Sociedad
El Estilita

Espinoso asunto

A Coruña

Por lo menos alguno de aquellos cincuenta tipos sudorosos, encerrados por treinta mujeres furiosas en el Centro Social Okupado Aturuxos das Marías, debió de sentirse desconcertado cuando les acusaron a todos de agresores sexuales. En ese momento, la comunidad okupa, formada por postuniversitarios que se dedicaban a la revolución social los fines de semana, que se llamaban entre si "compas" y fantaseaban con que vivían en un "gueto", parecía que iba a autodestruírse en un único y dramático acto. Hubo golpes, gritos, escupitajos e insultos a los reos, pero aquello solo eran detalles sin importancia. La historia en sí era tan escandalosa que, a pesar de que los okupas odian los medios de comunicación y pocos se hicieron eco de la noticia, yo me enteré de ello por obra y gracia de Twitter. A medida que me profundizaba en los detalles, y más testimonios aparecían en la web, lamenté que aquello hubiera ocurrido en Santiago, y no aquí, en A Coruña.

Todo había sido un despropósito desde el principio y muy propio del pensamiento anarquista de los okupas. Ellos odian la autoridad, así que las mujeres que, al parecer, habían revelado a sus compañeras que habían sido víctimas de algún tipo de agresión sexual no acudieron a la Policía Nacional como hace una gran parte de los que viven engañados en esta falsa democracia burguesa, capitalista, racista y machista. Entonces ¿Qué hace un anarquista ante un problema tan grave? Bueno, antes ponían bombas, lo que hacía mucho más fácil tomárselos en serio, pero hoy en día los lumpen universitarios se dedican a escribir manifiestos en internet. Así que, tras detectar seis abusos en una semana, las chicas fueron las primeras en abrir fuego. El título del manifiesto era "Declaración de guerra", una sucesión de frases lapidarias: "Yo no puedo. Yo no quiero exponer mi cuerpo ni el de mis compañeras, cada vez que nos relacionamos con vosotros. Yo no quiero que nos sigáis violando en silencio. Violadores sois todos. Estáis programados para violar". El comunicado aparecía en el blog "Dworkinista" que trata del Femrad y el separatismo lésbico.

Pero las palabras pasaron a los hechos cuando las okupas decidieron llamar vía Whatsapp a todos los contactos masculinos de Aturuxos bajo la excusa de una alerta feminista. Cuando llegaron, cincuenta tipos se encontraron con mujeres muy serias que les condujeron a una habitación que estaba empapelada con docenas de fotos de ellos. Luego una de ellas leyó el manifiesto "Declaración de guerra". Nadie replicó nada. Al parecer, les dijeron que no tenían derecho a hacerlo. Una de ellas se acercó con un rotulador y les dijo que marcaran con un "sí" las fotografías de los agresores sexuales. Algunos lo hicieron, marcando la suya, otros no.

Fue entonces cuando empezaron los golpes, lo cual me parece una progresión lógica cuando se prohíbe el diálogo. Las ofendidas okupas empezaron a golpear a diestro y siniestro a sus antiguos "compas" (de los que ahora sabían que no eran más que espías y verdugos del heteropatriarcado) a escupirles y a gritarles. Tras quedarse a gusto, les echaron a patadas de lo que había sido un cálido refugio de anarcocompañerismo bajo la amenaza de cortarles el miembro e introducirles un cactus por su conducto anal, aunque no utilizaron esas palabras exactamente. Pero la sangre no llegó al río ni el cactus al culo, y lo primero que hicieron esos fieles aliados feministas para superar esa traumática experiencia fue, naturalmente, escribir un manifiesto. Cualquiera puede consultarlo en contraodogma.noblogs.org. Hay tres testimonios: uno en castellano, otro en gallego y otro en esa especie de gallego-portugués al que tan aficionados son los anarquistas-galeguistas. Reconocían el patriarcado, sus privilegios como machos, el sufrimiento de las mujeres ante las injusticias pero aquello rozaba lo "kafkiano". Uno lo calificó de parodia de "juicio burgués" como si en esos procesos no primara la presunción de inocencia ni se proscribiera el crimen de autor. Otro, más enterado, mencionó las asambleas de autocrítica maoístas y las cazas de brujas.

A medida que la noticia de aquella encerrona se filtraba en la comunidad okupa y simpatizantes, la polémica crecía y crecía. Para empezar, la mayoría no lo llamaba encerrona sino "teatro de psicodrama" o "performance" pero muchas consideraban que había que apoyar "a las compañeras que tuvieron la valentía de plantarles cara". Otro llamado incertidume09, señaló que "algunas se acostaron con sus parejas a las que acusaron de "violadores" esa misma tarde" y otra lesbofeminista señalaba que "la manada de machitos ''acomplejaos' ha llegado a defender a sus 'compis' varones, dando la razón a las compañeiras. Al final les une más sus pollas". Otros CSO se desvinculaban de lo ocurrido y de la humillación recibida por los "compas".

En sus desolados comunicados que llamaban a la reflexión, los okupas afectados se preguntaban cómo se había llegado hasta allí. Consideraban que las herramientas que se habían empleado para lograr la cohesión habían devenido en políticas sectarias. Aquellos Bakunin de edición abreviada, aquellos postmodernistas amantes de Darrida y Foucault que alardeaban de su capacidad de deconstruir la sociedad heteropatriarcal como si fuera un comentario de texto, eran incapaces de entender cómo habían llegado hasta esos extremos tras haber abrazado una ideología identitaria (el Femrad) que insiste en que el machismo nos invade a todos con el mismo fervor con el que los cristianos habían insistido en el pecado original, una ideología que considera que cualquier delito contra la mujer es, en realidad, un acto político de terrorismo machista, que las emociones son una forma más fiable de entender la realidad que los hechos contrastados y que promueve la socialización de la culpa por encima de la responsabilidad individual. Todo un enigma.

Desde aquí les mando mis mejores deseos a los miembros del CSO Aturuxos das Marías. El respeto que siento por su activismo es solo un pálido reflejo del que ellos sienten por mi profesión y espero que puedan continuar con su actividad a pesar de este grave contratiempo. Pero no estoy seguro de que sea posible porque este es un asunto serio, complicado y espinoso. Lo era incluso antes de que los cactus salieran a relucir.

 
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