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Paco Rebolo

'Las nuevas esclavitudes'

Hace unos días las declaraciones de un Directivo del sector hostelero nos daban un chaparrón de realidad y una muestra del carácter de las relaciones amo y esclavos que rigen en la percepción de algunos del mercado laboral

La Firma de Paco Rebolo, "Las nuevas esclavitudes

La Firma de Paco Rebolo, "Las nuevas esclavitudes

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Algeciras

Hace unos días las declaraciones de un Directivo del sector hostelero nos daban un chaparrón de realidad y una muestra del carácter de las relaciones amo y esclavos que rigen en la percepción de algunos del mercado laboral. El susodicho manifestaba que "En hostelería la mayoría de negocios no son viables pagando las horas extra". Y el buen señor sin duda dormiría esa noche con la satisfacción de haber resuelto el misterio de la economía española con una frase con gerundio, que es algo que viste mucho. Y sin plantearse que eso no son negocios, son galeras donde arracimar esclavos para amaestrarlos a golpes de látigo y que un negocio que base su mantenimiento en situaciones así ni es negocio ni es nada.

Lo que parece es que los trabajadores debieran estar eternamente agradecidos al amo que les otorga el don del contrato (con suerte) y el milagro del sueldo. Y si alcanzamos a la sodomización ritual y al derecho de pernada se cuadra magistralmente el círculo.

Y es que al final parece que para algunos pagar a los trabajadores sea un ejercicio de magnanimidad y que a poco que nos pongamos chulitos se van y nos dejan con un palmo de narices. Lo que no se aclara es dónde se van ni cómo van a encontrar a personal tan dispuesto a la sumisión, pero bueno, eso son menudencias que ya se irán resolviendo.

O sea que el milagro empresarial, o del emprendimiento como se dice ahora con más pamplineo que acierto, consiste para algunos en que te doy de alta 6 horas, trabajas 12 y te pago 4. Y cuidadito con pensar que esas cuatro que te pago son según el Convenio en vigor, que eso es ya de venezolanos despendolados.

Lo peor es que desde la Revolución Industrial hasta la actualidad se ha conseguido determinados derechos, siempre con sangre, que ahora algunos y algunas se cuestionan con la frivolidad del que lo tiene todo y se siente engranaje imprescindible del capitalismo salvaje que nos domina, subyuga y, sobre todo, nos redime.

Ahora ya pedimos en algunos foros el Despido libre y hasta que el propio trabajador indemnice al empresario. Nos planteamos también eliminar la protección al desempleo porque son paguitas que incitan a la molicie; nos cuestionamos la subida del Salario Mínimo ahora que empieza a rozar el umbral de la dignidad porque la economía global se va a resquebrajar y va a provocar desempleo a cascoporro (meses después no se ha perdido ni un solo puesto de trabajo, pero seguro que son datos manipulados).

Y, llegados a este punto, tendríamos que analizar el porqué de que esos planteamientos que traspasan todas las fronteras de la moralidad acaben siendo defendidos por esos y ésas que más pierden y que son más vulnerables. ¿Qué extraño mecanismo mental o qué Síndrome de Estocolmo genéticamente modificado nos lleva a defender aquello que nos destruye porque algún otro nos ha dicho que eso es lo que hay que defender?

Y lo único que se me ocurre es que seguimos, muchos y muchas, teniendo mentalidad de súbditos, que no de ciudadanos, y dando valor a un neofeudalismo a golpe de ocurrencias de las que alguna cuela de vez en cuando. Como los gerundios.

 
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