Un informe oficial refleja la "soledad" de los ediles acosados por ETA
La banda asesinó a 24 ediles. En 2011, año en el que ETA anuncia el fin de la violencia, el 20% de los concejales vascos llevaban escolta
San Sebastián
Un informe encargado por el Gobierno Vasco refleja la "estigmatización" y la "soledad" que padecieron los concejales vascos perseguidos "injustamente por ETA" entre 1991 y 2011, un periodo en el que la organización terrorista asesinó a 16 ediles en Euskadi y el resto de España.
El "Informe sobre la injusticia padecida por concejalas y concejales que sufrieron violencia de persecución (1991-2011)" ha sido elaborado por el Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe de la Universidad de Deusto por encargo del Gobierno Vasco y se inscribe en la serie de trabajos que la Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación ha impulsado en los últimos años para catalogar las distintas vulneraciones de derechos humanos infligidas en los años de violencia terrorista en Euskadi.
El dossier ha sido presentado en San Sebastián por el secretario de Derechos Humanos, Jonan Fernández, y dos de los autores, Gorka Urrutia y José Ramón Intxaurbe.
Se trata de un trabajo derivado de otro anterior, el que se refería a las personas amenazadas por ETA en general, ya que se centra exclusivamente en quienes lo fueron por ser concejales.
En un primer apartado de tipo cuantitativo se recopilan los 16 asesinatos de concejales cometidos en el periodo del estudio, desde Gregorio Ordóñez en 1995 hasta Isaías Carrasco en marzo de 2008.
No obstante, también cita a las 8 personas asesinadas por ETA con anterioridad que eran o habían sido concejales en algún ayuntamiento.
Aunque no dispone del número total de los concejales que fueron perseguidos, el informe refleja que a partir de 2000, tras la ruptura de la tregua de ETA, más de 200 concejales comenzaron a llevar escolta, en un número creciente hasta alcanzar los 511 ediles en su pico máximo, en 2011.
Los investigadores han otorgado mayor relevancia a los aspectos cualitativos de su investigación, que reúne una serie de conclusiones extraídas de 14 entrevistas personales, efectuadas a 11 ediles -6 hombres y 5 mujeres-, a dos parejas de concejales y a los padres de otro.
La mayoría de ellos fueron representantes del PP y del PSE-EE, aunque también se han entrevistado a tres ediles del PNV y EA, partidos contra los que se intensificó el acoso tras la ilegalización de las formaciones de la izquierda abertzale, tal y como recoge el estudio.
Estas personas describen la situación de "amenaza constante" que, a través de mecanismos como la violencia callejera, ETA y su entorno causaron en sus vidas, lo que les generó "sufrimientos intensos, profundos y prolongados, con sentimientos de aislamiento y soledad".
En algunos casos, esta situación tuvo afecciones en la salud de las víctimas, que presentan cuadros de estrés postraumático que se mantienen a pesar del paso del tiempo.
"Esta situación fue injusta y representa una patología incompatible con el ejercicio de las libertades propias de una democracia", reza el informe en su valoración final, en la que destaca que la persecución de los concejales fue una "anomalía perversa que socavó la convivencia democrática hasta un punto que nunca debería ser asumido como normal o inevitable".
El estudio describe que las amenazas, agresiones y atentados contra los concejales supusieron la vulneración de un buen número de derechos, entre ellos los de libertad ideológica, de expresión, el de participación en los asuntos públicos, el de la vida, el de la integridad física y moral, el de la libertad y la seguridad, el derecho a la libre circulación y el de libertad de residencia, entre otros.
El Gobierno Vasco quiere que los afectados por aquella violencia sepan que "conoce el sufrimiento que padecieron", que "afirma la injusticia de aquel sufrimiento" y que "este informe registra aquella realidad de modo oficial en la construcción de la memoria y es expresión de solidaridad hacia sus víctimas", ha explicado Fernández.
El secretario de Convivencia ha considerado que leer este trabajo, que es de acceso público, constituye "un ejercicio de empatía colectiva para entender qué tipo de opresión física, psicológica, familiar y humana pudo suponer para una persona vivir un día tras otro con el peso de la amenaza de perder la vida violenta e injustamente".