Ocio y cultura

El valenciano Miguel Polope puntúa en una tarde mediocre

El novillero cortó dos orejas de un buen toro de El Torreón y destacan también Pablo Maldonado y Emiliano Robledo en la primera novillada del Corpus

Miguel Polope, en su faena en Granada / Lances de Futuro

Granada

Entre las muchas cosas buenas, desde el punto de vista taurino y económico que parece aportar la presencia de José Tomás a la Feria del Corpus de 2019, está sin duda la apuesta que ha hecho por la ciudad y por la promoción de los toreros más jóvenes. El II Certamen de Novilladas de la fundación del torero de Galapagar arrojó un regusto entre los aficionados de Granada que venían, una década después, a celebrar que la feria tuviera siete compromisos en el calendario. Otra cosa será, desde luego, lo que ocurra en el ruedo.

Muchos de los que se sentaron el lunes, en la primera novillada, en la adusta piedra de los tendidos no sabían quiénes eran aquellos seis chavales que, vestidos de luces, hacían por primera vez el paseíllo en la Plaza de Toros de Granada. La gente venía, como siempre, con los ánimos y las intenciones puestas en echar una tarde agradable y amena, en ver detalles y destellos. Desde luego los hubo, aunque no llegaron a compensar los episodios de tedio e indiferencia que se vivieron también.

Algunos aficionados, desde su localidad, argüían que "bastante hacen los chavales para lo poco toreados que están". Desde luego, pero nadie se presenta a un examen, con intención de aprobar, sin haberse preparado mínimamente la lección. Una tarde toros, aunque sea una clase práctica, no es un examen tipo test donde uno – si el azar le sopla en la nuca – puede tener la suerte de escaparse airoso. Estamos en junio, y las entregas de notas a la vuelta de la esquina. Presumiblemente, algunos de los que vistieron de oro este lunes de Corpus, se quedan con la lección pendiente para septiembre.

Los vicios aprendidos en las escuelas se repiten de forma concatenada. Esa manera de abusar de forma indiscriminadamente de lo que hoy llaman "toreo moderno": echarse el toro para afuera, intentar recolocarse, y volver a enganchar al toro por delante. Igual que pregonaba y practicaba el maestro Manzanares, pero sin esa clase ni ese talento para hacer virtud de lo que, per se, debería ser un mero recurso. Y para qué hablar de los registros y las suertes; de esa machacona persistencia en repetir, una y otra vez, los mismos adornos y pases auxiliares. Hay mundo más allá de la caleserina, las saltilleras, la bernadina y el pase cambiado por la espalda.

El motrileño Pablo Maldonado, que abría cartel, estuvo digno en su actuación. Le faltó poso y madurez, pero tuvo la cabeza para corregir la embestida protestona que ofrecía su oponente. Parejo, de la Escuela de Bezièrs, no pasó de gustarse con el capote, ya que no consiguió sacar ningún muletazo limpio en el último tercio y qué decir que tampoco estuvo acertado con los aceros.

Bien estuvo el valenciano Miguel Polope con Orfebrerillo, un toro de noble condición y de sumisa entrega en los trastos. Para acá y para allá se lo trajo y se lo llevó, pero sin emoción ni vibración en los tendidos. La toreabilidad sino viene pergeñada de codicia y de bravura, de esas ganas de comerse la muleta, termina por no encender la llama del éxito; de aburrir al más pintado. Ni un desgarrado olé, ni un "bieeeen" de esos que se sollozan desde el fondo de la garganta. ¡Pero qué más da todo eso si luego, pese a todo, la gente enardece sacando sus pañuelos!

"Villita", alumno de la Escuela Taurina de Madrid, anduvo aseado. Manejó bien los trastos pero no supo defender como debía la noble condición del toro, con la misma obediencia que el anterior pero con mucho más motor en su embestida. Desde México, Emiliano Robledo vino a dejarse la piel: lo recibió en los medios, de espaldas y por tafalleras. Arrollador con el percal y también con la muleta, "vendiendo el pescado" como nadie aunque sin llegar a quedarse colocado y llevar toreado al novillo que le cayó en suerte. Su disposición, y la transmisión que tuvo el animal, le valieron a uno para cortar las dos orejas; y al novillo para ganarse la vuelta al ruedo.

El portugués Duarte Silva se mostró asentado con capacidad para dominar la escena pero sin llegar a rematar su intervención. Como sobrecogido por no conseguir domeñar las embestidas del que le corrió en suerte. Su desdibujada actuación fue acariciada por la benevolencia del palco, quien libró al novillero luso de haber escuchado los tres avisos especialmente después de marrar solemnemente con los aceros.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de Toros de Granada

Feria del Corpus. Clase práctica (fuera de abono)

Aforo: Un tercio de plaza (3500 aprox.)

En tarde agradable y con algo de viento se han liado seis erales de El Torreón (encaste Juan Pedro Domecq), correctos de presentación, nobles y justos de fuerza; el 3º, bueno pero soso; mejor el 4º; y el 5º, Lloroso, herrado con el número 495, castaño, premiado con la vuelta al ruedo.

Pablo Maldonado, de añil y oro: estocada muy trasera y desprendida (oreja)

Cristian Parejo, azul noche y oro: metisaca, pinchazo y media perpendicular y pescuecera (silencio)

Miguel Polope, de blanco y oro: estocada desprendida (dos orejas)

Juan José Villa "Villita", de blanco y oro: dos pinchazos y estocada contraria (saludo desde el tercio, a cuenta propia)

Duarte Silva, de salmón y plata: dos pinchazos, estocada trasera y tendida y quince descabellos (silencio tras aviso)

Al terminar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del aniversario de la muerte del torero vasco Iván Fandiño.

 
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