'Lo que no sale en la tele'
Una de las escasas cincuenta personas que asistimos en directo a la magia que Siloé fue capaz de crear en el patio al aire libre de la asociación AlCultura
La Firma de Rosario Pérez, 'Lo que no sale en la tele'
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Algeciras
El viernes pasado fui una privilegiada... Una de las escasas cincuenta personas que asistimos en directo a la magia que Siloé fue capaz de crear en el patio al aire libre de la asociación AlCultura. Como muchos aún no lo saben, explicaré que Siloé es un dúo musical compuesto por Fito Robles y Xavi Road, dos jóvenes vallisoletanos con un talento especial para componer temas que poco tienen que envidiar a los del pop británico de los noventa, aunque en español y influencias de la lírica de los cantautores hispanoamericanos, el rock de guitarras e, incluso, la música folk tradicional.
Dicen los grandes que un artista de verdad demuestra su valía en los grandes estadios, pero también, y sobre todo, en aquellas pequeñas salas en las que apenas un puñado de personas han pagado por escucharte... El viernes pasado, en Algeciras, en una noche desapacible en la que incluso llegaron a caer algunas gotas, los de Siloé defendieron ante un público escaso (para lo que merecían), pero tremendamente cómplice, la calidad de las canciones de "La Verdad" y "La Luz", sus dos discos en el mercado, y demostraron ser lo que son, aunque la fama (aún) no les acompañe: dos grandes profesionales.
Apenas 24 horas después, el mismo patio se quedaba pequeño para el concierto que, en el mismo escenario, ofrecían el popular Wyoming y Los Insolventes, la banda que le acompaña en los bolos de sus veranos gaditanos. Cerca de 400 personas se reunieron para ver en directo al polifacético showman televisivo, que se toma la música como un vocacional divertimento, y que suele aderezar sus versiones de míticos temas de la movida madrileña con su verborrea "canalla" y su peculiar sentido del humor, ya sin guionistas de por medio.
No seré yo quien diga que el espectáculo no merecía la pena, ni mucho menos... Pero, musicalmente hablando, aquello, con lo de la noche anterior, no resistía comparación posible. ¿Dónde está, pues, la explicación más lógica a la respuesta cuantitativa en cuanto a público se refiere? Pues está claro, ¿no?, tampoco hay que ser un lince para averiguarlo: simplemente, uno sale en la tele, y los otros no.
Personalmente, yo ya me había tropezado con otros sangrantes ejemplos de esta aplastante realidad la pasada primavera, durante mis visitas a las Ferias del Libro de Madrid y Barcelona. No sé si sería casualidad, pero en los ratos en los que pude pasear entre libros y casetas, escritores consagrados y de tanto prestigio como Lorenzo Silva, Julia Navarro o Juan Eslava Galán apenas congregaban ante sí a un puñado de fieles lectores, mientras que personajes televisivos como Pablo Carbonell, con su primera novela, Ana Guerra, finalista de Operación Triunfo, o una tal Miri, aprendiz de cocinera en el programa Master Chef, acabarían con agujetas en los dedos si firmaron a todos los enfervorizados fans, jóvenes y no tan jóvenes, que se apiñaban en sus colas.
Así ha sido hasta ahora, desde que se inventó el cacharro, y así sigue siendo, aún en pleno auge de las redes sociales y toda su "plantilla" de influencers, instagramers y youtubers. Para una gran mayoría de la población, lo que no sale en la tele ni existe ni interesa, y eso lo mismo vale para un grupo de música, una provincia (y no únicamente Teruel) o una manifestación, como la que el pasado viernes recorrió las calles de San Roque para protestar por el aire que respiramos... A ver si, al menos en este último caso, el poder de la "caja tonta" nos sirve para algo.