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Carmen González

'En armonía con la naturaleza'

Mientras el sol descendía por detrás del cerro del Cabezal del Junquillo y el horizonte se iba oscureciendo por encima de la sierra de Montecoche, el silencio iba compartiendo espacio con el canto vespertino de las aves

La Firma de Carmen González, "En armonía con la naturaleza"

La Firma de Carmen González, "En armonía con la naturaleza"

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Algeciras

Mientras el sol descendía por detrás del cerro del Cabezal del Junquillo y el horizonte se iba oscureciendo por encima de la sierra de Montecoche, el silencio iba compartiendo espacio con el canto vespertino de las aves. Estábamos en el mirador del Palancar, desde donde se aprecian unas magníficas vistas del embalse de Charco Redondo, en el municipio de Los Barrios. Hasta allí nos habíamos desplazado un pequeño grupo, encabezado por gente de la coordinadora Barrio Vivo, para saludar a la luna llena de julio. Ver anochecer en sintonía con la naturaleza, en pleno parque de los Alcornocales, no tiene precio.

No es la primera vez que me refiero a la diversidad medioambiental del Campo de Gibraltar, una comarca rica en ecosistemas, en naturaleza, en fauna, en flora... pero todo me parece poco para resaltar el enorme privilegio que tenemos los vecinos de estas tierras, rodeados de tanta belleza tanto en su litoral como tierra adentro, en sus montes, valles o gargantas, encuadrados en dos parques naturales maravillosos, el del Estrecho y el de Los Alcornocales.

Hacer ahora en verano senderismo no es lo más recomendable: el calor o la molestia que provocan moscas, tábanos o mosquitos, por no mencionar otros bichitos que dominan esos espacios, no hacen especialmente agradable el paseo. En cualquier caso, si nos pertrechamos bien de repelente y nos adentramos en la naturaleza hasta un lugar donde podamos disfrutar de las últimas horas del día, es una experiencia que recomiendo. Eso sí, siempre en un lugar conocido o de la mano de un experto senderista o montañero y respetando el entorno.

La finca del Palancar, que sí recomiendo recorrer más a fondo en otoño, invierno o primavera, es un ejemplo de espacio emblemático en el ámbito medioambiental. Se trata de un paseo extremadamente didáctico donde se pueden observar diferentes ecosistemas: quejigal, pinar, bujeo, alcornocal o herriza. Al mismo tiempo, permite conocer elementos históricos como tumbas antropomorfas o etnográficos como los moriscos o las casas cueva que utilizaban los pobladores hace años. Además, no hay que olvidar que allí se encuentra, desde 1995, una reserva de borrico andaluz.

Es grato ver cómo el cielo, al otro lado del pantano, se va tiñiendo de rojo y poco a poco la oscuridad va cubriendo el paisaje, mientras un viento fresco nos obliga a cubrirnos aunque sea con ropa de abrigo ligera. Sin duda, el momento en el que la gran luna naranja aparece por el Este es inolvidable, aportando grandes sensaciones. La naturaleza es bella y a ella nos debemos.

Pero, ayer escuché que hemos empezado a consumir más recursos naturales que los que los ecosistemas de la Tierra pueden generar por sí solos en un año. Es decir, desde ayer día 29 de julio ya estamos en deuda con el planeta pues hemos comenzado a vivir de las reservas. En otras palabras: estamos en números rojos y eso debería ser una prioridad para todos.

Pensando en El Palancar, me vienen a la cabeza esos habitantes rurales que siempre han sabido vivir en armonía con el medio aprovechando sus recursos. Debemos aprender de ellos.

 
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