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Javier Malla

'La playa de Los Ladrillos'

Llegábamos temprano a la playa de Los Ladrillos. El autobús de La Bajadilla nos dejaba al lado de la Escuela de Artes y Oficios cargados con bolsos, pelotas, cubitos con rastrillos y palas de plástico

La Firma de Javier Malla, "La playa de Los Ladrillos"

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Algeciras

Llegábamos temprano a la playa de Los Ladrillos. El autobús de La Bajadilla nos dejaba al lado de la Escuela de Artes y Oficios cargados con bolsos, pelotas, cubitos con rastrillos y palas de plástico y un flotador negro, enorme, de rueda de camión que mis hermanos metían en la parte de atrás del CTM.

La Virgen del Carmen ya había bendecido las aguas y nos podíamos bañar, enterrábamos la sandía en la orilla y ayudábamos a hacer un chozo con sábanas viejas y una murallita de arena para no ser invadidos por las olas cuando subiera la marea.

No sé si por entonces ya existían los protectores solares, jamás los utilizamos, y pasábamos horas jugando al fútbol y haciendo paradas con palomitas espectaculares en la arena o en el agua. No volaban cometas ni tablas de windsurf y cuando el poniente se llevaba la pelota y tu hermano mayor nadaba para cogerla todo el mundo se congregaba en la orilla para presenciar el desenlace.

Comíamos tortillas, filetes empanaos y pimientos fritos que sabían a gloria. Hacíamos excursiones a La Concha y guardábamos dos horas sagradas antes de volver al agua porque todas las madres conocían a alguien que murió por un corte de digestión.

Tardes de bilbaínos de crema que nunca se estropeaba por mucho que apretara la caló, de pan con chocolate, y mujeres escuchando a Lucecita en la radio mientras vigilaban los baños.

No había grúas en el horizonte y te dabas las últimas ahogaíllas con Gibraltar como testigo y con los pesqueros que desfilaban a faenar.

Nunca querías venirte de la playa y ya con la fresquita y un cosqui de tu madre desfilabas renegrío camino de la parada de autobús con la cara llena de churretes de sal.

El Rinconcillo, por entonces, era una playa salvaje que estaba muy lejos y Getares ni existía en nuestro planeta. Seguramente por eso y por mucho más mi playa de la infancia siempre fue la playita bonita de Los Ladrillos.

 
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