Las facturas atrasadas de Sant Llorenç
El dinero no es el factor principal de lo ocurrido, pero si se hubiera incidido con mayor insistencia en los trece muertos que conllevó la catástrofe, y en la necesidad de una investigación, hubiera sido más fácil que las autoridades hubieran desembolsado las cantidades impagadas
"La línea roja" de Matías Vallés (30/09/19)
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Palma
Abusando de su confianza y sobre todo de su paciencia, a lo largo de un año hemos insistido en la magnitud numérica de la torrentada de Sant Llorenç.
Trece muertos en apenas una hora, una mortandad muy superior a la registrada en las inundaciones que con voracidad igualmente salvaje han asolado en fechas recientes a una superficie mucho mayor de la península.
Y reconozco que volvíamos una vez y otra sobre los trece muertos, como una obsesión.
En algún momento me parecía escuchar desde el fondo el reproche de que “ya está bien, es un asunto cerrado”.
Sin embargo, a un año de las inundaciones surge la noticia imperdonable de las facturas atrasadas de Sant Llorenç, y de que el Estado no ha pagado un euro de los veinte millones más adeudados que prometidos.
El dinero no es el factor principal de lo ocurrido, pero si se hubiera incidido con mayor insistencia en los trece muertos que conllevó la catástrofe, y en la necesidad de una investigación, hubiera sido más fácil que las autoridades hubieran desembolsado las cantidades impagadas.
Puede parecer cruel, pero así funcionan los políticos, a quienes habría que prohibir que visitaran las zonas devastadas en el momento de las inundaciones, solo deberían ser autorizados a presentarse un año después.
Para que la población tenga la oportunidad de ajustarles las cuentas.
