Abandono animal: la trágica historia de cada verano
La negativa o imposibilidad de los dueños a llevar consigo a su mascota se traduce en refugios repletos de animales, que se ven incapacitados para seguir acogiendo a más de ellos, debido a la falta de espacio y recursos
Úbeda
Desgraciadamente, la época estival -y la llegada de las vacaciones para muchos- trae consigo una situación que se repite cada año y que supone un grave problema que parece -tristemente- imposible de erradicar. Se trata del abandono animal.
Datos obtenidos en un estudio reciente (llevado a cabo por la Fundación Affinity) reflejan que durante 2018 más de 138.000 perros y gatos fueron abandonados en nuestro país. A pesar de que hasta 2015 se había experimentado un esperanzador descenso en esta estadística, en los últimos cuatro años las cifras se han estancado y el número de animales abandonados no sólo no se ha reducido, sino que ha aumentado en muchas poblaciones.
Se apunta al nacimiento de camadas no deseadas, al fin de la temporada de caza o al comportamiento de los animales de compañía como algunas de las causas que lo propician, aunque también se destacan las razones económicas y –muy especialmente- las vacaciones.
Es este último factor el que provoca que el abandono animal sea una circunstancia que se agrava sobremanera en la estación estival, haciendo del trabajo de las protectoras y refugios una labor capital de cara a recoger y cuidar de estos animales hasta que, si hay suerte, se les pueda encontrar un hogar de acogida (una tarea harto complicada).
Muchos de estos animales abandonados son “cachorros o madres recién paridas”, asegura Carmen Navarro, de la protectora ubetense ‘Felican’. Afirma que esta circunstancia obliga a un cuidado y esfuerzo mucho mayor, además del devastador desgaste emocional y sentimental que ello supone: “El tema de los cachorros es muy complicado; primero por la falta de espacio, porque deben estar aislados para evitar que contraigan enfermedades, y –en segundo lugar- por la dificultad de encontrar hogares de acogida. Unos aguantan, otros tienen que ser ingresados y otros –desgraciadamente- no logran salir adelante. Es muy doloroso ver a estos pequeños, con los que creas un vínculo emocional muy fuerte, tan frágiles e indefensos. Si es triste encontrarse muerto a un adulto, a un cachorro… Se te cae el alma”.
‘Felican’, que cuenta en su refugio con unos 150 perros, mantiene un acuerdo de colaboración con el albergue municipal (que acoge a otros 60) para hacerse cargo de algunos de sus animales. Sin embargo, desde la protectora se ven obligados a negarse, no sólo a ello sino a las peticiones de particulares, al no contar con más espacio y recursos que les permitan cuidar de más canes, así como por esa dificultad –mencionada anteriormente- a la hora de encontrar hogares de acogida.
Así pues, realizan un llamamiento a la responsabilidad y a la concienciación de la población, ya que “hacerse cargo de una vida es algo para lo que no todo el mundo está preparado o dispuesto”. Y es que no son los perros (sean adoptados, regalados o comprados) los que eligen su nuevo hogar, pero sí nosotros los que decidimos dejarlos sin él. Por este motivo, desgraciadamente, un año más hemos de recordar que “ellos nunca lo harían”.