Paco López da con la tecla y con el once
La titularidad de Nemanja Radoja permite que el entrenador granota recupere su sistema de juego favorito
Valencia
Segundo empate consecutivo en casa ante un rival de los de tu liga, dos puntos de doce posibles y vengo yo a decirles que por fin me ilusiona el Levante que descubrí ante Osasuna. Pues sí.
Ese es el equipo, ese el sistema y esos son los jugadores, siempre y cuando no se autoexpulsen como lo hizo Hernani. Su error puso en riesgo el marcador ante el equipo navarro y le penalizará para la próxima visita a Butarque.
Paco López cree en el 4-4-2 como disposición táctica de cabecera, pero desde que se marchó Jefferson Lerma no encontró a ningún jugador que le permitiera asentar un equipo con esa estructura y tuvo que adaptarse a los futbolistas que le ficharon los responsables de la anterior dirección deportiva.
Nikola Vukcevic no resolvió el vacio de Lerma y todo lo que vino después fueron injertos, implantes y prótesis tácticas para tratar de encontrar una fórmula de juego con la que el equipo se sintiera cómodo, sin perder su esencia y le alcanzase para ganar los puntos que le dejase en Primera división hasta que en el siguiente mercado llegase el recambio original del colombiano.
Sin embargo, el primer fichaje no fue Nemanja Radoja que era la prioridad y el que llegó fue Gonzalo Melero por el temor de Paco López a un posible traspaso de José Campaña al Sevilla. En la temporada anterior se quedó sin Lerma y sin un sustituto de garantías a una semana de empezar la Liga.
El miedo a perder, en los mismos plazos, a la otra pieza de su doble pivote perfecto se apoderó del técnico de Silla y le hizo precipitarse en una decisión que ahora generará overbooking con Bardhi y Rochina que tienen difícil encaje en el nuevo dibujo. Vukcevic ya no tiene ni encaje.
Nemanja Radoja es el perfil de jugador que el Levante tendría que haber firmado hace un año y por ese motivo para mí el verdadero proyecto, la temporada del Levante arrancó ayer ante Osasuna. Más allá del resultado, hay una idea, un concepto de juego dinámico con el que la grada se sintió identificada desde el primer minuto.
Orriols se enchufa con una cabalgada de Morales, con un desmarque de ruptura de Roger, cuando un lateral dobla a su par para poner un centro al área y se desespera cuando su equipo abusa del tiqui-taca en la medular, con escasa profundidad y con pérdidas de balón constantes en zonas de riesgo.
Ahora seguro que se abrirán mil debates sobre la confección de una plantilla, diseñada para otra idea y a la que le faltaría algún jugador de banda, como si Jorge Miramón no hubiese jugado más de 50 partidos de interior derecho a lo largo de su carrera o Carlos Clerc no pudiera avanzar su posición como extremo zurdo, siempre y cuando Toño García se parezca al imponente lateral que renovó el Levante y no a un holograma que deambuló por el Villamarín.
Para jugar un 4-4-2 hay que resetear los conceptos defensivos de Hernani y explicarle que es más importante un centro preciso o un pase al costado que una séptima bicicleta. Lo difícil, lo que vale dinero en el fútbol es tener esa punta de velocidad y ese talento innato en el regate, lo fácil y barato es trabajar en la pizarra para que sus condiciones ayuden a mejorar el juego colectivo.
Lo mismo sucede con José Luis Morales, que se ha habituado durante los últimos años en convertirse en el solucionador de problemas y en el desatascador de situaciones límite para la entidad.
El ‘Comandante’ no necesita demostrarle a Orriols lo buen jugador que es, ni su compromiso, ni salir vencedor de un eslalon contra cinco rivales para exigir una mejora salarial, al no sentirse lo suficientemente valorado tras el 'pastizal' que le han soltado a Campaña o a otros jugadores que llegaron este verano. Obstinarse no es la mejor solución.
Morales es el Levante y necesita encontrar una pausa en su juego, como Joaquín lo ha logrado en el Betis. Tendrá tardes para salir a hombros y otras en las que no brillará, pero sus ayudas defensivas, su repetición de esfuerzos o un buen centro contribuirán a conseguir la victoria.
Paco López ya tiene en Radoja la tecla que le faltaba para que el instrumento funcione correctamente. Decía el entrenador brasileño Carlos Alberto Parreira que la naturaleza no da saltos y ahora es una cuestión de afinación, de insistir en la misma idea, de tratar de perfeccionarla y de darle continuidad a un once tipo.
La asignatura que Paco tendrá que superar para doctorarse es la gestión de esta plantilla, que no es lo mismo que construir un gran equipo. La diferencia entre un buen entrenador y un técnico de élite está en la capacidad para ganarse al grupo, para que cada jugador desde su rol haga mejor al resto, para que todos remen en la misma dirección y nadie pueda reprocharle que está siendo injusto en la toma de decisiones. Todos han tenido su oportunidad y el césped no engaña, depura.
Me preocupan los equilibrios internos, el ruido que emane desde del vestuario como consecuencia de los damnificados por el nuevo sistema y los vaivenes que pudieran derivarse. La imagen que ofreció el Levante en la primera mitad ante Osasuna no ofrece ninguna distorsión y para mi es el prinicipio real de una temporada ilusionante.
José Manuel Alemán
Redactor de Deportes en Radio Valencia