Seis días viviendo sin luz ni agua en la capital grancanaria
Los vecinos del edificio de Jinámar cuyo cuadro eléctrico se incendió el pasado sábado siguen sin soluciones
Eloísa del Rosario: "Me da miedo quedarme con la niña en casa"
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Las Palmas de Gran Canaria
Todavía huele a quemado en el portal del edificio de Jinámar donde hace casi una semana el cuarto de contadores eléctricos sufrió un incendio, lo que ha dejado sin agua ni luz a las 47 viviendas repartidas en las once plantas del bloque. Las paredes blancas están ennegrecidas y los restos del techo derrumbado siguen desperdigados a oscuras por el suelo.
El miércoles por la tarde se celebró una reunión de vecinos en la que estuvo presente el concejal del distrito Vegueta Cono Sur- Tafira, Prisco Navarro, que trató de calmar los ánimos de más de una veintena de personas a la que no les faltaban motivos para quejarse de que la situación es insostenible.
Desde el sábado llevan sin luz ni agua, lo que significa seis días sin cosas tan comunes y necesarias como un baño que funcione o una nevera. A la espera de una respuesta de la aseguradora que supuestamente llegará este jueves, según cuentan los afectados, el presidente de la comunidad de vecinos, José Domingo Carbonell, comentaba que la reunión no había dejado conclusiones claras.
El concejal de Distrito habló de una posible declaración de la situación de emergencia en el edificio, lo que tendría que estar abalado por informes técnicos. Sobre las 20.00 horas llegó al bloque una cuba de agua que, por lo menos, sirvió para que los afectados llenaran unas garrafas antes de emprender la subida a sus respectivas casas.
La impaciencia cobra fuerza entre los vecinos. Muchos de ellos se han ido a pasar la noche con familiares, pero otros permanecen en el bloque. Las situaciones varían entre el peligro de caer por la escalera a oscuras, como le ocurrió a uno de los propietarios, hasta la necesidad de trasladar insulina a una nevera que funcione.
"Me da miedo quedarme con la niña en casa", comentó una vecina, mientras que otra manifestó que dormía en un apartamento en el sur por el que gastaba más de 1.000 euros. "Mi marido está enfermo de parkinson, tiene que bañarse, comer y bajar la escalera y mi hijo, que salió de un cáncer, está comiendo en los bares", denunció.
Más de 400 litros de agua dijo haber subido ya a su vivienda otro inquilino, que vive con su mujer y dos hijos. "Es un mal vivir, la uso para la cisterna, lavar la losa...para todo", apostilló. A lo que una joven que se encontraba en la zona se refirió a que su madre tenía "el hombro hecho polvo" de subir garrafas al décimo piso.
Una de las principales preocupaciones de Nieves Rodríguez pasa por la seguridad, a pesar de que el Ayuntamiento ha prometido incrementar la presencia policial en la zona. A la espera de una respuesta por parte de la aseguradora del edificio y el Consistorio, que les permita un realojo, los vecinos reciben a su vez a los peritos de sus respectivos seguros. "Esto va para largo", lamentan.