Frankenstein de la política
Frankenstein de la política
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Córdoba
De todos los comentarios escuchados en torno a los resultados de las pasadas elecciones, el que más me ha sorprendido ha sido ese de que la fragmentación de votos deja un panorama electoral ‘de Frankenstein’.
En cuanto lo escucho comienzo a preguntarme qué pensaría su autora –Mary Shelley- si supiera que a semejante resultado surrealista y democrático le llaman como a su Criatura. Esto es una ofensa a nuestro querido monstruo ya que, efectivamente, nuestra política está llena de ‘Doctores Frankenstein’, pero la situación electoral no es comparable a la Criatura que él creó sólo porque su cuerpo naciera de la fragmentación de trozos humanos muertos.
La Criatura de Frankenstein –que no el doctor- era un ser construido artificialmente que quería, básicamente, amar… y que terminó odiando porque le alimentaron con miedo. Nuestra clase política parecen doctores Frankenstein, horrorizados todos con la criatura que han creado, que ahora les parece un monstruo ingobernable, al que son incapaces de insuflar vida, cuando son sus responsables. Como si la cosa no tuviera nada que ver con ellos, con todos, como si no fueran responsables de nada de lo que ha ocurrido en el ámbito político con la repetición de elecciones.
Ya quisiéramos que esta criatura en forma de resultado electoral se acercase a aquel monstruo tan humano que decía: “Mi corazón estaba hecho para el amor y la simpatía; y cuando la desdicha lo empujó hacia la maldad y el odio, no pude soportar la violencia del cambio sin una tortura como nadie puede siquiera imaginar”.
Sigan jugando queridos doctores políticos, que verán crecer monstruos hasta debajo de las piedras. Monstruos de esos nacidos del odio, de esos que no se arrepienten de nada.