESIDENCIA DEL GOBIERNO DE CASTILLA LA MANCHA que ha pasado antes por aquí y a los que ha mandado a por espárragos hace media hora. Tampoco era cuestión de faltarle el respeto al señor uniformado que, peor que acabar en la enfermería (como entenderán después) es dar con los huesos en el cuartelillo. “Pueden pasar” dijo, y nos sonó a música celestial.

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La cosa se enderezaba. Llegamos sanos y salvos a la explanada de la romería y ya solo faltaba que el candidato popular hiciera su aparición. Pero alguien se le adelantó. Una furgoneta para a nuestro lado. ¡Arrea, el Presidente! Pero no el del PP, no, el de la Junta. Emiliano García Page baja del vehículo con sus colaboradores para visitar la ermita. La foto del día va a ser ésta, cuando se cruce con Nuñez, pensaba yo. Ay infeliz…

Aguardando tan estelar momento, vi aproximarse la cabecera de la comitiva romera y yo, en un arranque intrépido, a la par que artístico, quise inmortalizar el paso de la pancarta junto a la señal viaria de BARBATONA y corrí a buscar el encuadre óptimo antes de que pasaran.

Y a partir de aquí, la performance:

Un bordillo traicionero me hace caer de bruces al suelo. Dolor, vergüenza y desconcierto. Rodillas desolladas y codo maltrecho. Un barullo a mi alrededor. Cuando quiero abrir los ojos, aun en el suelo, me veo frente a frente, como en las películas románticas, con Antonio Román, el alcalde de Guadalajara que, como todos saben, es médico a la par que romero.

- “¿Estás bien? Dejadla, dejadla... ¿te mareas? voy a tomarte el pulso ¿vale?”

Yo no articulaba palabra, solo lloraba de la impotencia.

• “Hay que llevarla a la Cruz Roja”

Como no podía andar, traen una suerte de silla con ruedas (que no -de ruedas-) pero arrastrarme con ella por el pedregal no resulta afortunado. “A levantarla” escucho decir. Que me trague la tierra y me escupa en el Caribe, decía para mis adentros. Y como si fuera la Esperanza Macarena, al grito de ¡1, 2, y 3!, me levantan a pulso y me llevan en procesión. Me pongo las gafas de sol, como las folclóricas, y que pase pronto el vodevil. Caras de asombro a diestra y sinietra y yo, alzada por 4 valientes, camino de la UVI Móvil.

Una vez allí, más angustia que dolores. Betadine por aquí y por allá, ibuprofeno, unos esparadrapos y lista de nuevo para la batalla.

• “Respira profundo y no llores, que se te estropea el maquillaje”

Lo repetía la enfermera, Carmen, que además de curarme se afanó en limpiar mi ajada ropa. Salí de la ambulancia hecha un pincel. Con los pantalones rotos pero, como dice mi madre, son moda. (Nota mental: si vais a una romería, no vistáis de negro. Es posible que seáis menos torpes que yo pero, si os caéis, os levantaréis rebozados en tierra blanca como una croqueta).

Gracias a todos los que se han preocupado por mi en tan almodovarianos momentos. A mi caravana, Paco Nuñez incluido, y a la caravana socialista a la que le llegaron los ecos del suceso.

Por cierto, la romería era en honor a la Virgen de la Salud.