Orihuela en nuestra memoria urbana

Valencia

Orihuela, históricamente y en valenciano Oriola, es la antigua capital del sur del Reino de Valencia y la séptima ciudad más poblada de la comunidad Valenciana. Sin embargo, su condición de ciudad fronteriza, la distancia (200 kilómetros) que le separa de la capital del Reino y en última instancia, la desidia y el meninfotisme intrínseco de nuestra forma de ser, hacen de ella un territorio ignoto para muchos valencianos del Cap i Casal.

Sin quitarnos responsabilidad, la puntilla a esta relación distante la ponen unas instituciones incapaces de vertebrar un territorio geopolíticamente complejo como el valenciano y unos medios de comunicación, mal llamados “nacionales”, que se empeñan reiteradamente en situar a Orihuela en Murcia o peor, en ese territorio imaginario al que llaman “Levante”. Tenían que ser, de nuevo, unos episodios de lluvia e inundaciones en la Vega Baja del río Segura los que nos vuelvan a hacer recordar y reivindicar la valencianidad de nuestra comarca más meridional y su capital, Orihuela, enclave histórico y fundamental para conocer el pasado común del pueblo valenciano.

La ciudad natal del poeta Miguel Hernández fue capital de la provincia visigoda de Aurariola, y tras la invasión musulmana, siguió siendo un pequeño estado cristiano gracias al pacto de Teodomiro en el 713. Estuvo bajo el dominio musulmán hasta que Alfonso X el Sabio la conquistó para la corona de Castilla en 1243. Tras la campaña de Jaume II se incorporó al Reino de Valencia en 1304, obteniendo representación en las Cortes como capital de la Gobernación de Orihuela, y se convirtió en la segunda ciudad más importante del Reino. Es a partir de entonces cuando la ciudad alcanza su máximo esplendor, en 1564 se erige en Obispado y en 1610 se crea la Universidad.

A partir de aquí, desde mediados del siglo XVII, empieza su declive, en gran parte debido a la merma demográfica producida por las epidemias de peste que azotaron la comarca y la consiguiente ruina de la agricultura comercial. El protagonismo económico y cultural de Orihuela se fue diluyendo en favor de Alicante y otras ciudades cercanas que sí supieron aprovechar el proceso de industrialización durante el siglo XIX.

Orihuela cayó en el olvido en el peor momento, justo cuando se estaban formando el imaginario del nuevo estado liberal. Y aun así, fue la primera ciudad histórica del sur del Reino en rotular con su nombre una calle en la ciudad de Valencia. Fue en 1883, mucho antes de la llegada de poblaciones como Alicante, Alcoy o Dénia a nuestro nomenclátor. El motivo, la construcción del Monasterio de las Salesas en el Llano de la Zaidía. Gracias a la petición de la Madre Superiora de esta congregación, se rotularon las dos calles, recién urbanizadas, que bordeaban su nueva instalación: la calle a la que recaía la fachada principal se le denominó calle de la Visitación, por ser este el nombre de la orden religiosa y la que daba a la fachada lateral, calle de Orihuela, ya que la mayoría de las religiosas fundadoras de ese monasterio procedían de la capital de la Vega Baja.

Las calles de Orihuela y Visitación fueron las primeras en seguir el trazado del nuevo plan de ensanche y vertebran el barrio de la Zaídia desde hace casi siglo y medio. El convento de las Salesas fue cárcel y cuartel durante la Guerra Civil y finalmente fue demolido. La calle de Orihuela, situada en una zona baja de la huerta que circunda el cauce del río Turia, también sufrió los embistes de este en la riada del 57 pero todavía se conservan en ella testigos de aquella urbanización primigenia.

Valencia y Orihuela, unidas por la toponimia y por esa relación imprescindible y tormentosa con los ríos que tanto nos dan y que, de vez en cuando, tanto nos quitan.