De Cádiz a Canarias navegando con las estrellas

El Puerto de Santa María

Sin GPS. Sin aparatos electrónicos. Sin apoyo tecnológico para orientarse. A la antigua usanza, con sextante y guiándose por las estrellas. Es la carta de presentación de la competición de navegación astronómica Stella Oceani, una travesía de 7 días en la que 6 veleros navegarán en flotilla hasta la Isla de La Palma.

No se trata de una regata, cuyo único propósito es llegar antes que los demás, sino llegar de forma más certera que el resto, aunque lo hagan más tarde que los otros. Cuando mañana zarpen de Puerto Sherry, en El Puerto de Santa María, proyectarán un rumbo, y el que más se aproxime a ese rumbo proyectado ganará.

Pero lo importante para los más de 50 navegantes que participan, venidos de toda España no es ganar, sino simplemente zarpar. Pertrecharse, sentir los nervios en el estómago, estudiar cartas, revisar los partes meteorológicos, y navegar.

Decía Pablo Neruda que él tiró las respuestas al agua del mar para no pelearse con nadie, y los aventureros de Stella Oceani son la prueba más fehaciente de que el mar hermana, une, hace cómplices y no entiende de las mismas convencionalidades y rutinas por las que nos regimos en tierra.

Radio Cádiz ha entrevistado a 4 navegantes que mañana inician la aventura. Desde el salón del 'Acrobat', un velero de 12 metros de eslora, han relatado en directo cómo es la vida en el mar, en qué piensan antes de zarpar, cómo se prepara una travesía de este estilo y por qué han ligado su felicidad al vaivén de las olas en la cubierta de un bote, a centenares de millas de la costa.

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Una conversación rodeados de velas, cajas aún sin abrir, un olor a café recién hecho en una cocina minúscula y un sextante haciendo las veces de centro de mesa. Unos tienen flores, otros, un artilugio que te ayuda a comprender, un poco más, el manto estrellado que cubre nuestras cabezas.

Ninguno necesita maletas hinchadas por el volumen del equipaje. Ni el último atuendo lucido por los influencers. Tampoco les hace falta una televisión de última tecnología. Ni un coche, ni una moto. Ni lujos ni marcas. Son felices con una sudadera y unos pies descalzos que hacen crujir la madera de las escaleras que dan acceso al interior de su barco.

En Stella Oceani hay participantes de todo tipo y condición. Médicos, escritores, bomberos, diseñadores gráficos, viajeros y profesionales de la vela. Todos con un denominador común, encuentran las respuestas en el mar.

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Algunos no se conocen y van a pasar una semana en un espacio de pocos metros cuadrados, en mitad del mar y con sus manos y su cabeza como única garantía de éxito, pero la pasión por amanecer y ver salir el Sol rodeados de agua es superior al resto de reglas no escritas.

Las tripulaciones estarán formadas por un patrón, un navegante, y el resto tendrán la categoría de tripulantes. El patrón sí tendrá un teléfono satélite y un GPS, guardado, eso sí, y solo podrá utilizarlo en caso de emergencia.

Para guiarse y saber cómo llegar utilizarán un sextante, un instrumento que permite medir la separación angular entre dos objetos, como el sol y el horizonte, o un astro concreto y la costa. Conociendo la elevación del Sol y la hora del día determinarán la latitud a la que se encuentra el observador. Un procedimiento que cuenta con una epicidad y un oportunismo especiales, siendo 2019 el año en que se conmemora el 500 aniversario de la primera circunnavegación de Magallanes-Elcano.

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Los marineros que mañana desplegarán las velas de sus barcos se lanzan a la aventura por la mera pasión de cumplir retos, alcanzar metas y alcanzar una comunión entre ellos y el mar, pero en el transcurso de la travesía estarán demostrando a quienes se quedan en tierra, viéndoles marchar, que el ser humano es capaz de vivir con menos de lo que cree, y que puede valerse por sí mismo para llegar, sano y salvo, al próximo puerto.