Cándido Méndez: "El trabajo sindical es algo inacabado por naturaleza"
Tras 22 años al frente de UGT, ahora disfruta de ser abuelo, el estudio de idiomas y el consumo de actualidad
Entrevista a Cándido Méndez: "El trabajo sindical es algo inacabado por naturaleza"
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Córdoba
Entrevista al ex secretario general de la Unión General de los Trabajadores (UGT), Cándido Méndez (Badajoz, 1952), cargo que ocupó durante 22 años hasta que tomase su relevo Pepe Álvarez.
Tras una intensa etapa de trabajo al frente de UGT, ¿cómo es su vida ahora?
Distinta. Llevo jubilado unos 3 años y he tenido la fortuna de acceder a la condición de abuelo: tengo dos nietos. También he abierto otros frentes, voy todos los miércoles a servir desayunos con Mensajeros de la Paz, con el padre Ángel; y también me he puesto a estudiar idiomas, ya voy con por el cuarto año de un curso de inglés. Sobre todo porque me interesan temas relacionados con digitalización y es un campo en el que muchos textos están en inglés. También doy conferencias en universidades y en mi organización. Estoy atareado.
En lo de ser abuelo no hay lucha por los derechos laborales ¿no?
Esa es una esclavitud que tampoco es voluntaria, pero si lo fuese, sería supervoluntaria.
Los abuelos, por las condiciones del mercado de trabajo, han tenido que asumir funciones de los padres. ¿Cómo lo valora?
España ha tenido una vivencia muy ilustrativa: se ha proyectado una enorme enseñanza durante la recesión económica. Familias que tenían al abuelo o la abuela en una residencia lo han sacado de allí porque la única fuente de ingresos que tenían de forma estable era su pensión. Creo que esto le da un valor añadido al debate sobre el Pacto de Toledo, que obliga a asegurar el futuro de las pensiones. Y también la otra labor 'de guardería' que ejercen los abuelos es fundamental y formidable. España, a pesar de los problemas, ha experimentado un gran cambio que se ha hecho sobre las espaldas de aquellas mujeres y aquellos hombres que hoy tienen 75 u 80 años.
El debate de las pensiones está de plena actualidad, pero con situaciones laborales marcadas por la precariedad y horarios largos se complica que se mantengan las pensiones a largo plazo por la disminución de natalidad...
Estamos en una especie de círculo infernal. Tener un hijo es una opción vital pero también tiene consecuencias económicas y hay familias que queriendo ser padres tienen que pensar en si pueden o no sacarlo adelante. Se trata de cuestiones laborales por lo que en España se está postergando la edad para tener hijos. Pelear por un trabajo decente, bien retribuido, con jornadas laborales que permitan conciliar la vida profesional con la laboral son objetivos muy nobles a los que nunca se puede renunciar.
En nuestro país se produce un fenómeno que no se da en otros países. Cuando hace algunos años hablaba sobre presentismo, me ponían 'a parir', pero veo que se empieza a utilizar este concepto. Aquí parece que por estar más horas en el puesto de trabajo se es más productivo y se supone que ese empleado es mejor. Me consta por experiencia familiar que en Alemania sucede al contrario: si la jornada termina a las 17:00, a aquel que sigue después de esa hora se le considera como que no sabe hacer el trabajo. Es decir, la percepción tiene que cambiar radicalmente porque tenemos problemas financieros que deben hacer reflexionar a los empresarios.
Su sucesor, Pepe Álvarez, se ha referido en ocasiones al "maltrato del capital" a los trabajadores y a los sindicatos. Después de la crisis, ¿hemos sido incapaces de recuperar derechos que ya parecían conquistados antes de la misma?
Hay un factor que ha afectado a uno de los dos pilares clave de la distribución de la renta. Uno es la fiscalidad y otro es la negociación colectiva para distribuir las rentas que se generan. Esto es, a parte de la redistribución que se produce a través de los servicios públicos. Teníamos una arquitectura por la cual más del 70% de los trabajadores tenían un convenio colectivo que puede ser mejor o peor, pero que garantiza un salario por encima del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Sin embargo, la reforma laboral dio al convenio de empresa facilidad para bajar el salario por debajo de lo pactado en el convenio y a partir de ahí, la disminución de las desigualdades a través del salario se ha debilitado de una manera tremenda.
En España ha irrumpido la figura del 'trabajador pobre', especialmente entre la población más jóven. Uno de los elementos para combatir este fenómenos es la subida del SMI y equipararlo al de países como Alemania o Francia, lo cual es compatible con mantener la productividad de las empresas.
No me resisto a preguntarle por los presupuestos de la Junta de Andalucía, sobre los que el gobierno autonómico afirma que "son los más sociales de la historia de la comunidad" y la oposición recrimina que "abren las puertas a la privatización". ¿Cómo valora usted el cambio en la Junta?
Bueno, desgraciadamente, no vivo en Andalucía aunque me gustaría. Eso hace que mi opinión no sea muy fundada. Pero en cualquier caso creo que es pronto para hacer afirmaciones categóricas. Creo que los gobernantes actuales deben llegar a la conclusión de que hay pilares que son patrimonio de todos los andaluces como son la sanidad o la enseñanza pública que no obedecen a caprichos de gobernantes sino que atienden a necesidades de la población. Por ello, espero que estos elementos fundamentales de protección social se mantengan. Y si los andaluces no ven avances en estas materias, PP y Ciudadanos lo pagarán caro en las urnas.
Y también hay otros elementos que la política de carácter simbólico que debemos analizar. Esa especie de 'desarme' en relación a un lenguaje beligerante con temas como son la violencia machista y otras ciertas concesiones no deberían haberse hecho. Confío en la fortaleza democrática y en que Andalucía es una tierra abierta, tolerante y con una historia de migración importante.
¿Le es más complicado a un sindicato dialogar con un gobierno de centro-derecha que con uno de centro-izquierda?
Utilizando un dicho andaluz: 'hay de todo como en botica' y depende del talante de los gobernantes. En ese campo si que puedo poner un ejemplo basado en mi experiencia. Hay un diálogo muy fructífero que espero que siga en esta legislatura en la comunidad autónoma de Castilla y León. Y se ha producido con gobiernos del Partido Popular que han entendido que el diálogo social es una forma de hacer política. Aquí el color político no ha influido y si lo ha hecho ha sido de forma favorbale. ¡Ojo!, hablo de gobiernos con mayoría absoluta, que no suelen ser tan flexibles. Pero en cualquier caso, en Andalucía hay una salvaguarda: el diálogo social está incluído en el Estatuto de Autonomía, por lo que se convierte en una obligación para los gobernantes.
Usted pasó más de 20 años al frente de la secretaría general de UGT. ¿Cómo sigue usted vinculado al sindicato? El día que abandona el cargo piensa en algo que le quedó por hacer.
Me quedaron muchas cosas por hacer y supongo que mi antecesor tendría el mismo sentimiento. Porque el trabajo sindical es algo inacabado por naturaleza. Cuando salgo, ya estábamos en crecimiento económico pero teníamos la problemática de la contrarreforma laboral o la problemática del desmantelamiento del sistema de pensiones. En 2016 la recuperación económica había venido pero no se habían recuperado derechos. Es algo que sé que Pepe Álvarez sigue peleando y negociando.
Al día siguiente de dejar la secretaría general me ofrecieron quedarme en el sindicato de forma activa, pero yo soy de los que cree que 'hay que cortar'. No puedes convertirte en una alargada sombra de lo que fuiste, creo que incluso sería patético. "La organización me tiene a su disposición" fue lo que dije el día de mi marcha y así sigue siendo.
Reciéntemente han sido polémicas las huelgas en el sector transportes. Sectores críticos las califican de "huelgas extorsión" por el efecto que tienen sobre terceras personas que nada tienen que ver con la empresa contra la que se protesta. ¿Cómo valora usted esos calificativos?
Pues no coincido con esa visión. Una huelga nunca es un mecanismo de extorsión, sino que es un mecanismo de defensa. Y por ejemplo en la última huelga en el aeropuerto Josep Tarradellas-El Prat (Barcelona) se han impuesto unos servicios mínimos del 90%.
La huelga es un derecho amparado por la Constitución. Otra cosa es que haya que buscar fórmulas para garantizar que sea compatible la huelga con que se siga manteniendo un determinado nivel de actividad en ciertos sectores estratégicos. En el año 1993 ya abrimos una negociación para intentar pactar los servicios mínimos 'en frío', porque cuando intentas pactarlos 'en caliente' es muy complicado. La Constitución prevé que hay que hacer una norma en la que se identifique qué garantías de servicios mínimos debe haber en servicios públicos esenciales. Lo hicimos en el noventa y tres y llegamos a un acuerdo que cuando estaba prácticamente cerrado chocó con la disolución de las Cortes Generales del Estado que ordenó Felipe González.
Álvaro Guerrero Jiménez
Redactor y editor en los servicios informativos de la Cadena SER en Córdoba. Previamente ha trabajado...