La educación es la mejor carta de presentación

Tenía ganas de escribir sobre algo que, como algunos animales, parece que está en peligro de extinción. Me refiero a la cortesía, al término que, según la RAE, se refiere a la demostración con la que se manifiesta la atención, el respeto o el afecto que se tiene hacia otra persona.

La cortesía se manifiesta al hablar, al dirigirnos a otro, con nuestro comportamiento. Se refiere a cómo nos presentamos ante los demás, cómo nos despedimos, cómo pedimos las cosas, cómo somos agradecidos. La cortesía forma parte de la educación y del civismo.

A todos nos gusta ser tratados correctamente, que nos tengan en cuenta, que nos muestren agradecimiento. Pero, y nosotros, ¿también lo hacemos?

Decir buenos días, buenas tardes, adiós, gracias, por favor, … son frases que dicen mucho de nosotros, que nos abren puertas, que ayudan a que dejemos buen recuerdo en los demás.

Además, estas expresiones se incluyen también dentro de los valores sociales y permiten demostrar nuestras emociones.

Sin embargo, tristemente creo que sí, que están en peligro de extinción, como el águila o el oso. No forman parte de los libros de texto, no aparecen en el currículum vitae de nadie y, hasta hay quien dice que suenan ridículos.

¿Ridículo pedir las cosas por favor?, ¿ridículo ser amable, respetuoso y educado?

Son importantes los conocimientos teóricos que adquirimos en la escuela y nos sirven para aprobar. Pero, si habláramos con las empresas a las que pretenden acceder estos titulados, veríamos cómo no se preocupan tanto por esos conocimientos teóricos ni prácticos. Esos se adquieren con el tiempo. Las empresas, sobre todo las que trabajan de cara al público, valoran, y mucho, esta cortesía con los compañeros de trabajo, para hacer más agradable el ambiente en el que se desenvuelven todos los días, la cortesía con los clientes, los pacientes, los alumnos, los ancianos, en definitiva, con la gente con la que se trabaja. Así aumentará la satisfacción de todos con la labor realizada y recibida.

Esta manera afable de ser se adquiere en la familia, en casa, pero, si uno se lo propone, puede mejorarse con el tiempo. Con ello mejorará también nuestro desempeño laboral y personal.

No importa la edad ni el contexto social o familiar en el que nos encontremos; debemos empezar el nuevo curso recordando y recordándonos la tremenda importancia del uso de estas palabras.

Tranquilos, no vamos a caer en la cursilería. Estaremos inculcando en los más pequeños y en los jóvenes unas pautas de conducta que les serán de tremenda utilidad en su vida. Estamos haciendo más agradable la vida a los que tenemos alrededor. En definitiva, me atrevo a decir que estamos llevando la calma y el sosiego al mundo entero.

¡Buen curso!