'La Firma número 100. El beso'
Hoy me toca mi Firma número 100 y lo quiero celebrar con mi Firma preferida. Con ella, doy las gracias a la Cadena Ser, a mis compañeros y a Juanma. Y mando un beso enorme a todos los que me escucháis
La Firma de Emy Luna, "la Firma número 100. El beso"
03:30
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Algeciras
Hoy me toca mi Firma número 100 y lo quiero celebrar con mi Firma preferida. Con ella, doy las gracias a la Cadena Ser, a mis compañeros y a Juanma. Y mando un beso enorme a todos los que me escucháis.
Ayer por la mañana mi nieto no fue al colegio. En un momento determinado, me lancé sobre él y le besé. El niño me preguntó que cuántos besos le había dado en su vida. No encontré la respuesta en aquel momento, pero su pregunta se me quedó dentro, rondándome el resto del día y empujándome a pensar en cuántos besos habría dado o recibido yo a lo largo de la mía. Recordé aquellos besos tiernos de la infancia, besos de gente mayor que después de achucharte, te llenaban de carmín los mofletes. Besos trágicos de final de curso, de separación de unas compañeras que no volverías a ver hasta pasado el interminable verano. Besos adolescentes, llenos de misterio, de significados ocultos. Besos tabú, legendarios, mágicos. Besos desesperados, impacientes, ávidos de lunas y escondites. Besos con pasión y sin razón. Besos de amigos para siempre, besos de no te vayas que me muero. Besos hipócritas, inocentes, lascivos, angelicales. Besos de alcohol y tabaco. Besos huidos, imaginados, los besos que nunca dimos. Besos deseados, inalcanzables, incomprendidos. Besos de enemigos, de Judas. Besos de te odio, te admiro, te envidio. Besos que, como flores, se cierran bajo el manto de la noche y se abren a la luz del día. Fugaces, intensos. Besos azules de cielo y rojos de infierno. Besos que queman o que congelan. Que te dejan impasible o que estallan por dentro. Besos solidarios, humildes, misericordiosos. Besos de reencuentros y despedidas. Besos últimos a una amiga que se va. Besos cargados de esperanza sobre la cuna de un bebé. Besos con manos, con ojos, con gestos... enviados a través del aire con una mirada secreta. Besos dedicados y besos robados. Besos de ultratumba y besos de nunca más. Besos de lija y besos de terciopelos. Intentados, conseguidos, rechazados, dolorosos.
Besos con labios fruncidos y secos y besos húmedos como la escarcha. Besos de lluvia y desierto, de traición y de encono, de héroes al descubierto y de víctimas bajo la tierra. Besos de azucenas blancas sobre el pecho. Besos de hijos y amantes, de parejas soñadas, de amores eternos. Besos que te remontan al principio de todo, al origen. Los que me daba mi madre al acostarme y con el que acunaba mi sueño. Aquellos besos que prepararon el camino a los que vendrían después.
Hoy, al volver a besar a mi nieto, él me ha preguntado si por fin sé cuántos besos le he dado en total. He tomado su cara entre mis manos y rozando sus labios de terciopelo, me he reconocido en el fondo de sus ojos y he pensado con alegría en cuántos llenarán su vida y le he dicho sonriendo que le he dado tantos como de aquí a la luna, ida y vuelta y de tres en fondo.