Nostálgicos

León

Noviembre siempre fue un buen mes para la nostalgia, como nos recuerda Manzanita cada 9 de noviembre.

A ello ha ayudado y mucho la necedad superlativa de Sánchez, adornada por la complicidad sumisa del aparato socialista.

VOX es, además de una tragedia, la constatación de que Cataluña se ha convertido en la ponzoña que envenena la vida nacional. Un problema insoluble que genera monstruos dispuestos a todo, la independencia contra la mitad de los catalanes frente a la unidad inquebrantable de la patria. Y en ese incendio perpetuo se constata que una buena parte de nuestros compatriotas avalan un discurso misógino, xenófobo y franquista. Es lo que hay. El pasado siempre vuelve.

Sería cómico, si no fuera trágico, analizar ver la victoria de Vox en Murcia, o los 40 000 paisanos que han puesto a un tal Calvo como diputado legionario y voxquimano. Tengo la certeza de que nadie conoce las propuestas de Abascal para la economía, la educación o las pensiones, porque o no las tienen o porque van directamente contra los intereses de quien los ha votado. Son las paradojas estupendas de la democracia.

Es poco plausible creer que los problemas del viejo reino se solucionen con más España, más bandera y más porras en las Ramblas , pero igual estoy equivocado y el día que detengan a Torra y Puigdemont Los Oteros se convertirán en Baviera y Laciana en Silicon Valley.

Mientras tanto, no estaría de más una reflexión profunda de la izquierda, de toda, sobre el carro de votos que se ha fugado a la abstención o a la cruzada. En León, 8000 del PSOE de Abril a Noviembre y 22000 de Unidas Podemos desde 2016 hasta aquí, casi 1 de cada 2 . Lo digo porque igual descubrimos que toda la culpa no es siempre del otro. Y que el infierno, a veces, también somos nosotros.

De lo de Rivera, ya no digo nada, porque bastante tiene la pobre Malú para ella.