Toponimia para la memoria

Valencia

La toponimia urbana clásica, aquella que en el caso de Valencia quedó bien documentada en el plano del padre Tosca o en la obra magna del erudito Orellana, no era otra cosa que un conjunto de denominaciones sancionadas por los propios vecinos de la ciudad, cuya función, exclusivamente funcional, era la de orientarse por la misma. Pero todo este sistema de referencia onomástico cambió a principios del siglo XIX con el triunfo del Estado Liberal y la necesidad de difundir sus ideales a través también del espacio público. De esta manera comenzó un proceso de sustitución de las denominaciones históricas otorgadas por el pueblo, por el de los nombres de prohombres impuestos por nuevo estado.

Esta nueva toponimia conmemorativa, instrumentalizada hasta la saciedad, cometió el error en muchos casos de desligar el territorio y sus pobladores, de la nomenclatura impuesta. Y por tanto minusvaloró una parte importante de aquello por lo que surgió: la identificación de un nombre de lugar con las personas que lo habitan.

Sin embargo, desde el advenimiento de la democracia y la facilidad de acceso de los ciudadanos a la administración, han sido muchas las iniciativas de recuperar, ya no la toponimia clásica, sino los nombres de personajes y lugares asociados a un barrio o colectivo en concreto, ayudando de esta manera a recuperar a través del espacio público conmemorativo, la memoria de la ciudad y sus habitantes. Este es el caso, por ejemplo, de la última iniciativa a este respecto impulsada por la asociación de vecinos del barrio valenciano de Sant Isidre.

Sant Isidre es una partida histórica de la huerta sur de Valencia que sufrió como ninguna el megalómano proyecto del Plan Sur y las subsiguientes actuaciones urbanas, que la transformaron en un inefable polígono industrial y de viviendas estrangulado por carreteras y vías férreas. De la bucólica huerta salpicada de alquerías y su caserío, solo quedan un par de calles y la iglesia parroquial, y en cuanto a la toponimia, impuesta durante el desarrollismo, digamos que tampoco ayudó a paliar la calamitosa despersonalización que afectó al barrio durante aquellos años.

No obstante, de un tiempo a esta parte, impulsados por un grupo de colectivos de Sant Isidre y liderados por la asociación de vecinos, se está intentando revertir esta situación mediante actuaciones y medidas de protección del patrimonio (carrer de Pau, Alqueria dels Frares etc.) y de la memoria histórica, reivindicando a personajes populares arraigados en el barrio y demandando para ellos un pedazo de su espacio público conmemorativo. Su penúltima ofensiva, conseguir que una plaza nueva del barrio lleve el nombre del versador Paco Ortí.

Francisco Ortí Belenguer, conocido popularmente como Paco Ortí de Sant Isidre, es una de las personalidades más renombradas del Cant Valencià d’Estil de todos los tiempos. Nacido en 1940 en la desaparecida Alquería del Corredor de la huerta de Sant Isidre, Paco supo conservar y prestigiar la tradición versadora* inculcada por su padre, el Tio Nelet y consiguió el reconocimiento unánime en el ámbito de la música tradicional valenciana.

La figura de Paco Ortí se antoja pues indispensable para la historia de la música popular de nuestra ciudad y sin duda para recordar lo que un día fue la partida de San Isidro y sus moradores. Y por tanto, parece la idónea para devolver a este rincón de Valencia un poco de su memoria y dignidad perdidas. Una plaza con el nombre de Paco Ortí no nos devolverá la huerta ni las alquerías arrasadas, pero si nos ayudará a recordar que por allí, no hace tanto tiempo, entre las sendas del camino viejo de Torrent se cantaba y se versaba poesía popular en nuestra lengua materna valenciana.