Las 'puertas grandes' que no son noticia
El Juli y El Fandi pasean cinco orejas en total en una tarde vacía sin toros en la que salieron a hombros
Granada
Al terminar la corrida, rondando las nueve y media de la noche, casi doce mil almas salían de la Plaza de Toros de Granada. A hombros, por la Puerta Grande de la Monumental de Frascuelo, eran llevados El Juli y El Fandi tras haber cortado dos orejas y tres orejas, respectivamente. Triunfo gordo. Pero, ¿quién recuerda algo importante de lo que había ocurrido hacía tan solo unos instantes en el ruedo? Nadie. Despojos más que orejas, triunfos hueros e intrascendentes después de no haber hecho prácticamente nada en la arena. Lo peor de todo, que una plaza repleta hasta la bandera, con lo que cuesta llenarla salga vacía sólo porque los figuras siguen sin querer torear toros de verdad.
Lo que saltó al ruedo, procedente de los chiqueros, no fue capaz de embestir por derecho, derrochar codicia y ganas de comerse la muleta por abajo. Vamos, lo que, en otras circunstancias, hubiera hecho lo que toda la vida se ha entendido por un toro, un toro bravo. Al contrario, los tres espadas prefirieron anunciarse con el ganado de la Casa Matilla. Se deleitaron y regodearon en el toro terciadito, pobretón de cara y bien repasado en la barbería. Pero vamos, que el público y la afición sabía a lo que venía y no quedó del todo defraudado. Los toros Hermanos García Jiménez, Olga Jiménez y Peña de Francia dieron el resultado que se esperaba de ellos: ninguno. Manantial de podredumbre, de falta de raza, casta y poder. ¡Si al menos aspiraran a ser un "toro artista"...! Pero qué va. No llegan siquiera a grafitero de suburbio.
Morante, en su primero, arrancó algunos olés con el percal. Pero allí había tanta falta de toro que, por ejemplo, El Fandi, mientras guardaba al caballo de picar se entretuvo en dibujar verónicas sobre el albero. Una discreta tanda con la derecha en el último tercio, varios muletazos con medio paño y el toro arrinconado en toriles. Nada. Como tampoco lo hubo en el cuarto, dicho sea de paso.
Adulador no se anduvo en lisonjas ante el torero de La Puebla. A este cinqueño, más rematado por delante, se le abrió como una flor el pitón tras llegar al caballo. Nada que no pudiéramos esperar. Como tampoco el escaso juego que empezó a ofrecer: amorcillado prácticamente en tablas desde banderillas, regaló una embestida corta y plomiza, por lo que el torero sevillano no hizo sino abreviar. Le tocó los costados, pero sin garbo, sin ganas, sin ese derroche que, al menos, tiene Morante cuando no quiere estar delante del toro. Lo mató mal y rugió la plaza sobre él, a gritos de ¡Fuera, fuera!
Lo de El Juli resultó igualmente proverbial. Aliviado, sin ganas de sudar la chaquetilla, toreó a su primero sin cogerle el poco ritmo que tenía. Mantazos en los medios jaleados por el sol, sin ajuste ni acople, echándoselo hacia afuera y encima enganchados prácticamente todos los muletazos desde la segunda tanda. Para rematar, continuó depurado esa nueva forma – horrenda – que tiene el madrileño a la hora de la suerte suprema. Al "julipié". No fue, sin embargo, esto óbice para que terminara paseando un apéndice. Eso sí, hubo un gran sector de la plaza que se animó solemnemente a protestarla. ¿Y en el quinto? Más de lo mismo. Toreo por fuera, tirando líneas, sin acoplarse ni ceñírselo por un momento.
Por su parte, la terna que completaba el torero de la tierra, David Fandila El Fandi, intentó desde el principio dar el do de pecho. Se le resistirán otros públicos pero no el de Granada. Conoce los resortes de la afición y viene dispuesto a dejarse la sangre y la piel. Fue el tercero, Caralimpia, el que más sirvió e incluso el que metió la cara con calidad, planeando por momentos. Aseado con el percal y con los garapullos. Le enjaretó varias tandas e insistió con adornos para asegurarse las dos orejas. Y así fue.
La exasperada tarde se tornó en emoción tras ver al El Fandi arrollado por el toro durante banderillas. Se confió tanto el granadino que el animal le sorprendió al entrar al quiebro en los terrenos del 9. Por momentos, se presagió lo peor, se dolía en la zona inguinal y se vio cómo se llevó también un fuerte golpe en la cabeza. Tiró de raza y pundonor y a los sones de Ópera flamenca extrajo el torero dos buenas tandas por la derecha, templadísimas. Eso y el modo con el que enterró el acero le sirvieron para tocar pelo.
Después, al salir, nadie recordaba nada. Todo había sido un bluf. Eso sí, la bronca – almohadillas incluidas - que se llevó Morante mientras salía a pie por la puerta de cuadrillas fue antológica. De las que no se recordaban en esta plaza. Aunque no fue para tanto. Tuvo peores tardes en Granada.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros de Granada. Corrida de toros. 2ª de abono.
Aforo: lleno (12000 espectadores aprox.).
En tarde agradable se han lidiado seis toros de Hermanos García Jiménez (1º, 2º y 6º), Olga Jiménez (3º y 4º) y Peña de Francia (5º), muy terciados y sin presencia, sospechosos de pitones; descastados y desarrazados. 1º y 4º, pitados en el arrastre. Destacó el 3º por el pitón derecho.
Morante de la Puebla, de calabaza y azabache: estocada caída (palmas) y pinchazo hondo, media y descabello (bronca).
El Juli, de nazareno y oro: estocada al julipié (oreja) y estocada al julipié (oreja con protestas)
El Fandi, de carmesí y oro: estocada pasada tras aviso (dos orejas) y estoconazo (oreja con petición de la segunda)