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CON ACENTO ARANDINO

"La Radio me priva"

Jesús del Río habla en su sección 'Con acento arandino' de la historia de la radio en Aranda, y propone al Ayuntamiento la creación de un museo

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Aranda de Duero

Buen día. Hay un refrán popular que asegura que ‘la cabra siempre tira al monte’, dicho que hago propio si -como en mi caso- el monte es la Radio, a la que me he dedicado ‘de profesión y con pasión’; la Radio me priva. Digo la Radio… y sus circunstancias; y…. lo que cuelga; un mundo muy variado. Historias en las que tienen su papel -muy importante- los receptores; y .entrando en detalle- los aparatos de radio antiguos, con los que nuestros abuelos y padres -y nosotros mismos-, durante el siglo XX conocimos lo que pasaba en España y en el mundo, a partir de un invento que tenía la misión de informar, formar y entretener.

Marconi fue el padre de la gesta cuando a finales de 1.901 lograba emitir un sonido que atravesó el Atlántico; después sonidos musicales y palabras; más tarde –en 1919- la primera emisora, en Pensilvania/EEUU…,; emisiones que nuestros antepasados recogían en receptores, primero de galena, luego de lámparas o válvulas, en onda normal o media/ AM; posteriormente se les añadió la onda corta; para llegarse –después- a la frecuencia modulada/ FM con el reinado de los transistores; y todo ello ocurrió en el siglo de la radio, el siglo XX, en el que vertiginosamente se desarrolló técnicamente este medio de comunicación de masas, y paralelamente al trabajo ante el micrófono y los mandos -en las emisoras- de periodistas, locutores y técnicos.

Singularizando en Aranda y la Ribera, en las primeras décadas la tenencia de aparatos de radio fue escasa: algunos bares y particulares con posibles económicos…; aunque .con el paso del tiempo- se fue incrementando su adquisición. Momento importante en su desarrollo comarcal fue la implantación -para nuestra Villa y su entorno- de la primera emisora, Radio Juventud (de la Cadena Azul de Radiodifusión, CAR, año 1.955), que se empezó a escuchar en aparatos de galena (los que construíamos los jóvenes; era la novedad), o de lámparas, lo más habitual. Se emitía desde el edificio de la actual Casa de la Juventud, calle San Francisco, con un equipo de válvulas en onda media de 400 W (que después se amplió a 1000), y antena en el tejado. Era, pues, la década de los años 50/60 cuando se generalizó la radio en las viviendas de nuestros pueblos.

Pero en 1967/68 hubo una nueva normativa estatal, por la que se mantenía la AM solo en las cabeceras de las cadenas de radio, y en el resto se establecían nuevos diales en FM; en Aranda se empezó a emitir en el 90.0, y con una potencia de 1 kilovatio. Desde entonces, se popularizaron los transistores, que -de receptores familiares- se fueron convirtiendo en más reducidos y portátiles, con alimentación a pilas, para el uso personal. Y la radio se puso al alcance de casi todos los bolsillos.

Pero volviendo -otra vez- la vista atrás, a las radios antiguas, en muchas casas de nuestro entorno comarcal, hay aparatos sueltos con muchos años, que se guardan hasta con veneración, por los recuerdos que nos traen. Personalmente dispongo de un par de ellos (en muebles de madera, de los años 1.935 y 1.950, aproximadamente) y un voltímetro de entonces; amén de varias grabadoras de casette, y un par de cadenas musicales (todo ello del siglo pasado). Además, en 2.004 me suscribí a RBA Coleccionables, para hacerme con miniaturas de medio centenar de receptores de los años 1.920 a 1950, en reproducciones muy logradas, que se acompañan de tres libros de fascículos con datos de los modelos y una amena historia de la radio que no me canso de leer.

Pero lo mío es una minucia, comparado con lo que -algunos arandinos, aficionados de verdad a ello- atesoran; que son importantes colecciones de aparatos antiguos, receptores o emisores, -algunos antiquísimos-; unas joyas, con importante valor histórico y económico. Una selección de ellos .preciosos- pudimos verlos reunidos en una exposición que -con el título ‘La Radio, esa desconocida’, organizó el Ayuntamiento y la Concejalía de Fiestas Patronales y Tradicionales, en la sala de la Casa de Cultura, entre agosto y septiembre de 2.007. Como un receptor de 1.920 -o antes- con detector electrolítico tipo Ferrié; y otros dos de la misma época -de construcción artesanal y española- con detectores de cristal de galena; para seguir con un amplia representación con circuitos de lámparas, primero en muebles de madera (hacia 1.920/30) y panel de ebonita; en la siguiente década de arbolite y baquelita; con alimentación al principio solo a 125 voltios, después también a 220 v… en un impresionante abanico de modelos, muy variados e interesantes por sus características e historia.

Tal fue el impacto en el público visitante de esta muestra de aparatos de radio antiguos que un coleccionista paisano nuestro posee (algunos cientos de estos receptores), que entonces se planteó (yo fui uno de los que lo apoyaron, en mi columna semanal de DB) la posibilidad de llegar a un acuerdo entre el coleccionista y el Ayuntamiento para que prestara una parte importante de estas antigüedades, y exponerlas en una dependencia municipal. Un Museo de la Radio que –sin duda- sería uno de entre los mejores -porque material hay- de los que ya existen en distintos lugares de España. Pero, como ya sucede con otras cosas, cuando están los políticos por en medio, el calentón inicial se apagó y la iniciativa se archivó en la papelera. (Y, si te he visto, no me acuerdo...)

Propongo que -12 años después de aquello- el actual Consistorio arandino resucite este asunto, busque al coleccionista (y a otros distintos, que los hay en Aranda) y se llegue a un convenio de colaboración cultural entre las partes; que se encargue un proyecto de montaje expositivo y se instale en una propiedad del Ayuntamiento céntrica. Mi parecer es: en el nuevo edificio de la Banca Pecho, porque sería el tercer museo en la Pza. Mayor, además del Ciavín y el de Juegos Tradicionales, que están al lado de la Oficina de Turismo. Un Museo de la Radio que supondría un paso importante más en la puesta en valor de esas antigüedades radiofónicas, para disfrute nuestro y de los que nos visiten. Ahí lo dejo...

 
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