Competir sí es una obligación
Como ya sucediera en el estreno continental contra CSKA, Valencia Basket vuelve a ser ridiculizado, víctima de una falta de intensidad y mentalidad impropias de un equipo Euroliga
Valencia
Nadie en su sano juicio exigiría a Valencia Basket que gane en pistas como El Pireo. Tampoco, evidentemente, debe ser una obligación doblegar a CSKA, actual campeón de Europa y primer rival en el estreno continental de la pasada semana. Son, como EFES, Madrid o Barça, proyectos con mucho más poder económico y experiencia en la competición.
Ahora bien, una cosa es pasarnos de exigentes y otra muy distinta conformarnos con la imagen ridícula que el conjunto que dirige Jaume Ponsarnau ha ofrecido en sus dos primeros compromisos de Euroliga. En noches como la que nos ocupa, el baloncesto queda relegado a un segundo plano. Podría escribirles sobre la incapacidad de todo el juego interior taronja para frenar, entre otros, a Milutinov (17 puntos, 14 rebotes en 26 minutos), también podríamos analizar los enormes problemas del equipo para generar algo decente en estático o la extraña rotación de perímetro.
Pero el partido de Atenas se explica de forma mucho más simple. Sin mentalidad, sin intensidad, sin sacrificio... en Euroliga se hace el ridículo. La reflexión no es mía. La pronunció Ponsarnau segundos después de comenzar su improvisada rueda de prensa a pie de pista. Quedan 32 partidos para demostrar que el sitio de esta plantilla de Valencia Basket no está en la Eurocup.
Fran Guaita
Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia