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El sevillano Manuel Escribano, herido de gravedad en Las Ventas

El diestro de Gerena fue cogido por su segundo toro, sufriendo una extensa cornada en el muslo izquierdo

El diestro Manuel Escribano es llevado a la enfermería por su cuadrilla tras sufrir una cogida en su segundo toro durante el decimoséptimo festejo de la Feria de San Isidro, esta tarde en la plaza de toros de Las Ventas, donde comparte cartel con los matadores Román, y el peruano Roca Rey, lidiando reses de la ganadería de Adolfo Martín / Javier Lizón (EFE)

El diestro Manuel Escribano es llevado a la enfermería por su cuadrilla tras sufrir una cogida en su segundo toro durante el decimoséptimo festejo de la Feria de San Isidro, esta tarde en la plaza de toros de Las Ventas, donde comparte cartel con los matadores Román, y el peruano Roca Rey, lidiando reses de la ganadería de Adolfo Martín

Madrid

El valenciano Román cortó una oreja de peso este jueves en la corrida de Adolfo Martín con la que concluía el homenaje al encaste "albaserrada" por San Isidro, una tarde en la que hubo tres cárdenos de nota alta, y en la que Roca Rey rozó el triunfo, mientras que Manuel Escribano cayó herido grave.

  • FICHA DEL FESTEJO

Volvía Roca Rey después de reventar Madrid hace menos de una semana. Y como si del nuevo mesías del toreo se tratase, la gente volvió a responder agotando el papel en la taquilla, ansiosa de ver el considerado cartel estrella de la feria, ese en el que el bombo quiso juntar a la gran estrella peruana con una de las ganaderías predilectas del aficionado del Foro.

Algunos tenían dudas de si Roca sería capaz de exhibir sus consabidas facultades con los siempre exigentes "albaserradas", un tipo de toro para el que hay que estar muy preparado y ser gran conocedor. Y la verdad fue que el peruano cerró algunas bocas, y, aunque no logró repetir el triunfo de su primera tarde, demostró nuevamente porqué es todo un número uno.

Lo hizo en el sexto, uno de los tres buenos "adolfos" que se lidiaron, y al que el peruano cuajó una faena vibrante. Aprovechó las inercias en una primera parte de faena de series cortas por el derecho muy compactas y reunidas, y eso a la gente le llegó, y de qué manera.

Pero como se dice que el toreo empieza cuando el toro se para, lo bueno de la faena fueron dos tandas al natural, justo cuando el peruano tuvo que usar los vuelos para enganchar, llevar y soltar lo más atrás posible al de Adolfo. La plaza era un polvorín. El triunfo parecía más que amarrado. Pero la espada y un presidente con el que la afición sigue a la gresca tras lo de Perera, lo imposibilitaron.

El que sí que tocó pelo fue Román en el quinto, otro toro de nota de Adolfo Martín, y cuya muerte brindó al secretario general del PSOE, José Luis Ábalos, que se encontraba en el callejón

El valenciano se mostró tremendamente sincero, firme y decidido. Es verdad que si hubiera jugado mejor con los vuelos, echárselos y no tocar con tanta brusquedad, aquello hubiera adquirido un cariz mucho mayor. Pero estuvo bien Román, fiel a lo que es él: un torero valiente como pocos. La oreja fue premio al arrojo demostrado.

La hiel de la tarde la sufrió Manuel Escribano, traducida ésta en un tremendo cornalón inferido por el cuarto, un toro bravo y exigente, ese que no perdona errores y examina de verdad al que se pone delante, tanto que, al final, llegó la desgracia.

Antes había estado Escribano con intermitencias, alternando momentos estimables por el derecho con otros más deslavazados, sin acabar de hacerse con la situación. Y ya en las postrimerías, en un momento al natural, el animal, que tenía dos percheros por pitones, le cazó de forma certera por debajo de la rodilla izquierda.

Enseguida se vio que el "tabaco" era de los gordos por los gestos de dolor del torero y por la cantidad de sangre que brotaba de la herida mientras le llevaban a la enfermería, justo de donde salía en ese momento Román, herido de muchísima menor consideración por su primero con un puntazo en el glúteo.

La primera parte de la corrida no tuvo demasiada historia fundamentalmente por la falta de raza de esos tres primeros toros. Escribano no pasó de discreto con un primero blando y de poco celo; Román dio la cara con el auténtico "barrabás" que hizo segundo; y Roca Rey quiso hacer las cosas muy de verdad con un tercero de muy mal estilo.

 
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