Sobre el grupo parlamentario de Curbelo

Santa Cruz de Tenerife
Casimiro Curbelo consiguió ayer que el Parlamento de Canarias le aprobara una reforma ‘pret a porter’ del reglamento, para que se pueda constituir grupo parlamentario con tres diputados en vez de cuatro. La propuesta contó con el voto favorable de toda la Cámara (excepto los dos diputados de Ciudadanos, que se abstuvieron), en una de las unanimidades más bochornosas de los últimos tiempos. No porque sea insostenible o injusta la pretensión de que la Agrupación Socialista Gomera cuente con grupo propio. Eso ‘sólo’ significa más dinero de nuestros impuestos para sostener otro grupo, porque cada grupo cuenta con una asignación específica, bastante suculenta, además de la que recibe cada diputado. Lo que resulta bochornoso no es que Curbelo siga queriendo grupo propio, sino que haya logrado ahora lo que hace apenas unos meses era considerado por Podemos, Nueva Canarias y el PSOE poco menos que el fin de la democracia en Canarias. Curbelo presentó la que es ya una de sus reclamaciones históricas, la de formar grupo con tres diputados, es decir, con el 75 por ciento de los de su isla. Lo hizo con una enmienda –la misma que fue aprobada ayer- para que el nuevo reglamento (el que entraría en vigor en esta legislatura) permitiera que los grupos se puedan formar con tres diputados (o con el 15 por ciento de los votos). Fue derrotado y humillado públicamente por sus actuales socios.
Claro que la situación es distinta: hace medio año Curbelo era una suerte de descamisado sin más peso que sus razones de cosaco.
Ahora Curbelo es como el primo Zumosol del pacto floral, y los parabienes, lisonjas y aplausos de ayer demuestran dos cosas: una es que la política no es asunto de principios sino de conveniencias. La otra es que el poder carece de memoria.




