Sociedad

Familias del Gallinero con menores, obligadas a cambiar de casa en pleno curso escolar

Un año después del realojo del poblado chabolista Ayuntamiento y Comunidad no les garantizan seguir en los barrios en los que ya se habían integrado

Diagrama en su casa de Vallecas donde vive con sus pequeños Miruna y Moisés, de 4 y 6 años. / ELENA JIMÉNEZ / CADENA SER

Madrid

El 26 de septiembre de 2018 comenzaba el desmantelamiento del poblado chabolista del Gallinero, situado a 12 kilómetros del centro de Madrid junto a la A-3, que duraría tres días. Tras casi 20 años en los que llegaron a malvivir en ese espacio hasta 500 personas el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid firmaban un convenio al 50% para hacerse cargo del realojo de las familias y del derribo de las chabolas.

Ion y Alina en su casa de Villaverde donde viven con sus cuatro hijos.

Ion y Alina en su casa de Villaverde donde viven con sus cuatro hijos. / ELENA JIMÉNEZ / CADENA SER

Familias del Gallinero con menores, obligadas a cambiar de casa en pleno curso escolar

Algo más de un año después hay varias familias, 12 según los voluntarios que les acompañan en ese realojo, con 19 menores escolarizadosque van a afrontar de nuevo un cambio de vivienda ahora fuera de los barrios en los que se habían integrado (en aquel realojo hubo familias que fueron asignadas a una vivienda definitiva y otras quedaron en ellas de manera temporal que son las que se ven afectadas ahora). Para Blanca Gómez, voluntaria de la Parroquia de San Carlos Borromeo, de Entrevías, “no hay voluntad política para que finalice con éxito el primer realojo de población gitano rumana en Madrid”.

Tres centros educativos en poco más de un año

"Cambiarles de colegio sería condenarles a volver a la casilla de salida"

Y es que estos menores pasarían en poco más de un año por el tercer centro educativo y, según denuncian los voluntarios, se les está informando a las familias desde el Ayuntamiento y la Comunidad de que su nueva vivienda estará fuera de sus actuales barrios e, incluso, fuera de la ciudad de Madrid. “Va a ser imposible que mantengan el proceso que han iniciado estando tan dispersos. Y, además, lo que supondría para los niños volver a cambiar otra vez de entorno, de colegio, de amigos, truncaría un proceso que está siendo muy duro y en el que están dando la talla. Sería condenarles a volver a la casilla de salida cuando el esfuerzo que están haciendo es tremendo”, añade Gómez.

En casa de Alina Beatrice e Ion Marin, en Villaverde, no quieren cambiar de barrio. “Todos los padres buscamos lo mejor para nuestros hijos. Lo que es más importante, que estudien, que vayan al cole, que tengan amigos, que nosotros no hemos tenido esta oportunidad, y que cuando sean mayores, tengan sus estudios, su trabajo, que dependan de ellos solos y que se integren en una sociedad”, explica Alina delante de sus cuatro hijos de entre 4 y 9 años. Una de las pequeñas está recibiendo clases de apoyo porque le han detectado un retraso escolar.

“Por primera vez se está integrando en la ciudad a un grupo de gitanos rumanos pero el traslado sería prácticamente letal en algunos casos. Sería gravemente perjudicial para el proceso de los niños y muy dificultoso de seguir adelante para las familias”, subraya la voluntaria de San Carlos Borromeo.

Los voluntarios de esta parroquia de Entrevías se han reunido con el delegado de Familias, Igualdad y Bienestar Social, Pepe Aniorte, y con el consejero de Políticas Sociales, Familias, Igualdad y Natalidad, Alberto Reyero, en los últimos meses desde que conocieron a través de las familias que les estaban indicando que sus nuevas viviendas estarían fuera de sus barrios y fuera de la ciudad de Madrid. En ambas instituciones derivan las explicaciones a la Agencia de Vivienda Social y confían en la labor de técnicos y trabajadores sociales.

Críticas del Área de Vivienda Social a los voluntarios

Eusebio González, director del Área Social de este organismo, critica el papel que están haciendo los voluntarios. “Se ha producido la interferencia de los voluntarios. Es un proceso que se está llevando con normalidad. Son familias que han estado viviendo en chabolas y que tienen la oportunidad de vivir en una vivienda muy digna. Los técnicos han tenido la precaución de escoger viviendas adecuadas para ellos, en un entorno adecuado y, por supuesto, con centros educativos cercanos”.

Sin embargo, Laura (nombre ficticio), de 17 años, que cursa 1º de Bachillerato en Vallecas acaba de recibir la semana pasada junto a su familia la noticia de que su nueva vivienda estará en el municipio de Pozuelo del Rey (1.120 habitantes). La localidad carece de Instituto de Secundaria y la adolescente tendría que moverse a otro centro a través de una ruta escolar. “Para mí ha sido muy difícil integrarme ahora mismo donde vivo. Y no quiero cambiarme porque quiero seguir estudiando y quiero seguir teniendo mis amigos. Cambiarme otra vez sería como el doble y no sé si voy a seguir haciendo bachillerato”, explica la menor que ya perdió los estudios del último trimestre de 2018 cuando se produjo el desmantelamiento de El Gallinero.

A todas estas dudas de la adaptación de los niños y adolescentes responde de nuevo el responsable de la Agencia de Vivienda Social “Perfectamente se pueden adaptar. Porque tienen un seguimiento social, que es fundamental, y lo van a seguir teniendo como no podía ser de otra manera por parte de trabajadores y educadores sociales que vamos a estar pendientes de que ese realojo se haga de la mejor manera posible para ellos y para el entorno que les va a recibir”.

"Estoy feliz por los niños porque han hecho muchos amigos"

Diagrama Sima vive en Vallecas con sus tres hijos, un bebé y dos pequeños de 4 y 6 años, su marido y su sobrino adolescente de 16 años que está estudiando electricidad. “Está muy contento. No lo he visto en mi vida así. Todos los días se va al colegio y viene feliz. Me ha llamado el tutor y me ha dicho que está todo bien. No quisiera irme de aquí. Me encanta este barrio, la gente se lleva muy bien con nosotros. Estoy feliz por los niños porque han hecho muchos amigos en el colegio, son vecinos del barrio. Me quisiera quedar aquí”. En esta casa la integración de la familia se ha hecho más patente cuando se celebra un cumpleaños. Han conseguido que sus niños vayan a las celebraciones de otros compañeros de clase y que esos compañeros vengan a su casa cuando quienes cumplen son los pequeños Miruna y Moisés.

Los voluntarios de la Parroquia de San Carlos Borromeo lamentan que, habiendo presupuesto para buscarles una vivienda definitiva (1.840.000 euros), desde la Agencia de Vivienda Social les digan que no tienen casas en el municipio de Madrid. Reclaman una reunión y diálogo con el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid para que no fracase el primer realojo que echó a andar con éxito hace más de un año de la población gitano rumana de El Gallinero.

Elena Jiménez

Soy periodista desde hace algo más de un par...