El baile deconstruye la pintura para crear el cartel de la XXI Bienal de Flamenco
Rocío Molina ha bailado sobre la obra de Lita Cabellut acompañada de la voz de Juana la del Pipa
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Sevilla
La artista Lita Cabellut ha elegido a la bailaora Rocío Molina para que su baile deconstruya la creación que dará como resultado el cartel de la edición número 21 de la Bienal de Flamenco, cita que se desarrollará del 4 de septiembre al 4 de octubre de 2020.
Han sido meses de trabajo desde su estudio en Holanda. Lita Cabellut, tras el encargo de la Bienal, tuvo muy claro lo que quería mostrar al mundo como imagen del acontecimiento flamenco por antonomasia: “Cuando pensé en el cartel de la Bienal, desde las entrañas sentí que todo lo que había aprendido del flamenco, de Camarón y de su arte se volcarían en este proyecto con mi mirada más racial y pasional. En un principio, trabajar con la fusión de diferentes disciplinas artísticas en un mismo acto y para un festival de tan reconocido prestigio, fue lo que me motivó a afrontar este proyecto. Crear un concepto e imagen en el tiempo que a su vez fuera atemporal y universal y que reflejara fielmente, bajo mi óptica artística qué hay y que aúna esta Bienal de Flamenco era mi propósito. Ahora, según avanza el proyecto, y la colaboración con Rocío Molina, la magia, el respeto, la admiración y el Arte cobran una nueva dimensión para mí”.
Si algo caracteriza la obra de Cabellut es, sin duda, la deconstrucción, ahora entendida como un nuevo periodo artístico, un nuevo origen: “Mi trayectoria artística se encuentra en un momento de inflexión, es ahora cuando tras una trayectoria artística dilatada la deconstrucción de mis piezas tiene sentido. Es ahora cuando decido dar un paso más y en este acto reflejo la pasión, la muerte, el dolor, pero también la vida, el amor y el arte en mis lienzos. Comencé con la creación de mis trípticos. Tras una pieza más figurativa, le seguía otra pieza abstracta, conceptual, estas dos daban como consecuencia la tercera pieza del tríptico: una imagen craquelada, rota, espejo de la primera parte del tríptico. Aquí nació mi nuevo periodo artístico. La ruptura como caos, pero también como un nuevo nacimiento, un nuevo origen.”
Este lunes, en la Fábrica de Artillería de Sevilla se ha grabado la performance. La obra de grandes dimensiones (dos metros por 1.80 centímetros) ha sido descolgada de un bastidor y depositada en un escenario con suelo de baile sonoro. Sobre el lienzo desnudo en el suelo, Rocío Molina ha realizado la danza, el baile improvisado que ha “deconstruido” la pieza. El cante en directo de Juana la del Pipa ha servido de impulso para que la pintura, el flamenco, el baile y el movimiento hayan sido los auténticos hilos conductores del acto.
Lo que Lita Cabellut ejecuta en la soledad de su estudio lo ha realizado esta vez Rocío Molina. El resultado de esta performance conjunta, el lienzo craquelado, roto, “deconstruido”, por Rocío Molina, será el cartel de la Bienal.
Sobre el conocimiento personal entre ambas se detiene la pintora: “Mi encuentro con Rocío Molina fue propiciado por la Bienal, yo ya la conocía como artista y la admiraba profundamente desde que ella era muy joven. Cuando pensé en el cartel y su creación, inmediatamente pensé en que era ella quien tenía que volcar su arte en la pieza que yo realizara expresamente para la Bienal. De este modo, lo que suelo hacer en la soledad de mi estudio se convierte en un acto de creación absoluto, en una performance, donde ella sobre mi lienzo, volcara todo el arte que lleva dentro. Un privilegio”.
A su vez, Rocío Molina define a Lita Cabellut y reflexiona: “Lita tiene duende. Su pincel traza, como a golpe de martinete, melismas cromáticos y tonalidad flamenca. Tiene composiciones en escalas mayores y menores, lienzos con la voz rota, miradas con metales, quiebros, pieles laínas que endulzan retratos amargos. En Lita se oye flamenco si se liberan los sentidos y se mira con orejas. Ahora que ser o no ser es, más que nunca, la cuestión más debatida en flamenco (¿qué es y qué no?¿dónde la clave?) es el momento de que el enriquecimiento que dimana de la fusión con otras disciplinas libere aún más al arte de prejuicios y fronteras.
La bailaora la describe como una “pintora flamenca” por su sentimiento, su desgarro, su misterio, su mezcla de colores, su dolor y sus sombras: “En los retratos de Lita hay algo enorme y enormemente flamenco: una valiente exposición al dolor, una pulsión de muerte hacia estar más vivo. Sus personajes tienen algo de destrucción y creación, al unísono exhiben una alta dignidad rayando el cinismo y una fuerza crecida de lo frágil, una bondad vulnerable y tierna. Pura antítesis o pura síntesis: las categorías de bello y feo se disuelven para dar algo más lúcido, que no deja de ser por ello misterioso. Porque Lita sabe, como Goya, Camarón, abrir un agujero en el misterio por el que el misterio se aparezca, atravesarlo para que el misterio se duela y salga a la luz y tome forma de grito. Sabe pintar de un negro opaco la negrura que apenas es translucida para la intuición para luego adherir, de vivísimos contrastes, suntuoso colorido que desafíe furiosamente a lo oscuro. Crear así exige abrir, grieta sobre grieta, un hueco más vacío hacia adentro como única salida para el artista que necesita llegar lejos en asombro. Antes que a-sombrarse de amarillos, blancos, de ojos malva, de voces carmesí, hay que llenarse de sombra. Y en los cuadros de la Cabellut se adivina ese trasiego, la Divina Comedia que trae al duende del viaje hondo para jugar con la luz en el dolor. Qué duda cabe de que esta pintora flamenca podrá bailar bajo mis pies mientras pinto de grietas las suyas”.
Se abrió de este modo, una segunda fase creativa en la que la obra contempla un cambio sustancial. Es la obra transformada, llena de pasión y fuerza. Pasión en el baile que ha dejado jirones de piel la bailaora en el lienzo; y fuerza, en la voz de la cantaora flamenca invitada. Juana la del Pipa es una de las grandes artistas representantes del cante flamenco que nos llega desde Jerez de la Frontera. Posee cualidades innatas que le han aportado el desgarro y la raza que necesitaba la obra de Cabellut y el baile de Molina.
Su trabajo para la Bienal es fruto, tal como se concibió, de un proceso creativo, de un diálogo entre artistas, participativo y de colaboración. El cartel tendrá como consecuencia dos versiones, la imagen primigenia y la imagen deconstruida. Ambas igual de válidas para la Bienal.
Esta performance que ha sido grabada, posteriormente dará paso al montaje de un vídeo artístico y promocional de la muestra flamenca, que además será parte del documental “40 años de Bienal de Flamenco”.
Cabellut finalmente comenta: “Es una comunión de libertad y tiempo, de rebeldía y pureza para crear una obra colaborativa, viva y completa. Aquí encontraremos un cambio sustancial al lienzo original. Será un lienzo transformado a base de esfuerzo físico, de ruptura, de pasiones, de delirios, de caos controlado. De misterio, porque no habrá seguridad sobre cómo será el resultado final, solo sabremos que dos creadoras nos habremos unido para crear, en definitiva, Arte”.