Jorge Martínez y Peñaranda salvan una tarde infumable en la segunda de la feria

Granada

La afición de Granada, muy probablemente, sea una de las más educadas y respetuosas que pueblan la faz de la Tierra. Tremendamente benévola, infinitamente paciente, descaradamente misericorde. Todo ello, incluso, cuando cargada de motivos para protestar y levantarse del tendido, aguanta de forma impertérrita tres horas y cuarto de sopor, tedio y hastío. Ni el santo Job...

Este martes de Corpus, la segunda novillada del certamen organizado por la Fundación José Tomás fue, literalmente, insoportable. La nobleza de los astados – casi tan benévolos como los aficionados – dio el juego suficiente como para que el seis chavales que actuaban estuvieran en la cara del toro todo el tiempo que quisieran. Incluso más. La pena de todo aquello es que, por más que estuvieran allí no consiguieron transmitir absolutamente nada. Quizá algo sí: indiferencia.

No estaría de más que en las escuelas taurinas les pusieran vídeos de Curro Romero a los chavales y les transmitieran el saber popular del Faraón de Camas, quien prefería cabrear al público antes que aburrirlo. Debieron darse, sin exagerar, unos seis muletazos en toda la tarde. A cien por barba, tranquilamente. De todos esos, tan sólo tres o cuatro esbozaron tímidamente el olé del público. Vibrar, lo que se dice vibrar, en dos momentos: el momento en el que Alejandro Peñaranda, de Albacete, emuló a José Antonio Galán entrando a matar sin muleta y dejando una estocada en toda la yema. Lo mismo que hizo Rubén Núñez, que rubricó su actuación con un soberbio estoconazo. Más allá de esto, destellos. Luces fugaces.

La disposición que tuvieron los actuales, a pesar de la escasa calidad de su torero y su falta de compromiso – con honrosas excepciones –, les valió a la mayoría para cortar pelo. Tanto es así que sólo consiguió abrirse camino para la gran final de este certamen el cuarto de la tarde, el citado Alejandro Peñaranda. El chaval anduvo aseado, digno, e intentó agradar tanto en quites como colocando banderillas. Bien es cierto que el sobrero que le corrió en suerte ofreció las mejores embestidas de toda la tarde.

Mereció también haberse colado en la final el novillero Jorge Martín, de la Escuela Taurina de Almería. Quizá el que más oficio demostró, el que tiró de pundonor y de arrojo, después de haber sido volteado en varias ocasiones. Se sobrepuso con solvencia al eral que más genio echó y anduvo inteligente procurando corregir las particularidades que ofreció el animal. Con doblones al inicio de la faena, sometiéndolo, y exponiendo en todo momento. Aventajado pupilo del maestro Ruiz Manuel. No remató la faena con la espada y le privó eso de un mayor y rotundo éxito.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de Toros de Granada. Feria del Corpus. Clase práctica (fuera de abono)

Aforo: Un tercio de plaza (3500 aprox.)

En tarde agradable se han liado seis erales de Moreno y Miranda (encaste Juan Pedro Domecq, vía El Torero), correctos de presentación y nobles. 1º y 5º Bis (El Torreón), ovacionados en el arrastre.

David Martínez, de añil y oro: pinchazo, metisaca, estocada tras aviso y dos descabellos (saludo desde el tercio por cuenta propia)

Jorge Martínez, azul y oro: pinchazo arriba, estocada que hace guardia y descabello (oreja)

Francisco Fernández, de grana y azabache: estocada contraria y delantera tras aviso (oreja)

Alejandro Peñaranda, berenjena y oro: estocada levemente trasera (dos orejas)

Felipe Martinho, de blanco y plata: estocada (oreja)

Rubén Núñez: estoconazo (oreja)

Al término del festejo se dieron a conocer a los tres clasificados para la final del miércoles 19 de junio: Miguel Polope, Emilio Robledo y Alejandro Peñaranda, quienes lidiarán un encierro de Núñez del Cuvillo