25 años de amor por la radio

Aranda de Duero

Hoy voy a compartir con ustedes una declaración de amor. Casi eterno, aunque de momento, vamos por las bodas de plata. Veinticinco años en los que ha habido de todo: desde la admiración primera, similar a la del amor platónico, con la sensación de no poder nunca estar a la altura, pasando por los primeros pasos cautelosos, que fueron convirtiéndose en una confianza mutua cada vez mayor, hasta alcanzar una complicidad tan asentada que es capaz de superar los momentos de enfado, de falta de entendimiento, de desilusión que también los ha habido en 25 años.

Hoy se cumplen 25 años en los que comenzó mi aventura en la radio, en esta radio, Radio Aranda. Y si algo se mantiene intacto como el primer día es la pasión por un trabajo que acaba convirtiéndose en una forma de entender la vida: estar atentos a lo que pasa, y nos afecta, y contarlo con la mayor honestidad posible de una forma tan directa como solo la radio puede hacer. Porque la voz y sus matices, y sus infinitas posibilidades, es capaz de suscitar la reflexión más serena y acertada, pero también la más intensa emoción.

Por eso, porque la suerte de trabajar en la radio y de compartir esta pasión con tanta gente, me ha hecho la persona que soy, hoy el sentimiento que me invade es el agradecimiento. Y la lista de quienes deberían recibirlo es casi infinita, así que voy a dejarlo en un inmenso GRACIAS a todos lo que han formado parte de esta aventura: maravillosos compañeros, colaboradores generosos, oyentes que sugieren, que matizan, que agradecen, que critican y así te hacen mejorar. Porque en el balance de esta historia de amor lo mejor han sido las personas que han formado parte de ella, que han conseguido hacerme mejor y más feliz. Expresamente gracias, eso sí, a quienes hace 25 años le dieron la oportunidad a una pipiola sin experiencia de ponerse frente a un micrófono, a ver qué era capaz de hacer. Gracias a Fernando Berzosa y a Gloria Portela por la confianza ese día y siempre.

Y gracias a todos ustedes. Los oyentes más veteranos y los más recientes. Porque son el único motivo de que exista esta historia de amor. Por favor, sigan escuchando la radio. A cambio yo les prometo que nunca les va a faltar su compañía, su calidez, su variedad, desde la risa al llanto, desde el enfado a la esperanza.

Eso es la radio: la voz de la vida que palpita