Aladino Montes

Asturias

Para cuando la borrina levantó esta semana abriéndose los rastros y cuevas por los vericuetos, escarpas y trochas del Pendón, Aladino Montes Gutiérrez ya se había instalado definitivamente entre los dioses inmortales de la Peña. Las cumbres de Asturias además de por los verdes y las calizas están señaladas por un Olimpo de hombres y nombres irreductibles que quien haya tenido la fortuna de conocerlos habrá aprendido de primera mano el fracaso y el triunfo con esa generosa forma de enaltecer y despreciar esas suertes, tratándolas como la farsa que es. Así también lo dejó escrito Kipling.

La sabiduría de Aladino, un narrador oral de bandera, le llevó a la aféresis Ladino. Es uso habitual por los cerros de Peñamayor. O le suprimieron la A quienes no fueron capaces de seguirle en sus definiciones y le simplificaron así para presumir que le entendían. Había cambiado tiempo atrás Les praeres por el páramo leonés. Y esta semana, ajeno al discurso de Leonor y a la sentencia del procès, decidió regresar para siempre al lugar trabajado y conseguido tanto tiempo atrás: las alturas de esos montes, collaes y camperes, íntimos de su biografía y de las nuestras.