La UPV detecta una "elevada contaminación por microplásticos" en el Golfo de Valencia

Valencia

La densidad media de contaminación por microplásticos en la zona sur del Golfo de Valencia es de 329.500 ítems por kilómetro cuadrado, una cifra que refleja una contaminación "elevada" por microplásticos. Esta es una de las conclusiones de la primera investigación desarrollada sobre la presencia de microplásticos en la costa de la península ibérica, concretamente en un segmento de la costa valenciana, los 54 kilómetros que van desde Cullera hasta Dénia.

La zona presenta valores similares a otras partes del Mediterráneo y una situación "algo mejor" que la conocida como ‘isla de plástico’, en el giro del norte del Pacífico.

El estudio ha sido realizado por Nuria Felis en su Trabajo Final del Máster en Evaluación y Seguimiento Ambiental de Ecosistemas Marinos y Costeros de la Universitat Politècnica de València, bajo la dirección de los profesores del Campus de Gandia de la UPV, Silvia Falco y Miguel Rodilla.

Para llevar a cabo su investigación, Felis ha tomado muestras de la capa superficial marina de diez tramos perpendiculares a la costa y ha identificado y cuantificado los microplásticos. Los tramos con mayor densidad de partículas son los cercanos a las desembocaduras de los ríos de la zona, el Júcar y el Serpis.

Según la científica, cerca del 80% de los plásticos que hay en el mar provienen de fuentes terrestres: ríos, acequias, emisarios submarinos, entre otros, que son arrastrados por la escorrentía y transportados por las corrientes. Además, señala que existe una correlación entre la presencia en el mar de microplásticos y la contaminación por plásticos de más tamaño (macroplásticos). En el ámbito de este estudio se han encontrado un 66% de microplásticos procedentes de la degradación de macroplásticos.

Felis advierte que la presencia de este plástico en el medio marino afecta a la fauna y a través de ella, a los seres humanos. Como los microplásticos tienen un tamaño inferior a 5 milímetros, son ingeridos desde los niveles más bajos de la cadena trófica, como moluscos o plancton, del que se alimenta otra fauna; a través de la alimentación, los microplásticos pasan también al organismo humano.